Al interior del Parque Nacional Llanos de Challe, un guanaco yacía inmóvil en medio de los matorrales. Muerto. Era abril de 2018 cuando alguien alertó sobre el malogrado individuo, el cual había sido presumiblemente atropellado. Sin embargo, ambos costados del camino estaban teñidos con sangre, y las huellas estampadas en el suelo no solo mostraban el recorrido del guanaco, sino que acusaban la persecución y posterior ataque de perros. Probablemente eran los mismos canes, de costillas sobresalientes, que estaban devorando el cadáver cuando llegaron los guardaparques al sitio del suceso.

Guanaco atacado por perros en PN Llanos del Challe ©CONAF
Guanaco atacado por perros en PN Llanos del Challe ©CONAF

En mayo del año siguiente, un arriero ingresó ilegalmente al sector de Granizo, del Parque Nacional La Campana, a caballo y junto a tres perros, los cuales acorralaron y mataron a una zorra culpeo que tenía tres meses de vida. Otros canes, en tanto, son llevados a la playa donde persiguen a sus anchas a las aves playeras que habitan y nidifican en la zona costera. Historia parecida con gatos en diversos sitios, incluso aquellos remotos como isla Navarino, donde su libre movimiento los lleva a depredar a especies como el quetru no volador o el caiquén.

Estos son algunos de los innumerables ejemplos del impacto que sufre la fauna nativa de Chile por la tenencia irresponsable de perros y gatos por parte de los seres humanos. Algunos de estos eventos aumentan en la época estival, especialmente porque los veraneantes recurren a sitios silvestres con animales de compañía.

Imagen referencial ©Ulrike Mai | Pixabay
Perro y lobo fino (imagen referencial) ©Ulrike Mai | Pixabay

“Hace dos años hicimos un análisis de todas las amenazas en las áreas protegidas, y una de las cosas que nos sorprendió es que el 86% de estas áreas en el país tienen la amenaza de perros o gatos. Las que no la tienen es porque están en lugares muy aislados o donde no hay comunidades aledañas. Donde hay gente, visitantes o comunidades aledañas, hay perros y gatos”, sostiene Mariano de la Maza, jefe subrogante del Departamento de Conservación de la Diversidad Biológica de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).

En efecto, un estudio presentado por la Conaf reportó que, entre los años 2007 y 2012, ocurrieron dentro de las áreas protegidas de ocho regiones, al menos 46 eventos de ataques de perros y gatos a 15 especies distintas de fauna silvestre, causando 128 muertes, 75% debido a canes, provenientes siempre desde poblaciones humanas aledañas.

Recordemos que tanto los canes como felinos domésticos son especies introducidas en el país, es decir, no forman parte de los ecosistemas nativos, por lo que las especies chilenas evolucionaron por cientos y miles de años en su ausencia, lo que las vuelve altamente vulnerables a sus distintos impactos.

Perros siguiendo a guanacos en P.N Pan de Azúcar ©CONAF
Perros siguiendo a guanacos en P.N Pan de Azúcar ©CONAF

Incluso, a nivel internacional “los perros y gatos domésticos están dentro de las especies que han producido la mayor cantidad de extinción de especies en el mundo. Un manejo responsable de ellos es clave para asegurar que la biodiversidad puedan disfrutarla las futuras generaciones”, advierte Paulina Stowhas, médica veterinaria del Departamento de Conservación de Especies del Ministerio del Medio Ambiente.

En concreto, los perros y gatos pueden depredar, competir por alimento o transmitir enfermedades a diversas especies de fauna nativa.

Así lo detalla Francisca Astorga, secretaria de la Asociación de Médicos Veterinarios Especialistas en Fauna Silvestre (Amevefas) y académica de la Universidad de las Américas. “En el caso de los perros, los ataques pueden ser a muchas especies, de un amplio rango de tamaños, ya que tienen la facilidad de atacar en jaurías. Se han visto ataques a guanacos (en general juveniles), zorros, quiques, coipos, pudúes, así como pelícanos, pingüinos, entre otros”.

Varias de esas especies nativas, que dependen evidentemente de las áreas silvestres para sobrevivir, presentan problemas de conservación, por ejemplo, el zorro chilote, que se encuentra en peligro de extinción, o el guanaco en la zona norte, donde se ha catalogado en estado vulnerable.

Sin embargo, ni las áreas protegidas han bastado para resguardarlos. De la Maza ejemplifica: “Después del análisis de Conaf del 2012 se han registrado 34 muertes de guanacos dentro de los parques nacionales Llanos del Challe y Pan de Azúcar producto del ataque de perros. Tenemos en esa zona 34 guanacos muertos en los últimos 8 años, y como las poblaciones en el norte no son muy grandes, es un porcentaje importante de esa población que se ha visto perjudicado”.

Zorro culpeo con sarna en P.N La Campana ©Juan Luis Celis
Zorro culpeo con sarna en P.N La Campana ©Juan Luis Celis

Conocidos han sido también los casos donde perros han transmitido a zorros enfermedades como distemper, parvovirus o sarna.

A esto se suman otros episodios que aumentan en la época estival, cuando las familias visitan distintas áreas naturales para las vacaciones, sin tomar los resguardos pertinentes para no afectar a los animales nativos. Eso queda de manifiesto, por ejemplo, en la zona costera u otros ecosistemas como lagos y humedales.

“Muchas personas han normalizado cosas como perros en las playas ahuyentando aves. Eso es una merma en la sobrevivencia y fitness de esas comunidades. Esas aves están alimentándose, descansando, o cuidando a sus crías. No debemos permitir esas conductas. Si salimos con nuestros perros, debemos respetar a la fauna. Esto es particularmente importante en estas épocas de verano”, recalca Astorga.

Ataque a pelícano ©Rocío JaraJPG
Perros atacando a pelícano ©Rocío Jara

En cuanto a los gatos, sus principales presas son las aves. Hay casos preocupantes de su depredación a especies como el picaflor de Juan Fernández, el cual habita en la isla Robinson Crusoe y se encuentra en peligro crítico de extinción, o la fardela blanca que nidifica en isla Mocha y que está en peligro de extinción. Esto sin contar a otros grupos como reptiles o roedores nativos.

Adicionalmente, pueden afectar a los felinos nativos del país, como la guiña, a través de la trasmisión de patógenos.

“Los gatos tienden a tener una dispersión menor a la de los perros, es decir su impacto se genera más cercano a las casas. Sin embargo, la existencia de gatos ferales es más probable que la de perros asilvestrados, ya que son cazadores más eficientes pudiendo sobrevivir sin seres humanos. Por lo cual, el impacto de gatos podría darse también en lugares lejanos específicos donde se encuentren colonias de gatos asilvestrados”, agrega Astorga.

Gatos captados en el bosque en Cabo de Hornos ©Elke Schüttler
Gatos captados en el bosque en Cabo de Hornos ©Elke Schüttler

Para mitigar el impacto de perros y gatos, desde el año 2015 rige una normativa que prohíbe el ingreso de visitantes con mascotas a las áreas protegidas de todo el país, que son administradas por Conaf, como los parques nacionales, reservas nacionales, monumentos naturales y algunos santuarios de la naturaleza.

Pese a ello, son reiterados los casos de personas que intentan ingresar a estos sitios con perros, ya sea de forma intencional o accidental al desconocer el reglamento.

Desde Conaf cuentan que “muchos visitantes que llevan a sus perros dicen que están vacunados, amarrados y que no generan ningún problema”. Sin embargo, la evidencia científica disponible ha demostrado que la mera presencia de un can en un lugar provoca que especies silvestres – como aves o zorros – lo detecten por los olores o deposiciones y se desplacen al percibirlo como un depredador, disminuyendo de esa manera en abundancia.

El mito de los asilvestrados

Según cifras de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo (Subdere), se estima que en Chile existen 3,5 a 4,2 millones de perros, pero hay tan sólo unos 770 mil registrados en el Registro Nacional de Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía.

©Benjamin Balazs | Pixabay
©Benjamin Balazs | Pixabay

Lo anterior puede explicarse porque muchas personas no han hecho el trámite de inscripción de sus mascotas, pero también debido a un alto número de animales abandonados.

Si bien la Ley 21.020 sobre Tenencia Responsable de Mascotas y Animales de Compañía, contribuye en muchos aspectos, no atiende completamente el problema de perros y gatos hacia la fauna silvestre, debido a que no entrega responsabilidad total a los tenedores de mascotas por los daños que pueden producir, por lo que la conducta de las personas juega un rol fundamental.

Y es, precisamente lo anterior, a lo que se le debe prestar especial atención de acuerdo con los resultados de distintas investigaciones y monitoreos.

La profesional de Amevefas aclara que “existe una tendencia a creer que los causantes de estos impactos son perros ‘asilvestrados’, los cuales, en teoría, andarían en jaurías independientes de los recursos de los humanos. Situación similar con los gatos y colonias ferales. Acá hay algunos malentendidos. En el caso de los perros, la evidencia indica que la gran mayoría de los ataques son por perros con dueño, o por los llamados ‘perros comunitarios’”.

Perros persiguiendo a un puma en Torres del Paine. ©Miguel Ángel Fuentealba
Perros persiguiendo a un puma en Torres del Paine. ©Miguel Ángel Fuentealba

Astorga explica que “todos los perros, así como los gatos, pueden atacar, perseguir y acosar fauna silvestre. Es su naturaleza de carnívoros. En los perros, éstos de manera natural forman jaurías. Es decir, atacar, perseguir, y matar fauna no es una conducta exclusiva de perros o gatos asilvestrados, y tampoco es anormal. Por lo tanto, los perros y gatos dañinos son los que deambulan sin supervisión (de vida libre), independientemente si tienen dueño o no”.

En la misma línea, Stowhas destaca que “los perros asilvestrados son un problema pero muy menor en términos de número, por lo que, si hay que invertir en recursos, debería ser en gran parte del problema que son los perros con dueño, y donde sí se puede hacer un manejo”.

En ese sentido, se están desarrollando una serie de iniciativas, con la participación del Ministerio del Medio Ambiente, Conaf, Subdere, Colegio Médico Veterinario y Amevefas, como talleres junto a municipalidades y organizaciones no gubernamentales.

Pudú atacado por perro. ©Ramón Vidal
Pudú atacado por perro. ©Ramón Vidal

En esas instancias, relata Stowhas, hubo agrupaciones que se percataron de la contribución indirecta que hacían en la materia, como Galgos Chile, la cual rescata perros de raza galgo en zonas rurales por la mala tenencia o abandono. Al sacarlos de esos lugares, están resguardando a la biodiversidad del área.

Tras estas actividades llegaron a un diagnóstico, donde quedó en evidencia que las distintas instituciones y organizaciones trabajan de forma separada, sin establecer sinergias. “La idea de estos talleres era identificar estos problemas, ya sean las limitantes, amenazas, y las oportunidades que tienen estas organizaciones, y unirlas, hacer la conexión entre ellas y promover acciones que tengan, dentro de sus objetivos, la protección de la biodiversidad a través de la tenencia responsable”, señala la profesional del Ministerio del Medio Ambiente.

Perros paseando ©Freepics4you | Pixabay
©Freepics4you | Pixabay

Para Astorga, “uno de los temas más importantes y urgentes es la modificación de la Ley de Tenencia Responsable 21.020 y su reglamento. Dentro de los cambios más importantes es la identificación por microchip, no collares, y un mayor énfasis en la importancia del confinamiento, que se considere a todo perro y gato como amenaza a la fauna, y sobre todo la eliminación del concepto de perro comunitario y colonias de gatos ferales como algo permitido. Cada gato, cada perro, debe estar confinado. No debemos permitir su desplazamiento sin control. Por otro lado, debe evaluarse quienes serán las autoridades fiscalizadoras de estas medidas. La mayoría de las municipalidades no cuentan con recursos, personal, financiamiento ni herramientas para poder manejar a los perros y gatos de vida libre”.

Cambio cultural

Por ambos lados hay afectados. Por uno tenemos a los perros y gatos que, por miles de años, han convivido con el humano, pero que son mal cuidados o abandonados a su suerte.

Pudú atacado por perros. ©Alejandro Villalobos
Pudú atacado por perros. ©Alejandro Villalobos

Por otro lado, es importante reflexionar sobre el escenario que enfrentan los animales nativos en Chile. Actualmente, intentan sobrevivir a un sinnúmero de presiones y amenazas, como la degradación y fragmentación de su hábitat, la sequía y escasez hídrica, incendios forestales, entre otros, por lo que el impacto de perros y gatos por la tenencia irresponsable es algo que agrava aún más su situación.

Consideremos, por un lado, que tanto perros o gatos son carnívoros exóticos que se suman a ecosistemas donde los depredadores nativos, como el puma o los zorros, no suelen ser tan abundantes, lo que sin duda produce consecuencias en distintos niveles. Similar es lo que sucede con la transmisión de enfermedades, que se puede dar desde ambos lados.

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Perros persiguiendo a puma en Torres del Paine ©Miguel Angel Fuentealba

Por ello, tanto para las vacaciones como para una buena convivencia con la fauna silvestre, la primera recomendación es no soltar ni abandonar a perros y gatos en ningún lugar, ya sean ciudades, campos, caminos o ambientes naturales. A esto se suma evitar que vaguen libremente fuera de las casas, manteniéndolos confinados y procurándoles alimento, agua y paseos controlados con correa.

Por otro lado, es necesario brindarles los cuidados básicos necesarios, como sus controles médicos al día y esterilizarlos. De más está decir que no pueden ser llevados a áreas protegidas.

Si se llevan a la playa, se recomienda no dejarlos sueltos, manteniéndolos siempre con su correa para evitar que persigan, acosen o depreden a especies como lobos marinos o aves.

Astorga sostiene que “debemos romper el mito de que el daño sólo lo producen perros y gatos asilvestrados. La tenencia responsable incluye el mantener a nuestras mascotas confinadas y supervisadas. Y en esta época, respetar a los habitantes silvestres de los lugares que visitamos”.

Siempre con correa ©Ambir Tolang | Pixabay
Siempre con correa ©Ambir Tolang | Pixabay

“Las mascotas son seres vivos que nos acompañan desde hace miles de años, y nuestro deber es cuidarlos. Confinarlos a nuestras propiedades, no dejar que salgan sin supervisión es parte de ese cuidado. Y prevenir que causen daños a otros animales es nuestra obligación también”, agrega.

Además, Stowhas apunta a los perros que están alrededor de áreas protegidas o zonas naturales, los cuales “debiesen ser uno de los principales focos para promover la tenencia responsable de mascotas, con fines principalmente para la conservación, es decir, usar la tenencia responsable como una herramienta que apoye la conservación de la biodiversidad”.

Para Mariano, se requiere un cambio cultural: “Una de las cosas que nos dimos cuenta es que no podemos trabajar solos en este tema. Tenemos que trabajar con muchos otros actores, ya sean ministerios, municipios y ONG. Tiene que haber un cambio cultural de toda la sociedad, desde los animalistas hasta los conservacionistas. Los perros abandonados o mal supervisados tampoco lo pasan bien, se pelean entre ellos, padecen enfermedades. Tenemos que entender que este es un problema de bienestar animal, de salud humana, y de bienestar y conservación de la biodiversidad. Como sociedad tenemos que empujar un cambio de actitud”.

 

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