Crédito: © Aves Argentinas
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Dos tercios de las aves marinas del mundo han desaparecido desde 1960, y entre las especies más gravemente amenazadas se encuentran los pingüinos. Cuatro especies de pingüinos habitan en Argentina, pero de todas ellas, la de Magallanes es sobre la que este país tiene mayor responsabilidad ya que aquí vive el 80% de la población mundial con parejas que pueden permanecer juntas hasta 17 años, señalaron especialistas.

El pingüino de Magallanes (Spheniscus magellanicus), denominado también pingüino patagónico, es una especie de ave de la familia de los pingüinos (Spheniscidae), que nidifica en las islas Malvinas y en las costas e islas de la Patagonia de Argentina y Chile, migrando hacia el norte en el invierno, alcanzando las aguas de Uruguay y el sudeste de Brasil con temperaturas más templadas, siendo una especie vagante en Australia,​ Perú,​ Colombia, y otras islas del Atlántico Sur.​ Es el más numeroso del género Spheniscus. Las otras especies de este género son el pingüino de El Cabo, el pingüino de Humboldt y el pingüino de Galápagos.

«En el caso del pingüino de Magallanes, nuestro país tiene una responsabilidad grande en cuanto a la conservación de esta especie, ya que alberga aproximadamente el 80% de la población mundial«, dijo a Télam la bióloga e investigadora Annick Morgenthaler, de la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, en Puerto Deseado, Santa Cruz.

Crédito: © Liam Quinn
Crédito: © Liam Quinn

Los pingüinos de Magallanes son de tamaño medio, con ejemplares de entre 35 y 45 cm de altura (3 kg de peso). La cabeza es negra con una franja blanca que parte del ojo, rodea los oídos y la barbilla, para juntarse en la garganta. Presentan plumaje negro grisáceo en el dorso y blanco en la parte delantera, con dos bandas negras entre cabeza y torso, la inferior en forma de herradura invertida.

«La Reserva Provincial de Punta Tombo alberga una de las colonias de pingüinos de Magallanes más grande para la especie y en las últimas décadas su tendencia poblacional esta bajando,» señaló la experta, que trabaja específicamente en la ecología de estas especies, estudiando por ejemplo de qué y donde se alimentan estas aves marinas.

Distante a unos 170 kilómetros de la ciudad de Puerto Madryn, en Chubut, Punta Tombo se ubica en el paraje «Dos Pozos» del departamento de Florentino Ameghino. Sus costas áridas forman parte del paisaje patagónico que año tras año eligen miles de pingüinos para tener allí sus crías. La población del Pingüino de Magallanes se estima en 1 millón 100 mil parejas reproductivas. Sin embargo, la población del área norte en la Provincias de Chubut y Río Negro (la zona reproductiva más importante) viene disminuyendo sostenidamente en los últimos años y esto podría estar vinculado a la extracción off-shore y el transporte de petróleo, a las actividades pesqueras y al cambio climático, apunta la organización Aves Argentinas.

Sin embargo, Morgenthale explica que desde hace un tiempo «los pingüinos de Punta Tombo están sometidos a una disminución de su población por factores oceanográficos principalmente». Y detalla que «los factores que pueden afectar el éxito reproductivo son principalmente la disponibilidad de alimento en el mar, la depredación y las condiciones climáticas«. Pero esta semana se sumó un nuevo peligro, la topadora con la que el propietario de un campo lindante a la reserva, destruyó 140 nidos.

Crédito: © Global Penguin Society
Crédito: © Global Penguin Society

Al destrozo se sumaron los que murieron a causa de una cerca electrificada. Se calcula que entre la topadora y la cerca unos 300 pingüinos terminaron muertos. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible que conduce Juan Cabandié inició una denuncia penal por violar «la ley nacional de Protección Animal que establece que los ciudadanos tenemos que proteger no solo la fauna sino también sus crías», expresó el ministro.

Para Morgenthale, actitudes como estas «son deplorables y constituyen un delito que atenta contra la fauna silvestre«, pero además «someten a los pingüinos a una presión adicional». «Se destruyó parte del hábitat reproductivo de los pingüinos, incluyendo a sus cuevas y territorios y las matas que le proveen de resguardo y sombra; sin permiso y sin estudio de impacto ambiental«, explicó Morgenthale sobre los daños que causó la topadora.

Cuatro especies de pingüinos reproducen en Argentina, el de Magallanes, Spheniscus magellanicus; el Penacho Amarillo, Eudyptes chryscome; el Papua, Pygoscelis papua; y el Rey, Aptenodytes patagonicus.

Para comprender el daño que la destrucción de los nidos provoca en el ciclo reproductivo de los pingüinos, Morgenthale señaló que «sacando el pingüino Rey, cuyo ciclo reproductivo es un poco diferente, el resto ponen generalmente dos huevos durante la primavera, entre octubre y noviembre, poco tiempo después de llegar a sus colonias, después de haber pasado el invierno en el mar«.

En este sentido precisó que «la tarea de incubación de los huevos es compartida entre la hembra y el macho y dura entre 32 y 40 días, según la especie, y en general cada pareja puede llegar a tener dos pichones. Sin embargo, en ocasiones, el disturbio humano o la destrucción del hábitat pueden ser otros factores«, explicó Morgenthale.

Crédito: © Global Penguin Society
Crédito: © Global Penguin Society

Pablo García Borboroglu es biólogo del CONICET y fundador de Global Penguin Society. Consultado por Télam destacó la importancia que tiene el área en la conservación del pingüino de Magallanes, donde habitan unas 200 mil parejas. García Borboroglu es Doctor en Biología y conservacionista. Recibió hace poco el Oscar verde por su todo su trabajo conservación y trabaja en áreas protegidas y aves marinas, con foco en pingüinos. Además es presidente y fundador de Global Penguin Society, investigador de CONICET (Argentina) y Profesor de la Universidad de Washington. Durante tres décadas ha trabajado en el campo de la conservación e investigación marina con especial énfasis en los pingüinos.

«Los pingüinos eligen su lugar en función del hábitat terrestre pero principalmente del marino, buscan la cercanía al alimento, y una vez que se asientan son muy fieles a su lugar que es su lugar de reproducción«, indicó.

«Ellos se reproducen con su pareja, cuando llega el invierno se separan, ellos migran hasta Uruguay, Brasil pero al año siguiente, como son tan territoriales, vuelven a ese nido y ahí se encuentran con su pareja«, enfatizó el experto. «Nosotros hemos seguido parejas que estuvieron juntos por 17 años, por eso es tan importante el hábitat y por eso la gravedad de este hecho de destrucción de hábitat, porque es su vínculo para mantener esta relación de pareja a largo plazo«, resaltó el especialista.

El área protegida de Punta Tombo abarca dos grandes colonias, la de Punta Tombo y la de Punta Clara, que es donde se produjo el destrozo de la topadora. Ambas constituyen una reserva de biosfera garantizada por la Unesco y llamada Patagonia Azul. Forma parte también del programa AICA (Áreas Importantes para la Conservación de las Aves).

«Es un área de importancia para la conservación de las aves que es una identificación internacional de importancia global«, indicó el profesional. Con respecto a la posibilidad de reparar los daños que sufrió la especie Magallanes en Tombo, García Borboroglu aseguró que «habrá que hacer una reparación y hasta que la vegetación se recomponga va a llevar un tiempo«.

«Hubo mortalidad, nosotros encontramos a esos pichones muertos en los costados tapados por la tierra que iba tirando la máquina«, se lamentó García Borboroglu.

«Lo importante de este hecho es remarcar que haya legislación, que el Código Penal incluya el delito ambiental, que ahora no lo incluye, entonces este tipo de evento sería mas fácil de identificar y sancionar. También es necesario ampliar la protección en Tombo«, propuso. «Es importante enfatizar que nosotros trabajamos con muchas propietarios de campos que son aliados de la conservación y hacen producción, para que no se estigmatice a todos«, subrayó el biólogo.

«Mucho se ha protegido gracias a los privados, los privados son grandes aliados de la conservación«, dijo García Borboroglu y concluyó «es bueno no meter todos en la misma bolsa«.

*Con información de El Once y Télam.
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