Detrás del herbario más completo de Chile: ¿qué hay antes de un inventario de especies?
A un año de su centenario, el Herbario de la Universidad de Concepción (CONC) se reconoce como el más completo de Chile, incorporando unas 246 mil muestras, predominantemente de plantas vasculares del país. En un camino de aprendizajes, múltiples profesionales han marcado distintos hitos en la actualización de bases de datos y elaboración de listas y catálogos, que luego son utilizadas por otros investigadores como información para diferentes estudios. Recientemente, los ministerios de Medioambiente, Ciencias y Culturas informaron el impulso de un Inventario Nacional de Especies para enfrentar la pérdida de biodiversidad. Para entender el proceso para llegar a un inventario, desde el Herbario CONC, nos ayudan a realizar un repaso de la ciencia antes y después del desarrollo de las colecciones biológicas.
A simple vista, lo primero que se ve es una planta muy pegada a una cartulina. Se observan los detalles de sus hojas y de sus ramas. A su lado está escrito su nombre científico y los datos de su colecta: dónde, quién la hizo y la fecha. Incluso las coordenadas. Como esa muestra hay más de 246 mil, que se mantienen constantemente actualizadas y forman parte de la colección biológica del Herbario de la Universidad de Concepción, también conocido como CONC. Muchas de ellas fueron colectadas hace más de 100 años, y algunas pertenecen a los últimos remanentes de plantas que hoy están extintas.
El trabajo de los herbarios es clave para poder lograr el desarrollo de buenos catálogos e inventarios de especies. En Chile, se reconocen unos 22 herbarios según el Index Herbariorum, una institución internacional que tiene registro de todos los herbarios a nivel mundial. Dentro de ellos, el de la Universidad de Concepción y el Herbario del Museo Nacional de Historia Natural de Santiago, son los más completos y principales en el país.
Por lo tanto, son piezas fundamentales para iniciativas como un Inventario Nacional de Especies, recientemente impulsado por los ministerios de Medioambiente, Ciencia y de las Culturas, que pretende “construir e integral un catálogo estable y completo de todas las especies presentes en el territorio nacional”, a través “del fortalecimiento de colecciones biológicas y acceso abierto a bases de datos de biodiversidad que sean necesarias para enfrentar correctamente el cambio climático”, de acuerdo con información del Ministerio del Medio Ambiente (MMA).
Pero ¿qué es y qué hay detrás un inventario? Se trata de un mundo lleno de ciencia, hitos, dinamismo y colaboración científica. Marcelo Baeza, director del herbario CONC; Alicia Marticorena, curadora de la sección de plantas vasculares del Herbario CONC; y Ricardo Segovia, coordinador del equipo BIODATA de CONC y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), nos ayudan a reconstruirlo.
El Herbario de la Universidad de Concepción
Hace casi 100 años, un incipiente herbario daba sus primeros pasos en la reciente Universidad de Concepción, bajo la influencia de el profesor Alcibíades Santa Cruz, en la antigua Facultad de Farmacia. En 1921 ingresó al herbario la colección de Carlos Junge y, en 1946, gracias al trabajo de profesor Augusto Pfister, el herbario realizó numerosas campañas de recolección de muestras. Así extendió su colección inicial. Luego, se integró al Instituto de Biología, de la Facultad de Ciencias Naturales y Oceanográficas, ampliando el rango geográfico de las muestras y dándose a conocer oficialmente como herbario en el Index Herbarorium con el acrónimo CONC.
Con el tiempo, se sumaron más colecciones y material recolectado y estudiado por investigadores, pasando a ser de una colección de referencia para farmacéuticos a una naturalista. Para 1960, gracias a distintos viajes de recolección, el herbario ya albergaba más de 40.500 ejemplares. Los años posteriores de su historia recibió numerosas donaciones como las de los botánicos Federico Schlegel, Erich Werdermann, Hugo Gunckel, Gilberto Montero o las más de 25 mil muestras del académico de la Universidad de Valparaíso, Otto Zöllner.
Se transformó, a pequeños pasos, en el herbario más completo de Chile, albergando las colecciones de plantas vasculares (como helechos, coníferas y plantas con flores) y criptómanas (briófitas, líquenes y hongos), entre otros.
Dentro de todo ese proceso, diferentes investigadores han estado a cargo del herbario. Mario Ricardi, Clodomiro Marticorena, Roberto Rodríguez u Oscar Matthei son alguno de sus nombres. Cada uno fue guiando un proceso de enriquecimiento del herbario, información clave para luego ir armando los catálogos e inventarios de especies, en un constante proceso de actualización.
De las colecciones a los inventarios en el Herbario CONC
A mediados de los 80 el profesor Clodomiro Marticorena comenzó la elaboración de la base de datos digital del herbario CONC, sistematizando la información de las muestras colectadas hasta ese momento y sentando las bases para el funcionamiento de una colección moderna. 40 años después, este trabajo es esencial para el trabajo científico en torno a la biodiversidad.
Acá lo más fácil es hablar con fechas. En 1881, se publicó el primer catálogo de flora chilena. Casi un siglo después, en 1983 se publica Flora Arbórea de Chile. En 1985 Clodomiro Marticorena y Max Quezada publicaron el Catálogo de Flora Vascular de Chile, actualizando información anterior y realizando la primera digitalización de los datos de las colecciones. Esa fue un referente durante más de 20 años, sintetizando información de clases, familias, géneros, categorías, autores y origen de todas las plantas vasculares de Chile.
Entre medio, diversas listas se han ido desarrollando, en años como 1995, 1998, 2001 o 2008, con temáticas más específicas y localizadas. En 2018 fue la publicación del Catálogo de las Plantas Vasculares de Chile, el más actualizado a la fecha con 5.400 especies. Todos estos son hitos para la formación de un inventario de especies. Pero requieren irse actualizando.
“Un inventario no es algo estático, o sea, no es un objetivo para alcanzar y que, una vez alcanzado, te olvidas de él. Es una actividad dinámica, porque el nombrar especies biológicas es un tópico de investigación científica. Entonces, los investigadores/as están siempre actualizando el conocimiento. Este concepto es clave en cualquier inventario, porque hay muchos grupos muy desconocidos. En el caso de las plantas vasculares hay un tremendo trabajo intergeneracional que lo mantiene actualizado, pero hay grupos que no están nada explorados y que muy poca gente trabaja con ellos. Ese dinamismo es clave de entender cuando el Ministerio dice que hay que hacer un inventario, porque sería algo provisorio. Por ejemplo, si quieren el inventario de las moscas de Chile, se podria pensar en proponer un listado provisorio que probablemente tenga muchos cambos de aqui a los próximos cinco años”, explica Marcelo.
Ahora, distinguir entre un catálogo e inventario es algo bastante sutil, sobre todo al hablar de colecciones biológicas. El primero es una base interrelacionada con información taxonómica y ecológica de especies, lo que es más complejo que lo segundo, que se entiende como una lista de especies. “De todas maneras, aunque en la política pública lo llamen inventario, lo que es necesario es construir un catálogo dinámico, que se pueda integrar con otras bases de datos”, puntualiza Ricardo.
De todas formas, lo claro es que antes de la publicación de cualquiera de los dos hay un proceso científico, de colaboración entre múltiples investigadores. Ellos reciben las muestras, las clasifican, especifican y son los que impulsan el ir marcando hitos.
La ciencia después del inventario
Estudiar las especies y clasificarlas no sirve simplemente para hacer una lista. Cada nombre, cada muestra, cada especie, es fundamental para que luego, otro investigador, la pueda ocupar para hacer ciencia. Por ejemplo, Lohengrin Cavieres empezó con sus estudios de plantas de alta montaña y calentamiento global y, cuando él empezó, ¿qué fue lo primero que hizo? Solicitar una lista de qué especies están creciendo ese año. Esa información salió del herbario», comenta Alicia.
El tener un inventario como el que propone el Gobierno, que incluya todas las especies de Chile, es clave para quienes quieran realizar ciencia en base a él. Y también para la modernización de ciertas políticas e instrumentos. Por ejemplo, un Sistema de Evaluación ambiental se puede actualizar de acuerdo con un inventario bien elaborado. De esta forma, ya no es solo investigación parcelada solo a un grupo, como las plantas vasculares, sino que se engloban todos los grupos taxonómicos para realizar evaluaciones ambientales con una base estandarizada y objetiva.
“El inventario es un instrumento de modernización de las políticas públicas en términos de conservación. Los sistemas de evaluación ambiental más desarrollados en el mundo operan sobre inventarios objetivos estandarizados. Y estos inventarios tienen ciencia antes para hacerlos y después de que está hecho”, comenta Ricardo. En ese sentido, agrega, bases de datos digitales como las del herbario CONC pueden servir como herramientas ya que son capaces de integrar más grupos taxonómicos que solo para el que fueron creados.
Por ahora, el Inventario Nacional de Especies recientemente anunció su impulso. Por ello, las perspectivas de diversos investigadores especialistas en el tema son importantes de incorporar. “Va a tener que aterrizarse con grupos de investigación científica. Esta red de colaboración en torno a las colecciones biológicas, que son nodos, y en particular el Herbario CONC y el Museo de Zoología de la Facultad de Ciencias Naturales, ayuda a los vínculos para lograrlo y desde ahí puede emerger una lista de especies aceptada por la comunidad especialista”, finaliza Ricardo.