Los líquenes: una de las simbiosis más benéficas de la naturaleza
Entre los tupidos y húmedos bosques, adheridos a un tronco, una rama o una roca, encontramos escondido un bosque en miniatura que muchas veces llega a ser imperceptible, pero que representa una de las simbiosis más benéficas de la naturaleza. Hablamos de los líquenes, organismos que se mueven en el tiempo y espacio evolutivo a través de una simbiosis entre un hongo y otro organismo, que puede ser un alga verde-azul y/o una cianobacteria. Desarrollan una asociación tan exitosa con su hospedador que podemos encontrarlos en casi todos los ambientes terrestres, incluso los más extremos, desde el desierto hasta la Antártica, formando el suelo y sirviendo como un bioindicador para el monitoreo de la calidad del aire. A continuación te contamos todo acerca de estos increíbles organismos.
No son musgos, ni hierbas, ni la parte de un árbol. Los líquenes son unos seres vivos muy peculiares que se caracterizan por ser tremendamente resilientes, es decir, han evolucionado a través de los años adaptándose al cambio climático, y adoptando estrategias de cooperación entre especies que les han permitido sobrevivir en distintos espacios, principalmente climas húmedos.
Están presentes en distintos ecosistemas, incluso los más extremos, desde el desierto hasta la Antártica. En Chile, se distribuyen a lo largo de todo el territorio, estando presentes en casi todos nuestros ecosistemas, como lo asegura Daniela Torres, ingeniera en Biotecnología Vegetal y directora de Programas de la Fundación Fungi: “Los líquenes están distribuidos en todo Chile, por lo tanto, están presentes en la mayoría de los ecosistemas. Prefieren algunos ecosistemas frente a otros y pueden ser generalistas, abarcar mucho territorio, o ser muy restrictivos, es decir, estar en ciertos lugares o en ciertos árboles, o en ciertos ecosistemas con ciertas características”.
En realidad, ni siquiera son organismos individuales, sino que se forman por la asociación entre un hongo y otro organismo, algas verde-azules también conocidas como cianobacterias. Ambos individuos viven en una estrecha asociación simbiótica mutualista, es decir, con beneficio mutuo, y es que los hongos o los componentes vegetales, por sí solos, nunca podrían haber llegado a esos sitios tan inhóspitos sin el aporte de la otra parte de la simbiosis. Asimismo, como se encuentran tan estrechamente relacionados, funcionan como un solo organismo, y esto hace que sea muy difícil poder detectar cada uno de sus componentes por separado.
“El famoso Liquenólogo Trevor Goward ha descrito a los líquenes como «un hongo que ha descubierto la agricultura». Cerca de 13 de los 43 órdenes de hongos Ascomycetes, algunos Basidiomicetes y una gran diversidad de tipos de hongos son capaces de concretar esta colaboración con algas. A su vez cerca de 25 géneros de algas verdes, un alga parda y 12 géneros de cianobacteria son capaces de asociarse con hongos para formar un liquen, por ende los líquenes no provienen de un solo linaje evolutivo, sino más bien les une una «forma de nutrición»”, señala la Dra. Mariela Núñez Ávila, directora de la Estación Biológica Senda Darwin, en Chiloé, e investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad.
El hongo, denominado micobionte, a diferencia de sus similares que se alimentan mediante digestión celular (a través de la secreción de enzimas para degradar el alimento) y la posterior absorción de nutrientes, al asociarse con un organismo fotosintético como es el alga y/o cianobacteria, puede alimentarse a través de la fotosíntesis que realiza el fotobionte.
Mientras, para el fotobionte, el beneficio de asociarse con un hongo recae en la posibilidad de colonizar ambientes más secos y luminosos de los que podría habitar si se desarrollara de manera independiente. Simplificando, una parte pone el habitáculo y la otra parte el alimento. Un plan perfecto.
“El hongo reconoce a las algas simbiontes (fotobionte) debido a ciertas proteínas de su pared celular, entonces el hongo las abraza mediante sus hifas. El fotobionte realiza fotosíntesis y secreta azúcares y otros carbohidratos que sirven de alimento para el hongo. Por su parte, el hongo protege al fotobionte dentro de sus tejidos, le provee de un hábitat con menos luz y humedad, desde donde el fotobionte adquiere el agua. Las algas verdes requieren de un ambiente húmedo y les daña el exceso de luz, por ende tienen pocas posibilidades de sobrevivir en una forma de vida libre, menos sobre el suelo, las rocas o los troncos de los árboles que pueden estar secos y muy expuestos a la luz solar”, agrega la doctora en Ciencias, Mariela Núñez.
Cabe destacar que a los líquenes se los considera como miembros del Reino Fungi, como indica Daniela Torres: “Los líquenes están dentro del Reino Fungi porque el nombre que se le pone al liquen es a través del hongo. Entonces cuando uno habla de la especie del liquen, está hablando de la especie del hongo que participa en esta simbiosis. Eso es importante porque ¿Cómo no están dentro del Reino Plantae si interactúan con algas? Es porque la biomasa del liquen, principalmente está dominada por el hongo, y es el hongo, finalmente, el que le da el nombre a esta asociación”.
Sin embargo, como en los líquenes pueden encontrarse asociaciones entre organismos de hasta tres reinos diferentes, desde una perspectiva ecológica suelen ser considerados como ecosistemas miniatura más que como un determinado individuo.
La importancia de los líquenes en la naturaleza
Además del beneficio mutuo para cada uno de sus integrantes, esta simbiosis también cumple un importantísimo rol ecológico que convierte a los líquenes en organismos esenciales dentro de los ecosistemas.
Los líquenes juegan un papel fundamental en las primeras etapas de colonización vegetal ya que, en las rocas o arenas, favorecen la formación de suelo, aportan fertilidad y preparan el suelo para que luego otras plantas puedan crecer a su alrededor. Además, proveen de alimento para algunos mamíferos, material para la construcción de los nidos de los pájaros y brindan abrigo para los insectos.
Así mismo, estudios recientes han determinado que los líquenes tienen una cualidad que los convierte en excelentes bioindicadores: experimentan una sensible reacción ante la contaminación ambiental, como también a los cambios del uso de la tierra. Esto quiere decir que todo lo que el humano hace con el ambiente, afecta a los líquenes, y esto sirve para determinar la calidad y nivel de degradación de un ecosistema determinado.
“Los líquenes son muy sensibles a la calidad de aire, por ende son usados como bioindicadores para el monitoreo de la calidad de aire. Otros líquenes sólo viven en comunidades muy antiguas de bosques, que no han sido degradadas, por ende son indicadores de la continuidad ecológica y nos indican el grado de ‘pristinidad’ de los bosques antiguos” indica la Dra. Mariela Núñez.
En tanto, la ingeniera en Biotecnología Vegetal agrega: “Ayudan a determinar si un ambiente está contaminado a través de las características del liquen. Estos empiezan a tener ciertas características morfológicas que los liquenólogos pueden estudiar y que finalmente dan cuenta de que si ese ambiente ha sido contaminado o ha pasado por algún tipo de perturbación. Y a su vez también hay líquenes que aparecen en ciertos lugares que han sido perturbados, o bien desaparecen”.
Ante la adversidad, los líquenes reaccionan de una forma muy característica y es que son capaces de reducir tanto la cantidad de elementos de su superficie expuestos, como de suspender su actividad metabólica, para activarla nuevamente cuando los parámetros ambientales vuelvan a ser los adecuados. Por lo que, en general, cuantos más líquenes encuentres en un sitio, más limpio estará el agua y el aire de este.
Otros usos y servicios ecosistémicos de los líquenes
Cabe destacar que los líquenes han sido históricamente utilizados en todo el mundo, por sus diversos beneficios y diferentes formas de uso. Como señala Mariela Núñez: “Algunos líquenes han sido usados por sus características medicinales, en particular por sus propiedades antibióticas en infecciones superficiales. Asimismo, en la industria de los perfumes se han usado dado que algunos tienen la habilidad de “fijar” las fragancias”.
También, pueblos antiguos usaban estos organismos como fibra y otros para teñir tejidos. “En Chiloé los líquenes aún se usan para teñir la lana de manera natural, depende de la especie de árbol de donde los extraes es el color final que da a la lana”, agrega la doctora en Ciencias.
Líquenes de Chile
Chile, gracias a su extraordinaria diversidad de hábitats (desde el desierto cálido en el norte a los bosques lluviosos del sur y el desierto frío del territorio Antártico), tiene probablemente una de las floras liquénicas más variadas y ricas del mundo.
No obstante, el conocimiento taxonómico y sistemático de los líquenes es aún insuficiente. Incluso en las áreas más exploradas del mundo, no se conoce siquiera la mitad de información sobre las especies de líquenes. Mientras que en Chile la situación no es muy diferente.
Ante esto, Daniela Torres añade: “Es importante continuar con el estudio de los líquenes en el sentido de que uno tiene una puerta para ver un proceso evolutivo en el tiempo. Pues pasa que está evolución, esta simbiosis y esta relación entre hongo y alga, es muy antigua, es de cuando las plantas empezaron a pasar del medio acuático al medio terrestre. Entonces estudiar los líquenes, te abre esta puerta a este proceso evolutivo, a este salto evolutivo. Entonces, es interesante seguir indagando y seguir conociendo, porque así también vamos conociendo la historia evolutiva de los distintos organismos y de cómo empezaron a surgir estas estrategias de vida para ser exitosos en el tiempo”.
Los líquenes en el país incluyen alrededor de 2.144 hongos liquenizados divididos en 464 géneros, según un estudio publicado por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación en 2020. Sin embargo, se presume que deben haber muchos más aún sin identificar.
“En los bosques del sur de chile podemos encontrar Hypogymnia, Pseudocyphellaria y Cladia, que habitan en las turberas de origen glaciar, Peltigera y varias especies de hermosas Cladonia habitan en turberas y en los bosques nativos. Para verlas y reconocerlas sólo necesitas una lupa. Hay especies más conspicuas como las del género Usnea, llamadas también “barba de viejo”, que crece sobre las ramas de los árboles viejos y es una de las más comunes en los bosques nativos antiguos de Chiloé”, finaliza la Dra. Mariela Núñez.