Cuando Helene Manche y Nadia Vásquez subieron el cerro El Plomo en bicicleta, tuvieron una aventura llena de movimientos. Primero, físicamente, los de sus pies que ascendieron desde el bike park de La Parva durante dos días. En sus espaldas cargaban sus bicicletas, que serían las protagonistas del descenso cuando llegaran a la cumbre, a 5.424 metros sobre el nivel del mar (msnm). En ese punto, los movimientos fueron los de sus ruedas girando y el trabajo de sus pies, manos y caderas que, coordinados con la concentración, las hicieron bajar durante un día entre rocas y un camino que no estaba demarcado, por lo menos hasta el bike park. Pareciera algo impensado decir que en su ascenso a la cumbre se sumó un movimiento telúrico de magnitud 5,9, con epicentro a 14 kilómetros Farellones. Pero así fue. Y a un nivel más profundo, también hubo un movimiento de motivación personal para lograr su difícil meta. Fueron la primera cordada femenina en lograrlo.

@Tomás Abarca – @tomas.abarca.photo
@Tomás Abarca – @tomas.abarca.photo

Ambas dicen con humildad que el abrazo más profundo se lo dieron cuando terminaron su travesía, al haber pasado una subida con alta exigencia física y una dura bajada. Pero también que la hazaña fue un hito en sus vidas para el que se venían preparando durante meses. Después de esto, Helene le propuso a Nadia sumarse a uno de sus sueños personales: ir a África y descender el Kilimanjaro (5895 msnm) en bicicleta. Con esto, el amor por los desafíos las motivó nuevamente, creando el proyecto BigMountainGirls que, además, busca aventurar a mujeres a atreverse e intentar deportes como éste.

Helene

La primera ascensión de Helene con bicicleta al hombro a un cerro fue al Pintor (4.180 msnm), en 2017. A las 4 am, cuando todavía estaba oscuro, salió de su casa y se reunió con unos amigos. A las cinco, con frío, empezaron a ascender. Y cuando hicieron cumbre, todos agarraron su bicicleta para descender. Pero, a diferencia de todas las personas que la acompañaban, Helene no tenía experiencia en esta modalidad de bicicleta. Estaba cansada después de la cumbre, apunada por la altura. Al bajar, todos fueron rápido y ella los siguió, sin la experiencia necesaria para lograrlo bien. “No quise bajarme en bicicleta en algunas partes porque era un nivel que no tenía y me caí. Me rompí el dedo, estuve seis meses con kinesiólogo. Ahí aprendí que a veces hay que bajarse de la bici y está bien”, comenta.

Descenso bikepark La Parva desde el cerro El Pintor @Francisco Peña @francisco_pe24
Descenso bikepark La Parva desde el cerro El Pintor @Francisco Peña @francisco_pe24

Pero eso no significó que la motivación se terminara. Su relación con la bicicleta partió desde los tres años, en Francia, su país natal. Siempre caminaba, andaba en bicicleta y le encantaba esquiar. Aprendió en la nieve francesa y fue con eso que desarrolló su gusto por la aventura. Ya de adulta su trabajo la trajo a Chile en 2017 y vio lo primero que le fascinó en la ciudad de Santiago: las montañas. Con eso, sus habituales paseos de bicicleta en cerros de Francia ahora tomaron más dificultad.

“Llegué en febrero, en verano, subí el Pintor y varios cerros cerca de Santiago. Ese invierno también, en 2017, había mucha nieve y conocí todos los centros de ski y las laderas que se pueden esquiar cerca de Santiago. A finales de ese año, me introduje a la bici en cerros. Sin desmerecer a los bike park, me quedaron chicos y sentía que podía hacer con ellos lo mismo que el ski, es decir, subir y bajar por donde sea. Me empezaron a invitar algunos amigos y me motivé para ir al Provincia (2.750 msnm) y el San Ramón (3.253 msnm). Ahí partió y me encantó la actividad porque era como lo mismo que el randoné, pero con una bici. Y se podía hacer todo el año”, dice Helene.

Nadia

Hace 10 años, Nadia se motivó por llevar la bicicleta al cerro y practicar. Tenía una bicicleta de cross country y era una amante de las montañas, hasta ese momento recorridas mayoritariamente en trekking. Su primera misión fue ir a la carrera “A la conquista del volcán Osorno”, donde son 74 kilómetros de dar vuelta el volcán y descender sobre ceniza volcánica. “Lo pasé pésimo”, dice. Tampoco era muy deportista y, desde ahí, decidió ser más disciplinada. Ese momento no significó que su bicicleta se frenaba para siempre.

Cumbre cerro Pintor 4120 msnm Helene Manche @chasquillaveloz
Cumbre cerro Pintor 4120 msnm Helene Manche @chasquillaveloz

Al descenso de cerros se acercó en 2017. Su primera experiencia fue en el volcán San José: “Ahí estaba todo nevado y el descenso fue en nieve. Yo tenía bici de cross country y mis amigos tenían de enduro, lo que era nuevo para mí. En el refugio me enseñaron a cargar la bicicleta en la espalda. Fue una locura, pero estaba contenta. Es lo que me gusta hacer”, dice.

Desde ahí, la lista sigue: fue la primera mujer en hacer la Sierra de Ramón en bicicleta, una hazaña que la hizo pasar por el Provincia, el Tambor (2.780 msnm), el Cerro la Cruz (2.552 msnm), el Punta Damas (3.061 msnm) y el Minillas (2.467 msnm), para bajar durante cinco horas por el Cajón del Maipo. Después, varias otras cumbres en Santiago se fueron sumando.

Misiones juntas

Helene y Nadia se conocieron en el bike park de La Parva, en 2018. Tenían un amigo en común, que invitó a ambas a descender. No había muchas mujeres en esa oportunidad, y entre ellas se empezaron a motivar por subir cerros en bici los fines de semana. Lo pudieron concretar en 2020, cuando las restricciones sanitarias de la pandemia les permitieron desarrollar el deporte.

Descenso invernal en centro de ski lagunillas @Feancisco Peña @francisco_pe24
Descenso invernal en centro de ski lagunillas @Feancisco Peña @francisco_pe24

La primera misión fue el Minillas. En la parte final había nieve y el descenso fue difícil, con muchas rocas sueltas, pero lo lograron. “Eso fue entretenido y duro porque como estábamos saliendo del encierro, ninguna de las dos estaba tan entrenada e hicimos esta locura de subir un cerro entonces fue duro, aparte que el Minillas tiene muchas rocas. Tienes que esquivar las cosas. En ningún minuto cuando bajas la cumbre, bajas rápido, sino que, todo lo contrario, vas lento, concentrado, de repente sueltas más el freno, pero por lo general uno va super enfocado de no caerse porque vas super lejos de cualquier cosa”, comenta Nadia.

Al Minillas le siguió el Provincia y algunos paseos al Cajón del Maipo. Con eso, se motivaron con hacer rutas guiadas para mujeres y darles un puntapié para que se atrevieran a subir en bici. Luego fueron mixtas y, un día, Helene llegó a Nadia con una propuesta que ella ya había desarrollado, pero que ahora podía ser un trabajo en cordada femenina: subir el Plomo.

Y así, empezaron los preparativos físicos y mentales para un hito que fue la antesala a emprender un gran sueño.

El Plomo

Cuando emprendieron rumbo al Plomo, lo hicieron en compañía de tres personas más. Ellas eran las únicas mujeres presentes. Manejaron hasta el bike park de la Parva, tomaron el último andarivel del día y, luego de caminar hasta los 3.800 msnm, armaron su campamento a las 20:00 horas. Tomaron algo caliente, comieron y repusieron energías para el día siguiente. Ahí continuaron con sus cosas hasta el refugio Federación a 4.200 msnm. Siguieron al Refugio Agostini, cerca de los 4.600 msnm para acampar. Al día siguiente, nuevamente con sus bicicletas en la espalda, emprendieron rumbo hacia la cumbre. Partieron a las cinco de la mañana y tres horas más tarde ya estaban a cinco mil metros sobre el nivel del mar. Cerca de las 12 hicieron cumbre y, frente a sus ojos, veían desde las alturas a la ciudad de Santiago.

Camino a refugio Agostini, dejando atrás La Hoya, cerro El Plomo. @Braulio Vera @braulio_vera
Camino a refugio Agostini, dejando atrás La Hoya, cerro El Plomo. @Braulio Vera @braulio_vera

“Yo lloré, nos abrazamos entre todos, disfrutamos la cumbre. Nos pusimos rodilleras, coderas, casco integral, antiparras y bajamos como si fuese un bike park. Obviamente, a los cinco minutos nos quedamos sin aire. Olvidamos la altura y, en verdad, el descenso implica que todo esté alerta, ocupas todas las partes de tu cuerpo”, explica Nadia.

Luego de una vista completamente despejada, a la hora y media de descenso, empezó a caer agua nieve. A las dos horas estaban en el refugio Agostini. “Era muy empinado el principio. Después del refugio, las piedras dieron una dificultad importante. Llegamos a Federación, nos alimentamos y seguimos a Piedras Numeradas. Esa fue la parte más dura porque nos habíamos levantado a las cuatro de la mañana, en ese minuto eran las cinco de la tarde, y nos quedaban tres cerros por pasar antes del bike park. Así que lento y riguroso. El bike park de la Parva también es súper agresivo, es uno de los más difíciles porque tiene mucha roca y saltos”, dice Nadia.

Camino a refugio Agostini a 4.300 msnm @Braulio Vera @braulio_vera
Camino a refugio Agostini a 4.300 msnm @Braulio Vera @braulio_vera

Pero lo lograron. A las 8 de la noche ya estaban en el auto camino a sus casas. Y fueron la primera cordada femenina en lograrlo. “Sentí orgullo y alegría. A mí siempre me importó motivar a más mujeres. En el fondo, si nosotras lo hicimos, alguien más también puede y es cosa de entrenar nomás. Con Nadia no somos de alto rendimiento. Después de la primera vez que fui al Plomo hace un par de años, me propuse hacerlo con una mujer la próxima vez. Y eso me deja orgullosa de nosotras como mujeres y súper motivada de ir más alto”, dice Helene.

Hacia el Kilimanjaro

El paso previo al Plomo fue el volcán San José. Fueron en año nuevo, junto con la pareja de Nadia, sabiendo que estaba pronosticado mal tiempo. Llegaron al campamento base cerca de los 4.500 msnm y se quedaron ahí, pasando una tormenta de nieve durante dos días. Se quedaron ahí sin otra opción, pero eso les permitió aclimatar bien. Dos semanas después estaban en la cumbre del Plomo.

Selfie de año nuevo en CB volcán San Jose a 4600 msn
Selfie de año nuevo en CB volcán San Jose a 4600 msn

Pareciera natural que, después de lograr tan importantes metas, buscarían una próxima aventura. Así fue como Helene le propuso a Nadia sumarse a una meta: conquistar el Kilimanjaro y descenderlo en bicicleta. Desde ese minuto nació el proyecto Bigmountaingirls, cuyo primer paso es la conquista de la montaña africana.

Así han ido tocando puertas con éxitos y fracasos en busca de auspicios y patrocinios. Ir al Kilimanjaro implica no solo los pasajes y el alojamiento, sino contratar una agencia y guías para subir el cerro. Esto, junto a una preparación que ha tenido meses de duración, con un entrenamiento progresivo que empezó en septiembre y durará hasta enero, sumando nuevamente cumbres como el Provincia, el Punta de Guanaco y próximamente el volcán Descabezado.

Jersey oficial del proyecto @bigmountaingirls en valle el Arpa. @Fernando Borques @fdo_borques
Jersey oficial del proyecto @bigmountaingirls en valle el Arpa. @Fernando Borques @fdo_borques

Luego, a mediados de febrero emprenden rumbo a cumplir su sueño. Con él, dice Nadia, quieren “transmitir que las mujeres se sientan identificadas y se empoderen en los deportes extremos, viendo que no es inalcanzable hacer cosas”. En palabras de Helene es “mostrar que se pueden tener objetivos ambiciosos y llegar a más personas para que hagan lo imposible”.

Trabajo en cordada Tomás Abarca @tomas.abarca.photo
Trabajo en cordada Tomás Abarca @tomas.abarca.photo
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