Argentina: Liberan a siete crías de cóndor andino nacidas en cautiverio, la reinserción más grande en este país
Esta liberación ha sido la décimo séptima del programa de Fundación Bioandina “Retorno del Cóndor al Mar”, que ya ha sumado 64 aves que han sido devueltas a la naturaleza en la costa del Atlántico. En todo Sudamérica, ya liberaron 215 aves como parte del Programa de Conservación de Cóndor Andino, que se realiza “con intensos trabajos de campo y sofisticados sistemas de seguimiento satelital”, indicó un comunicado del Ecoparque. La zona en la que fueron soltadas las aves es compartida por el Ecoparque y la Fundación Bioandina, que trabajan junto a científicos e investigadores para contribuir a restaurar las poblaciones de cóndores tanto en Argentina como en otros países de Latinoamérica. Como dato curioso, se tiene que de los siete especímenes, seis llevan nombres mapuches y una de las crías había sido rescatada y rehabilitada tras haber sido intoxicada al comer balas de plomo, un fenómeno que junto al envenenamiento de carroñas constituye una de las principales amenazas de esta especie emblemática en todo el continente y símbolo de algunos desde Colombia, hasta Bolivia, Ecuador y Perú.
Siete crías de cóndor andino (Vultur gryphus) que habían nacido en cautiverio fueron liberadas en la Bioestación de Sierra Pailemán, en Río Negro, en Argentina. Esta es la más grande liberación de ejemplares de esta especie en ese país de que se tenga conocimiento reciente. La zona en la que fueron soltadas las aves es compartida por el Ecoparque y la Fundación Bioandina, que trabajan junto a científicos e investigadores para contribuir a restaurar las poblaciones de cóndores tanto en Argentina como en otros países de Latinoamérica.
Cuatro de esos animales fueron criados y rehabilitados en el Ecoparque. Se trató de la décimo séptima liberación del programa del «Retorno del Cóndor al Mar», que ya suma 64 aves que fueron devueltas a la naturaleza en la costa del Atlántico. En tanto, 215 de esa aves fueron liberadas en toda Sudamérica como parte del Programa de Conservación de Cóndor Andino, que se realiza «con intensos trabajos de campo y sofisticados sistemas de seguimiento satelital», indicó un comunicado del Ecoparque.
El cóndor andino, es el ave voladora más grande del mundo con una envergadura alar que alcanza los 3 metros. La situación del cóndor andino es considerada en algunos círculos como dramática y los esfuerzos por protegerlo se diluyen entre las fronteras, con programas de rehabilitación y recuperación muchas veces aislados: aunque exista la colaboración entre instituciones y especialistas en varios países, faltan programas regionales que escuden a esta ave de su principal amenaza: el envenenamiento de carroñas para acabar con otros depredadores.
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Como dato curioso, se tiene que de los siete especímenes, seis llevan nombres mapuches. Una de las crías es Piuque Wenú (Gran corazón), que fue rescatada por personal del Parque Nacional Nahuel Huapí, en Villa La Angostura, Neuquén, tras ser encontrada gravemente intoxicada por ingesta de balas de plomo. Tayel (Canto Sagrado) nació en el Bioparque Temaikén, fue incubada artificialmente y criada con asistencia de títeres de látex, al igual que Kume Feleal (Buen Vivir); mientras Kurruf (Viento) fue criado allí tras su rescate por parte de miembros de la Estación de Fauna Autóctona de Salta.
Por su parte, Mawun (Lluvia) nació en el Bioparque La Máxima, en Olavarría, como Lihuen (Luz de Vida). Por último, Pachamama, que en quechua y aimara significa Madre Tierra, nació y fue criada en ZooParc de Beauval, en Francia. Por esos seguimientos, se sabe que «ya nacieron 10 cóndores de forma natural en la meseta, de las aves que fueron soltadas allí«, explicaron desde el Ecoparque a medio argentinos.
«Sabemos que unen en sus vuelos la cordillera con el mar, llegando a recorrer distancias mayores a 600 kilómetros desde su lugar de suelta, evidenciando los lugares clave para la conservación de estas fabulosas aves«, indicaron desde la organización Ecoparque de Buenos Aires.
Federico Iglesias, subsecretario a cargo del Ecoparque, aseguró que «la liberación de los pichones, además de ser el momento más emocionante de todo el proceso, es donde se evidencia el necesario trabajo de articulación entre distintos actores de la conservación«.
El Programa cuenta con el apoyo de las Secretarías de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Río Negro, Chubut y Neuquén, la Fundación Temaikén, Bioparque La Máxima, Aerolíneas Argentinas, la Fundación Bioparc, Grand Parc du Puy du Fou, AFdPZ y la Asociación Beauval Nature de Francia.
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Por otra parte, el Ecoparque anunció la restauración de «la tradicional jaula de los cóndores«, un trabajo que requirió más de tres toneladas de acero para reemplazar algunas de las 16 columnas y las vigas, y en el que se suplantaron los arcos perimetrales y diagonales y todos los componentes afectados por el deterioro de la estructura.
La jaula se construyó para ornamentar la Plaza de Mayo para los festejos de las Fiestas Mayas a inicios del siglo XX, una instalación que dirigió el ingeniero Jorge Newbery, pionero de la aviación argentina, quien entonces era director general de Instalaciones Eléctricas y Mecánicas de la Ciudad de Buenos Aires.
Tras las celebraciones el entonces director del zoológico, Clemente Onelli, solicitó al intendente Alberto Casares destinarla para el recinto de cóndores. En el predio de Palermo se la montó nuevamente con una cobertura de alambre tejido y se ambientó el recinto con una réplica de una formación rocosa conocida como Piedra del Águila.
En la jaula, de 600 metros cuadrados, se agregaron grandes piedras traídas de San Juan y La Rioja, y allí vivieron cóndores, caranchos, águilas y gamuzas. Cuando se finalicen las tareas de limpieza, el recinto volverá a alojar cóndores que pertenecen al Programa de Conservación de Cóndor Andino que no pueden ser liberados en su ambiente natural.