Para Ángela, el Parque Las Palmeras es casi su patio. Vive en la población Oscar Bonilla, que colinda con este espacio público de 14,5 hectáreas ubicado en el corazón de la comuna de Renca. Ángela tiene 79 años y fue la primera en llegar a la asamblea participativa del sábado 16 de marzo, enmarcada en el proceso de recuperación del Parque las Palmeras, liderado por la Municipalidad de Renca en alianza con Fundación Mi Parque. Para ella era fundamental estar, no entendía muy bien de qué se trataba el asunto, pero todo lo que tuviera que ver con el parque le importa. Porque es su parque, y está aburrida de que sus nietos no puedan jugar ahí tranquilamente.

Ángela, vecina Parque Las Palmeras ©Mi Parque
Ángela, vecina Parque Las Palmeras ©Mi Parque

Después de ella fueron llegando distintos vecinos del parque Las Palmeras y de la comuna. Mujeres, jóvenes, niños, adultos mayores, rugbistas, representantes de organizaciones mapuches, skaters, dirigentes vecinales, deportivos, culturales y un largo etcétera. ¿Y para qué? Para conversar sobre Renca. Porque como fundación Mi Parque creemos que así se debe entender la participación ciudadana, no tan vinculada a la consulta de “qué queremos que haya en el futuro parque o plaza”, sino más bien, qué queremos que pase en ese lugar, con quién queremos encontrarnos y cómo queremos sentirnos. Para, a partir de eso, diseñar un espacio que acoja a todos y todas.

Foto aérea Parque Las Palmeras ©Mi Parque
Foto aérea Parque Las Palmeras ©Mi Parque

El caso del Parque Las Palmeras es bastante particular y emblemático. Para muchos, la sensación de abandono e inseguridad es evidente y brutal, pero al mismo tiempo tiene un uso intensivo los fines de semana, donde el fútbol es el rey indiscutido. Este parque es el centro del campeonato comunal de Renca, sábados y domingos se juegan partidos desde las 12:00 hasta las 21:00 horas sin parar. Participan 36 clubes que tienen equipos desde las categorías infantil hasta la dorada, es decir, juegan niños de 8 años hasta adultos de más de 60. Esos jugadores no van solos a la cancha, los acompañan sus familias y amigos, y ahí es donde florece el parque en su total magnitud, para bien y para mal.

En este marco, invitamos a conversar y dialogar a personas como Ángela y a los dirigentes del fútbol. ¿Cómo pensamos y diseñamos un parque donde podamos disfrutar todos y todas? Un lugar donde, además del uso intensivo del fútbol, las familias puedan no sólo acompañar, sino también disfrutar en plenitud. ¿Cómo lo hacemos para que el mismo fútbol y otros deportes activen el parque los días de semana? ¿Cómo invitamos a entrar y a sentirnos seguros dentro de este espacio público?

©Mi Parque
©Mi Parque

Las preguntas son infinitas, pero estamos seguros de que la única forma de encontrar respuestas está en seguir escuchando, conversando, explicando y, sobre todo, entendiendo. Así es como la construcción de espacios públicos, de la escala que sea, no puede venir puramente desde preguntarle a los vecinos qué tipo de columpios quieren, sino de entender profundamente qué necesitan ellos que pase en dicho espacio, porque es su espacio.

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