Una mirada íntima a las dunas de la Región de Atacama
Nuestro colaborador invitado, el fotógrafo Paulo Olivier, nos comparte una galería fotográfica de dunas, las cuales “capturó” entre Copiapó y Caldera, en la Región de Atacama. Acá nos cuenta brevemente cómo partió su afición con las dunas y lo que significa para él fotografiarlas. “El título que yo le puse a este trabajo, de manera provisoria, es “El Desierto que habita en mí”, que no es tanto lo que yo veo, sino lo que a mí me sugiere el lugar donde estoy. Y esa es un poco la apuesta de mostrar esta mirada más íntima del lugar”, dice. A ti, ¿qué te evocan estas fotografías?
En plena pandemia, cuando las condiciones sanitarias se lo permitieron, el fotógrafo Paulo Olivier agarró su equipo fotográfico y preparó todo lo necesario para acampar un par de días. Su idea era conocer la zona entre Copiapó y Caldera, donde las dunas son una parte del paisaje. El encuentro con ellas para él fue amor a primera vista. Y no dejó de volver a ese lugar.
“Ya perdí la cuenta de cuántos viajes he hecho en estos años, siempre por el mismo sitio o similares. Me quedo dos o tres noches, explorando un tipo de fotografía mucho más íntimo. De alguna manera no busco tanto un retrato del paisaje en sí, sino que jugar un poco con las luces y sombras, descubriendo lo que me sugiere ese lugar”, dice Paulo.
Según explica, siente algún tipo de afición con las dunas que le permite realizar su trabajo. De alguna manera, cree que ese encanto puede ser por el recuerdo que le traen de sus viajes de acampada junto a su familia a prístinas playas, durante los años 80´. Pero también la genera el estar en lugares que no están intervenidos, en los que la conexión con el paisaje permite “envolverse” en él, haciendo una propia búsqueda fotográfica.
En ese recorrido, vale la pena visitar el territorio con diferentes condiciones. Por ejemplo, con la niebla que quedó como un manto debajo de él durante una dura mañana de fatiga, o cada hora con diferentes luces y sombras que le permiten “jugar” con las dunas, en cada estación del año. “Cada vez que uno va se encuentra con un paisaje distinto y eso me encanta. Por eso vuelvo, siempre expectante a qué me va a sorprender este viaje”, dice.
Cada vuelta significa también sobrellevar algunas dificultades. Para cada lugar al que se llega hay que caminar por lo mínimo dos horas desde el campamento o desde el vehículo, cargando todos los equipos, agua y comida para sobrevivir. También hay que cuidarse del sol, el viento y la arena que éste levanta. Eso hasta empezar con la fotografía.
“Como fotógrafo, hay que agudizar mucho la vista y aprender a trabajar con teleobjetivo. Es una cosa rara un fotógrafo de paisaje hacerlo, yo trabajo mucho con un lente 150-600 mm, que generalmente se ocupa para fauna y aves, siendo muy largo. De hecho, muy poca gente se imagina qué uso tiene para el paisaje y es que, más que tomar el paisaje amplio, de repente buscas un detalle en esa zona puntual del paisaje en el que se da un tipo de luz y sombra que va a generar algo muy lindo”, explica Paulo.
A esto agrega: “Entonces, cambiar el uso del lente angular tradicional y caminar mucho es algo clave en estas fotos. Además, soy muy autocrítico y exigente con mi trabajo, no me permito repetir mis tomas. Por eso busco algo distinto y eso ha sido una constante evolución de descubrir distintas formas de enfrentar la fotografía de dunas”.
En ese sentido, para él cada una de sus capturas le sugieren algo. Por ejemplo, sensualidad por la similitud con la piel y las formas de las dunas, o misterio cuando las fotos tienen un resultado más frío, con dunas que parecen azules. “Son fotos muy sencillas, en las que juego con detalles de luz y sombra y un poco más. Con eso se me ha abierto un poco la mano del espectro de formas para enfrentar el mismo paisaje. Espero que el resultado sea un libro de aquí a dos años”, dice Paulo.
Mientras tanto, espera que a cada persona que vea la foto le evoque algo personal, dado que también se trata de un trabajo subjetivo. “El título que yo le puse a este trabajo, de manera provisoria, es “El Desierto que habita en mí”, que no es tanto lo que yo veo, sino lo que a mí me sugiere el lugar donde estoy. Y esa es un poco la apuesta de mostrar esta mirada más íntima del lugar