Carretera de Puerto Natales hacia Torres del Paine, en la región de Magallanes. ©Manuel Fuentes
Carretera de Puerto Natales hacia Torres del Paine, en la región de Magallanes. ©Manuel Fuentes

Recorrer Chile es una tremenda experiencia. Ir a visitar los lugares que comprenden nuestra loca geografía es toda una aventura y al estar en ellos vislumbramos tanto ciudades como paisajes naturales sorprendentes. Sin embargo para poder llegar a ellos debemos transitar por miles y miles de kilómetros en cada viaje, y ese recorrido se transforma a su vez en una magnífica oportunidad para detenernos y apreciar la ruta, que a veces se tuerce y a veces se prolonga casi al infinito; rodeada de elementos multicolores o traspasando extensas áreas en donde parece que nada puede crecer o vivir, permitiéndonos disfrutar de una variedad interminable de situaciones y momentos que a veces se traducen en un color del cielo, una persona o un divertido grupo con quien hablar y a veces simplemente el viento y la soledad.

Camino al salar de Surire, en el extremo norte de Chile. ©Manuel Fuentes
Camino al salar de Surire, en el extremo norte de Chile. ©Manuel Fuentes

Desde el desierto a la Patagonia nos sumergimos en un mundo propio que está compuesto tanto por la naturaleza como por el camino, ineludibles y en particular asociación. Pavimento, ripio, tierra, rutas anchas y senderos apenas trazados; ese camino que nos guía, nos orienta y a veces nos vuelve locos al verlo interminable y perderse en el horizonte. Pero es así mismo como nos regala postales particulares y únicas mientras amanece o se esconde el sol, con nubes en movimiento y sombras pasando por el camino, con cielos azules profundos como un telón de fondo donde se recortan las siluetas y colores de la geología, horizontes perpetuos en los que vemos a lo lejos a veces nuestro destino y a veces sólo un punto más del trayecto, una oportunidad.

Parque Conguillío, en la región de la Araucanía. ©Manuel Fuentes
Parque Conguillío, en la región de la Araucanía. ©Manuel Fuentes

Recorrer Chile es eso: recorrerlo, observarlo, detenerse y apreciar su inmensidad. Un alto en el camino no es una pérdida de tiempo, es simplemente aventurarse y vivir la ruta; es parar el motor y tomar un café, sentir antes de continuar la exploración, es compartir y estar solo, tomar una fotografía y entrecerrar los ojos, es ver las aves libres y los animales que te miran curiosos, para una vez absorbida la magia volver al movimiento, sabiendo que esos minutos de detención se transformaron en un momento recordable, en un instante capturado, en una marca en la memoria.

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