Hace muchos años encargamos a un biólogo a hacer un catastro de especies nativas en nuestro campo familiar, en el sector de Pedregoso, Villarrica. Él nos contó con la emoción de bombos y platillos que en dicha tierra se podía encontrar la rarísima «flor de la araña». Nos mandó una foto y fue la foto del WhatsApp familiar durante mucho tiempo, pero nosotros nunca la vimos.

Hasta el fin de semana recién pasado, en un bosque de Tiques (Aextoxicum punctatum) muy lindo y longevo que hay en las cercanías fue avistada por uno de mis hermanos, quien también llegó con bombos y platillos a contarnos que al fin encontrábamos esta rareza de la naturaleza. Una rareza por su extrema escasez y por sus características únicas. Es una planta que no tiene la capacidad de sintetizar clorofila, por lo que no puede hacer fotosíntesis. Fue quedando relegada bajo la sombra del espeso bosque valdiviano y tuvo que adaptarse para sobrevivir sin sol, por lo que se asoció con hongos y bacterias junto a los cuales genera los nutrientes que necesita para vivir a partir de materia orgánica en descomposición, osea esa una planta saprófita -como los hongos-, ¡es decir una planta que come!

Todo su cuerpo está bajo tierra y de ella brota una vez al año una única flor en primavera, la que tiene muchas similitudes con una araña, hasta prácticamente imita los quelíceros de los arácnidos y las patas con esas largas estructuras que salen de la flor. Es una planta endémica de América del Sur y no tiene parientes vivos, es una planta monotípica. Considérense muy afortunados si la encuentran. Búsquenla en los bosques de Tiques en primavera ya que dicen que por ahí anda. Caminen con cuidado porque no es fácil ver a la pequeña y rarísima Arachnites uniflora, más conocida como la Flor de la araña.

©Edmundo Hermosilla
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