No estoy seguro si fue la televisión, específicamente programas como Frutos del País o Tierra Adentro, o las incontables revistas de turismo que habían en mi casa los cuales, desde chico, influyeron en mi pasión por el viaje. Lo cierto es que ya de adulto los viajes y el mochileo empezaron a ser una opción que abracé convencido. Hace varios años me dedico a la fotografía independiente y siempre he tenido el hambre de expandirme al Sur de Chile. Aquí les comparto algunas fotografías de mis viajes a la Isla Grande de Chiloé donde mochileando en soledad, intenté sumergirme en las localidades y acceder a las personas, paisajes y lugares que eran transmitibles y memorables. La idea de conectar esas pequeñas sensaciones de descubrimiento a través de la fotografía, era mi objetivo.

©Martín González
©Martín González

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Comencé el 2014 con mi primer “mochileo fotográfico”, mis pertrechos, mi cámara y yo. En esa oportunidad estuve muy poco en la Isla, hice un reconocimiento parcial y francamente saqué menos fotos de las que tenía pensadas. Había fotografiado parte de la “mini fauna” del Parque Nacional Chiloé, a orillas del Lago Cucao.

©Martín González
©Martín González

Insectos, sapitos y naturaleza silvestre fueron los protagonistas de aquellas tomas, donde en el lago, se levantaba una cálida bruma en un solitario pero hermoso panorama donde el sol y la niebla hacían un juego perfecto. Era suficiente para recordarme que debía volver al siguiente año.

©Martín González
©Martín González

El viaje decisivo: Chiloé costumbrista

El 2015 se acercaba con fuerza, y pese a que había un buen número de fotografías inéditas, quería esta vez ir con referencias y mejor preparado. Es así como en ese mismo año, mis planes mochileros me llevaron al corazón del Gran Festival Costumbrista en Castro, Chiloé a reencontrarme con la isla. Ya con más experiencia de mochila, ubiqué buenos campings y hostales que me permitieron permanecer por más tiempo en ciertas localidades.

Costumbrista en Chiloé. ©Martín González
Costumbrista en Chiloé. ©Martín González

Sin duda el Festival Costumbrista fue una de las experiencias más memorables que guardé de esa segunda visita a Chiloé. Si hay algo de lo que no me privé, fue de los diferentes sabores que entregaban los puestos de comidas a precios bastante accesibles. Junto con eso, fueron apareciendo rostros, gestos, actitudes y conversaciones con gente chilota en su propio medio. Así pude acercarme a diferentes puestos contándoles que el objetivo de mi mochileo por la zona, era con un tinte fotográfico e introspectivo. Y pese a que generalmente el mochilero no es muy bien visto (lamentablemente y con razón debido a problemas con el medio ambiente), fui muy bien acogido por todos y todas.

En Cocinerías Dalcahue, visité a quienes el 2014 me habían recibido con un mariscal espectacular, y les entregué algunas fotos impresas. Parte de ese viaje consistió en unir los lazos de mi fotografía con los fotografiados. Volví a ubicar a algunas personas a quienes yo había fotografiado, y éstas, en su infinito cariño, me ayudaron con alojo, alimento y sabios consejos de la Isla.

En Dalcahue. ©Martín González
En Dalcahue. ©Martín González

La maja de manzanas, el cultivo de papas, la preparación del curanto, el trasquilado de ovejas, los pescadores de Ancud, las panorámicas de la Isla Aucar de las Almas Navegantes y otros paisajes, fueron sólo algunos atractivos que pude fotografiar durante casi las 3 semanas que pude estar ese año en Chiloé.

Pescadores de Ancud. ©Martín González
Pescadores de Ancud. ©Martín González
Habitante de Catstro. ©Martín González
Habitante de Catstro. ©Martín González

Desde entonces he mantenido el contacto con algunas familias de a Isla y los he vuelto a visitar. Hoy estoy trabajando en un proyecto editorial que reúna mis experiencias en localidades sureñas y australes que he visitado, entre ellas Chiloé, Llanquihue, Calbuco, Puerto Cisnes y Coyhaique. Mi idea ha sido dar a conocer desde una mirada introspectiva el mochileo fotográfico. La forma en que, en complicidad con la cámara, podemos transmitir esas sensaciones de calidez indescriptibles y unir naturaleza, personas y cultura prescindiendo de costosos viajes y con la disposición de conocer de cerca el terreno mochileando.

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