El río Isar fluye a través de Baviera y es tributario del Danubio, el río más largo de Europa central, el cual conecta más de 10 países y desemboca en el Mar Negro. El río Mapocho es tributario del río Maipo, el cual desemboca en el océano Pacífico. Así, la similitud no es evidente, pero ambos ríos comparten una historia común, relacionada con la canalización de sus aguas, la pérdida de su llanura fluvial, y la represión de su carácter de ríos de montaña.

Río Isar en Múnich

Este río nace en la cordillera de los Alpes, en Austria, desde donde fluye serpenteando por varias ciudades hasta desembocar en el Danubio. A la altura del la ciudad de Múnich, hasta hace un par de años, este río presentaba lo mismo que la mayoría de los ríos europeos: una canalización con orillas -y muchas veces también el lecho- contenidas por cemento, la pérdida de sus meandros (las curvas que hacen los ríos) y su llanura fluvial, así como una alta contaminación producto del vertimiento de residuos líquidos agrícolas e industriales en sus aguas.

Para los celtas, el Isar era conocido como el río torrencial. De hecho, a principios del siglo XIX, era un río alpino típico con amplias islas de grava y un lecho en constante cambio. Sin embargo, debido a repetidas inundaciones sufridas por varios distritos aledaños al río, y en una búsqueda constante por imitar el carácter urbano de las principales capitales europeas (cada cual con su propio río domesticado: París y el Sena, Londres y el Támesis, Berlín y el Esprea), el río Isar empezó a ser canalizado a mediados del siglo XIX. Esto mediante el uso de diques y orillas amuralladas, que dieron forma al corset del río Isar, denominación dada a la canalización del río en su curso por la ciudad de Múnich.

Postal del río Isar fluyendo canalizado _en su corset_ a través de Múnich (1918) ©Cortesía de Jens Benöhr
Postal del río Isar fluyendo canalizado en su corset a través de Múnich (1918) ©Cortesía de Jens Benöhr

De este modo, a fines del siglo XIX, el río Isar cumplía los principios del ingeniero Johann Tulla, conocido como el «Hombre que domesticó el Rin», quien escribió: “cada río o arroyo necesita solo un lecho y si tiene varios brazos, debemos trabajar hacia un recorrido estrecho. Un río debe mantenerse lo más recto posible”. Sólo la geometría y la funcionalidad podrían embellecer los ríos, naturalmente erráticos y peligrosos.

Siguiendo estos preceptos, el Isar fue estrechado y enderezado, manteniendo una pradera de inundación paralela a lo largo del lecho del río principal para amortiguar las inundaciones de verano, y algunos canales laterales restantes por el bien de las centrales hidroeléctricas.

Sin embargo, a principios de los años ochenta del siglo XX, la ciudad dio los primeros pasos que eventualmente condujeron a la siguiente transformación del Isar. La atención pasó lentamente de la seguridad contra inundaciones a la calidad ambiental y social.

Renaturalización

En gran parte, la sociedad europea anhela lo salvaje, algo perdido hace décadas en el viejo continente. Entre 1980 y 1990, los llamados a un ambiente más natural en los tramos «corregidos» del río Isar se hicieron más fuertes. Habiendo establecido, por un lado, que partes de la región no cumplían con los nuevos estándares de protección contra inundaciones, y con la creciente necesidad de espacios recreativos, por otro; la idea de un proyecto importante para resolver ambas circunstancias parecía la mejor solución. En 1995, se inició el Plan Isar.

El Plan Isar fue un proyecto piloto de restauración del río que surgió de una estrecha colaboración entre varios actores, incluidos la ciudad de Múnich, el Ministerio de Baviera y la sociedad civil. Se formó un grupo interdisciplinario encargado de la planificación con ingenieros, arquitectos paisajistas, urbanistas y biólogos, así como el apoyo de grupos ciudadanos. Los costos de las medidas de protección contra inundaciones y renaturalización implementadas en el río Isar de Múnich ascendieron a aproximadamente 35 millones de euros. Estos costos fueron cubiertos por el Estado de Baviera y la ciudad de Múnich, e incluyen todas las medidas ecológicas, paisajísticas y de ingeniería hidráulica realizadas.

Antes (izquierda) y después (derecha) del Plan Isar ©Cortesía de Jens Benöhr
Antes (izquierda) y después (derecha) del Plan Isar ©Cortesía de Jens Benöhr

La restauración del corredor fluvial de ocho kilómetros a través de la ciudad comenzó en 2000. El objetivo principal era mejorar la protección contra inundaciones a través de un paisaje fluvial restaurado, al tiempo que mejorar la calidad del agua, la biodiversidad y las oportunidades recreativas. Así, en el transcurso de once años, el Plan Isar se hizo realidad. El cauce del río se extendió, y sus riberas se nivelaron y rediseñaron para darles un carácter más natural: se integraron áreas de aguas poco profundas y zonas más profundas, así como rocas que generaron rápidos y áreas de aguas más tranquilas. La población de árboles existente en los diques del Isar se mantuvieron en la mayor medida posible. Se crearon bancos de grava, riberas suavemente inclinadas y pequeñas islas. Estas medidas fueron diseñadas para desencadenar un proceso de desarrollo ecológico que permitiera retornar al río a su original carácter alpino.

Surfeando olas en el río Isar ©Cortesía de Jens Benöhr
Surfeando olas en el río Isar ©Cortesía de Jens Benöhr

Así, el Isar se ha convertido en una atracción durante todo el año para los residentes que contribuyen activamente al ambiente interactuando con el río, nadando, jugando en su orilla e incluso surfeando en olas que aparecen cuando las aguas del río aumentan con los deshielos de primavera. El Plan Isar ha armonizado los intereses de la protección contra inundaciones, la conservación de la naturaleza y los estilos de vida urbanos en una zona fluvial de usos múltiples.

Además, la restauración ha permitido que el río tenga más espacio para recuperar sus características naturales. Así, el origen alpino del Isar es cada vez más evidente. Con cada inundación, el río puede remodelar sus orillas y cambiar sus bancos de grava que, a su vez, crean nuevos hábitats para la flora y fauna nativa del valle del río Isar.

Río Isar renaturalizado ©Burkhard-Mücke
Río Isar renaturalizado ©Burkhard Mücke

Entre las críticas hacia la restauración del río Isar se cuestiona su función como un trabajo meramente cosmético del paisaje. Si bien en términos ecológicos el proyecto claramente no es una restauración completa, sino una recuperación parcial del ecosistema fluvial, es importante entender el calibre del proyecto, dado que una restauración fluvial en contexto urbano contempla compromisos muy grandes de parte de la población y el gobierno de la ciudad. Además, el río se mantiene tanto corriente arriba como abajo con una fuerte presión humana producto de la actividad agrícola, así como el control con represas y centrales hidroeléctricas. Sin embargo, nos parece un gran ejemplo dado que ha acercado a la población a un río que estaba prácticamente alienado del imaginario urbano de los bávaros. Hoy el río Isar es el principal atractivo de Múnich, y cientos de humanos, aves, castores y otras especies disfrutan de sus playas y aguas cada día.

De ríos alpinos a ríos andinos

El río Mapocho es un río salvaje, torrentoso y cargado de sedimentos provenientes de lo más alto de los Andes, desde donde baja hacia Santiago. Este cuerpo de agua recibe asistencia del río Maipo, quien le cede parte de su caudal a través del canal San Carlos, a la altura de Nueva Tobalaba. Factores como el cambio climático, sumado al uso excesivo de sus aguas en su cauce superior, principalmente para satisfacer la extracción minera, han repercutido fuertemente en una disminución de su caudal superficial y nivel de aguas subterráneas. Así, el río Mapocho hoy parece un estero.

Vista de los Tajamares del Mapocho, Giovatto Molinelli (1855) Archivo Visual de Santiago
Vista de los Tajamares del Mapocho, Giovatto Molinelli (1855) Archivo Visual de Santiago

Sin embargo, la historia nos muestra que no siempre fue de esa manera. Relatos como “el río viene tan grande que no se puede pasar sin gran riesgo y en excelente caballo”, del escribano público Nicolás de Gárnica en 1574, “y es tan caudaloso que llega a la cincha de los caballos, y estuvo por afogar varios yndios que intentaban cruzarlo”, nos recuerdan su caudaloso pasado. No olvidemos que la ciudad de Santiago fue fundada a los pies del cerro Santa Lucía y entre los brazos del Mapocho como forma de proteger a los habitantes de posibles ataques e inundaciones. Además, la fertilidad del valle del Mapocho -producto de las tierras ricas en nutrientes entregadas por el río-, propició que este lugar se convirtiera en la capital del Reino de Chile.

Canalización del Río Mapocho. (1875) Colección Museo Histórico Nacional
Canalización del Río Mapocho. (1875) Colección Museo Histórico Nacional

Pero a pesar de los beneficios y la abundancia que entregaba el río, debido a su impronta salvaje e indomable, siempre fue considerado un obstáculo para la ciudad. Por ello, desde fines del siglo XX, el río Mapocho fue paulatinamente contenido y canalizado. Y a pesar de que generaciones han destinado sus esfuerzos en contener las crecidas que constantemente afectan el normal funcionamiento de Santiago, como dicen, “el agua tiene memoria”, y el Mapocho en sus 25 grandes desbordamientos, ha buscado retornar a sus orígenes, sobrepasando diques, tajamares y murallas que buscan encauzar sus aguas. Hoy en día, el Mapocho fluye apresurado y disminuido entre edificios, autopistas y la congestión de la ciudad.

Mapocho libre y salvaje

Actualmente, las palabras de Silvana Di Monte cobran especial relevancia: “¿Qué pasaría si los caciques, Vitacura y Apoquindo pudiesen ver en qué se convirtió la ribera del río Mapocho donde cultivaban porotos, papas y maíz?”.

Al respecto, ver plantaciones en lo que es actualmente Vitacura, sería digno de una película de ecoficción. Sin embargo, sí es posible repensar el Mapocho en otros aspectos: pensar en la resolución de sus bordes; en el acceso libre y seguro al río (sin tener que cruzar cinco carriles de automóviles para acceder a una u otra orilla), en la apertura de sus riberas y en la conexión del río con otras áreas verdes que actúen como corredores biológicos, además de su rol ecológico como controlador climático, y la enorme posibilidad de mejorar la calidad de vida de las personas al reconocer su posibilidad de gigantesca área verde. En este sentido, la detención del vertimiento de aguas servidas en el río, es una muestra clara de que con voluntad y planificación, es posible restaurar el río Mapocho.

De esta inquietud nace Mapocho Río Abajo, intervención organizada por un grupo de amantes de las aguas, la cual consiste en la limpieza y recuperación del río a la altura de la comuna de Providencia. El domingo 1 de Diciembre nos reuniremos a las 15 horas en Puente La Concepción para realizar una limpieza masiva del antiguo río, mientras navegantes de todo tipo de embarcación descenderán sus aguas, en señal de respeto y unión con el río. Y entonces… ¿Es navegable el río Mapocho? ¡Por supuesto! Con embarcaciones propias para ese tipo de aguas salvajes como canoas, stand up paddles, u otros.

Mientras en Europa los proyectos de restauración invierten millones de euros, provenientes de fondos públicos, para recuperar sus ríos, en Sudamérica gastamos millones de pesos, muchas veces de fondos públicos también, para destruirlos.

Por eso, miremos una vez más al río Mapocho, evoquemos con la mirada su antiguo curso, buscando los meandros borrados por su canalización. Río hermano del Isar, con historias, y ojalá desenlaces, similares. Trabajemos por un Mapocho libre y salvaje, soñando volver a ver su cuerpo fluvial restaurado, un cuerpo que nunca dejó de ser cuerpo andino.

Vista al Mapocho y el oriente de Santiago en 1922, desde el cerro San Cristóbal
Vista al Mapocho y el oriente de Santiago en 1922, desde el cerro San Cristóbal
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