Santuario Bosque de Calabacillo, un caso de éxito
Han pasado cinco años desde la creación del Santuario de la Naturaleza Marino Bosque de Calabacillo en la Región de O’Higgins, el primero de su tipo en el país creado con el fin de proteger la alta biodiversidad de la zona asociada al único bosque de la macroalga calabacillo en el área. Y a la fecha ya se ven los frutos de esta medida, que ha permitido hacer frente a la amenaza de la explotación y la recuperación de varias especies.
Hace más de diez años comenzaron los esfuerzos para proteger al bosque de calabacillo de Navidad y este 2018 se cumplen cinco años de la declaración de éste como santuario de la naturaleza, el primer ejemplo nacional de santuario de la naturaleza marino que protege un bosque de algas.
En 2007 se presentó el expediente para que el bosque de calabacillo fuera declarado santuario de la naturaleza al Consejo Nacional de Monumentos Nacionales del Ministerio de Educación del Gobierno de Chile. No fue hasta el 2013 que se declaró definitivamente en el Diario Oficial al bosque de calabacillo de Navidad como santuario de la naturaleza, describiéndose como “la porción de agua y fondo de mar aledaña al sector sur de la playa Las Brisas de Navidad, comuna de Navidad, de una superficie aproximada de 11,113 hectáreas”.
La declaración de un santuario de la naturaleza significó una importante figura de protección. Sin embargo, lo que ha hecho del Santuario del Calabacillo un caso exitoso, es su modelo de creación, incorporando distintos grupos de la sociedad civil. El trabajo conjunto entre académicos de la Pontificia Universidad Católica, la Municipalidad de Navidad y la Federación de Pescadores de Navidad permitió el co-diseño de este modelo de gestión y administración a cargo de las unidades locales (Municipalidad y Federación de Pescadores) con asesoría académica de Stefan Gelcich, del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad de la UC (CAPES UC).
Esta área costera protegida de la comuna de Navidad, en la Región de O’Higgins, ubicada entre las localidades de Matanzas y Las Brisas, protege un ecosistema dominado por bosques submarinos del alga parda calabacillo (Macrocystis pyrifera). El calabacillo posee vesículas de aire que permiten que sus hojas floten hasta la superficie del mar y generen un mejor proceso de fotosíntesis, propiciando el desarrollo de numerosas especies –principalmente invertebrados y peces de roca–, como erizos, lenguados, lapas, locos y róbalos. En torno a este particular ecosistema se desarrollan alrededor de veinte especies de algas, más de cincuenta tipos de invertebrados y más de una docena de aves.
El calabacillo se quizo proteger ya que se usa como alimento de herbívoros y de moluscos cultivados, y presentaba riesgo de sobreexplotación, lo que podría haber puesto en riesgo la diversidad biológica del ecosistema que genera.
Hoy, a cinco años de la creación del santuario, los principales logros según Stefan Gelcich son: “A nivel científico, el santuario ha ayudado a hacer seguimiento de cómo se hacen redes de cooperación, las cuales pueden resultar en herramientas virtuosas de conservación. En términos biológicos el bosque ha podido mantenerse frente a la amenaza de la explotación y se han recuperado varias especies. Desde la perspectiva municipal, cada año ha habido encuentros en torno al santuario, cursos de buceo, programas de educación ambiental en torno a esta área protegida, entre muchos otros”.
Además, hasta hoy se han realizado una serie de actividades y productos asociados a la divulgación y valoración del Santuario. Un libro de cuentos preescolar (Los Amigos del Santuario, Ediciones UC), cuya autora es Luz Valeria Oppliger, sesiones de cuenta cuentos marinos, cursos de buceo a alumnos del Liceo de Navidad, un festival de verano, y conferencias en foros nacionales e internacionales. “Podemos decir que este santuario ha dado identidad a la comuna de Navidad”, comenta Stefan Gelcich.
“Entre los desafíos que enfrenta actualmente el Santuario están la consolidación de planes de administración y mantener a la comunidad, especialmente al trío municipalidad-universidad-federación de pescadores encantados con la figura del santuario”, asegura Gelcich.
Por su parte desde el centro CAPES, destacan cómo a partir de este modelo de protección, han surgido diversas iniciativas educativas, ambientales, culturales, turísticas y comerciales que han permitido, entre otras cosas, valorar no sólo la belleza escénica y diversidad natural de la zona, sino también impulsar elinterés turístico en la comuna.