Cuando recuerdo la experiencia de visitar el Parque Nacional Bernardo O’Higgins pienso siempre en un gran encuentro con el hielo, el frío y los paisajes azules de la Patagonia. El parque se ubica entre las regiones de Aysén y Magallanes, siendo el parque nacional más extenso de Chile con 3.525.901 hectáreas, y una de las reservas de agua dulce más importantes de nuestro planeta. Lo conforman gran parte de los Campos de Hielo Sur, siendo protagónicos en sus vistas los glaciares y fiordos o canales de agua.

Para llegar, su acceso puede ser difícil. Las visitas se limitan a algunos meses del año, debido a las complejas condiciones climáticas con amplias variaciones en un día, precipitaciones y vientos. Y sus principales entradas son sólo vía marítima y se encuentran en Punta Arenas, Puerto Natales o Puerto Montt. Aunque existen diversas agencias turísticas que ofrecen recorridos al parque.

Canal Kirke ©Scarlett Araya
Canal Kirke ©Scarlett Araya

Para mi viaje en específico, tomé la llamada Ruta Kaweskar organizada y guiada por la cadena de cruceros Skorpios, y llamada así por del pueblo canoero de los Kawésqar, quienes antiguamente habitaban y navegaban estas tierras.

La excursión inició zarpando desde Puerto Natales para entrar luego al parque por el Canal Kirke. Al amanecer despertamos en las cercanías del glaciar Amalia, y ya desde la embarcación, pudimos observar a lo lejos su gran muralla de hielo. Este glaciar tiene un impresionante ancho aproximado de 2,5 kilómetros y una altura de 70 metros. Se caracteriza además por la presencia de un reconocible volcán llamado Reclus. Lamentablemente el glaciar Amalia, como la mayoría de los presentes en el parque nacional, se encuentra en retroceso.

Glaciar Amalia ©Scarlett Araya
Glaciar Amalia ©Scarlett Araya

Más tarde ese día nos aproximamos a conocer un segundo glaciar: El Brujo. Si bien la fotografía que les comparto no es representativa del glaciar, para mí lo es de sus texturas y llamativos colores. En el glaciar El Brujo el buen clima nos acompañó y logramos desembarcar y caminar en su roca de origen magmático. De él definitivamente me conquistaron sus texturas. ¡Es increíble la cantidad de tonos que se esconden bajo sus hielos milenarios!

Glaciar El Brujo ©Scarlett Araya
Glaciar El Brujo ©Scarlett Araya

Para el segundo día de recorrido salimos a conocer el Fiordo Calvo, uno de los más atractivos y menos explorados de los Campos de Hielo Sur. Está compuesto por seis glaciares, tres de ellos se visitan durante la ruta: el glaciar Fernando, Capitán Constantino y Alipio.

A medida que avanzaba la jornada, las variaciones en el clima nos daban entretenidos juegos visuales de luz y sombras en los glaciares. Los colores únicos que pudimos apreciar resultan de la presión de aire generada dentro del hielo. Destacan los celestes, el azul y el blanco; ellos poseen mayor resistencia y se hacen visibles.

Fiordo Calvo ©Scarlett Araya
Fiordo Calvo ©Scarlett Araya

Para navegar a través del Fiordo Calvo es necesario hacerlo en una motonave especializada que pueda abrirse paso entre el hielo sin mayor problema. Seguimos interiorizándonos en los canales de agua, descubriendo la tranquilidad y los sonidos de los rincones australes de Chile. Cada día de visita en el parque, cada lugar, cada glaciar, era algo único.

Fiordo de las Montañas ©Scarlett Araya
Fiordo de las Montañas ©Scarlett Araya

El último día fuimos a conocer el Fiordo de las Montañas, ¡otro de mis favoritos! Este fiordo lo componen cinco glaciares que provienen de las altas montañas de la cordillera Sarmiento: el glaciar Bernal, Herman, Encina, Paredes y Alsina.

El Alsina es uno de los más reconocibles gracias a su gran muralla de hielo, que aparece con sorprendentes tonalidades de azul y blanco. Nos enfrentamos a ella con humildad. Su presencia era imponente.

Glaciar Alsina ©Scarlett Araya
Glaciar Alsina ©Scarlett Araya

Finalizando el recorrido, nos situamos frente al glaciar Bernal y observamos las montañas que lo acompañan en sus alrededores. Sus formaciones rocosas y vegetación tupida, le dan un toque que parece sacado de la prehistoria reflejando la esencia de estos lugares poco explorados y sin mayor presencia del hombre.

Glaciar Bernal ©Scarlett Araya
Glaciar Bernal ©Scarlett Araya

Ya en el glaciar Bernal, nos encontramos con grandes superficies para recorrerlo. Lamentablemente esto es producto de su estado en fase terminal: el Bernal presenta un notorio retroceso y adelgazamiento. Su formación data de 30.000 años aproximadamente pero hoy, debido al deshielo, no alcanza a encontrarse directamente con el mar.

Con el tiempo ha formado a sus pies una laguna y la flora ha comenzado a colonizar las áreas del hielo. Se dice que en el Bernal podemos ser testigos de la vida y muerte de un glaciar. El derretimiento es natural pero sabemos que ha sido acelerado enormemente por el impacto del hombre y el cambio climático.

Glaciar Bernal ©Scarlett Araya
Glaciar Bernal ©Scarlett Araya

Este es un viaje dulce y agrio, que a cada momento nos habla de la belleza y al mismo tiempo de la fragilidad de nuestro planeta.

Respetemos, cuidemos, protejamos. 

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