Una caminata por el bosque nuboso de Baja Verapaz, en Guatemala
En este recorrido compartido por Mongabay Latam, Daniel Núñez, biólogo y fotógrafo guatemalteco de vida silvestre, recorre este enorme espacio con su cámara, retratando la belleza de sus paisajes, la flora y la fauna. El bosque nuboso ocupa un 5 % del territorio nacional de Guatemala. Son más de 537.423 hectáreas, distribuidas a lo largo de 19 departamentos, que albergan una enorme biodiversidad. Sin embargo, este ecosistema peligra por amenazas como la deforestación y el cambio climático.
La expedición nocturna de unos científicos estadounidenses, en búsqueda de una serpiente particular, se extendió durante más de cuatro horas. Por más que caminaron adentrándose en el bosque nuboso de Alta Verapaz, en Guatemala, el sendero no les llevaba a su objetivo. “Dijimos, bueno, tal vez esta noche no va a aparecer, porque así es la naturaleza, no siempre se deja ver”, narra Daniel Núñez, biólogo y fotógrafo de vida silvestre que guiaba la caminata.
Se hacía tarde y se habían cansado de buscar a la famosa serpiente que comúnmente es vista en ese mismo sendero o cerca de cuerpos de agua, así que decidieron volver a la estación. Al darse la vuelta y avanzar, allí estaba, sobre la hoja de una palmera: la gushnayera (Bothriechis aurifer), una serpiente que dejó a todos con la boca abierta.
“Luego de haber caminado por horas buscándola, aparece a dos minutos caminando de la estación en donde habíamos dejado el carro. Eso es algo que me apasiona como fotógrafo: a veces encuentras al animal lejísimos y te cuesta horas, semanas, meses o viajes encontrarlo. Pero a veces lo puedes ver en cinco minutos”, se ríe Núñez, especialista en herpetología.
Esta especie de color verde intenso, con manchas amarillas y patrones negros, y una mirada penetrante, se encuentra únicamente en estos bosques y su hábitat es muy específico. Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra bajo la categoría de Vulnerable y con su población disminuyendo, pues el bosque nuboso es uno de los ecosistemas más afectados por la deforestación y el cambio climático en Guatemala.
“Aquí y en todo el mundo, las serpientes son mal vistas, existen los mitos, existe un miedo. Pero creo que esta es una serpiente que puede llamar la atención a esas personas. Documentar a las serpientes es una forma de decir que son importantes, que nos sirven a todos en los roles ecosistémicos y que, al final, pueden llegar a ser muy bonitas”, describe el biólogo.
Al igual que la gushnayera, hay otras especies de serpientes, salamandras, ranas e incluso aves que son endémicas del bosque nuboso —agrega Núñez—, por lo que si este ecosistema desaparece, es probable que estas especies lo hagan también.
“Si su hábitat se sigue perdiendo, esta especie va a estar en peores condiciones. No se puede adaptar a un clima con menos humedad, en donde haya más calor. Si el cambio climático afecta más al bosque nuboso, es probable que la especie se pierda; por eso es muy importante conservar los remanentes de este ecosistema que todavía existen en Guatemala y en Chiapas, México”, explica el especialista.
Este es un recorrido junto a Daniel Núñez por los rincones que albergan una asombrosa biodiversidad en el bosque nuboso de Alta Verapaz, Guatemala.
Primera parada: el paisaje
El bosque nuboso ocupa un 5 % del territorio nacional guatemalteco. El Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) describe que esto corresponde a 537 423 hectáreas distribuidas a lo largo de 19 departamentos, principalmente en las partes altas del altiplano occidental, en la Sierra de las Minas y sus alrededores —que incluyen a Alta Verapaz y Baja Verapaz—, de la cadena volcánica y altiplano central, así como en volcanes y montañas del suroriente.
Estos bosques contienen flora, fauna y estructura características. Están ubicados en una franja altitudinal y se caracterizan por un ambiente cubierto de nubes persistentes o estacionales.
“Es un paisaje con bastantes cuerpos de agua, cascadas y pequeños nacimientos que vienen de la montaña, pequeños arroyos que luego se convierten en ríos mucho más grandes. Es algo muy bonito de ver, paisajísticamente. Para los ojos de cualquier persona que ve estas cataratas, rodeadas con bosques, nubes y plantas, es algo muy impresionante”, describe Daniel Núñez.
De acuerdo con Conap, se trata de ecosistemas reconocidos por su importancia en la regulación del ciclo hídrico, pues estabilizan la calidad del agua y mantienen los patrones de flujo natural de los ríos que se originan en ellos. Además, cumplen con la función de ser un importante hábitat para numerosas especies endémicas y amenazadas.
“El bosque nuboso de las Verapaces de Guatemala es un lugar bastante importante tanto para la biodiversidad, como también para la cultura, la gente e incluso para el turismo. Es importante socialmente porque, durante toda la historia, se han utilizado los recursos del bosque para beneficio de la gente. Sus fuentes de agua abastecen a varias partes del país y hay algunas plantas y hongos comestibles que la gente, durante años, ha usado”, agrega Núñez.
Pero así como se trata de un espacio de gran riqueza —reitera el biólogo— las amenazas que lo rodean también lo colocan como uno de los ecosistemas más amenazados que se podrían encontrar en el país.
“Principalmente, se han creado parches de bosque deforestados. Cerca de esta región hay plantaciones que, durante muchos años, han deforestado gran parte del bosque. Lo que se cultiva principalmente es un helecho ornamental, llamado Leather leaf (Rumohra adiantiformis), que se da en el bosque nuboso, pero para el que necesitas volarte el bosque para que se genere”, explica el biólogo.
El Conap reconoce que “a pesar de su reconocida importancia para la conservación de la diversidad biológica y para la producción de agua, los bosques nubosos se encuentran altamente amenazados” y enlista que, además de la deforestación y el cambio climático, las principales presiones consisten en el cambio de uso del suelo por el avance de la frontera agrícola e infraestructura como caminos, carreteras e hidroeléctricas. También persisten la tala y extracción ilícita de madera, extracción de flora y fauna, así como incendios, minería e introducción de especies exóticas.
Segunda parada: los animales
Los bosques nubosos contienen una alta diversidad biológica, incluyendo numerosas especies endémicas y amenazadas como el quetzal (Pharomachrus mocinno) —el ave nacional de Guatemala, enlistada por la UICN como Casi amenazada—, el pavo de cacho (Oreophasis derbianus) y lagartijas del género Abronia.
“En este bosque se encuentra el quetzal, que es el ave nacional de nuestro país y esto es un factor muy importante, tanto cultural como para el turismo, pues bastante gente y pajareros vienen al bosque nuboso específicamente para ver esa ave”, dice Núñez.
Este ecosistema también es hogar de félidos como el jaguar (Panthera onca), el tigrillo (Leopardus pardalis) y el puma (Puma concolor), además de mamíferos como el tapir (Tapirus bairdii).
“El bosque nuboso también es importante para las aves migratorias que vienen del norte, cuando el invierno es más fuerte. Los jaguares y pumas, por ejemplo, son especies que necesitan bastante espacio y bien conservado. Por ello, en mi opinión, el bosque nuboso es uno de los ecosistemas más importantes que tiene el país y que debería proteger con todos los esfuerzos posibles, tanto para la flora y la fauna, pero también para los humanos”, señala el biólogo.
Tercera parada: la vegetación
La flora del bosque nuboso está representada por algunas orquídeas como la Lycaste virginalis y la monja blanca (Lycaste skinneri var. alba), considerada la flor nacional de Guatemala.
“Lo que me fascina de entrar al bosque nuboso es ver árboles inmensos y con más de 200 años, con plantas epífitas rodeándolos. Esos árboles también tienen helechos y hongos. Se respira un aire bien puro. Puede que entres y te toque, literalmente, estar caminando entre las nubes, que bajan y cubren todo de neblina”, describe el biólogo.
De acuerdo con la Universidad de San Carlos de Guatemala, la diversidad de plantas es alta. En el suelo se pueden encontrar helechos, musgos, palmas pequeñas, orquídeas, begonias, bromelias terrestres y plantas herbáceas. Además, en las ramas y troncos predomina la flora epífita como líquenes y musgos.
“Hay ranas, salamandras y algunos insectos que utilizan los tanques de agua de las bromelias como su hábitat, como su fuente de alimento y para su reproducción. Estas han sido plantas que, con el paso de los años, se han extraído para ser comercializadas local e internacionalmente”, afirma el biólogo.
En cuanto a los árboles, pueden encontrarse encinos (Quercus sp.), laureles (Persea sp.), cedros (Cedrela sp.) y Sauces (Ilex sp.).
“Yo esperaría que se sigan realizando esfuerzos para la conservación del bosque nuboso y quisiera, personalmente, que sea una zona mucho más reconocida para todo el país, que cualquier persona de Guatemala debería conocerlo, así como conocemos sobre la cultura maya”, dice Núñez.
Y concluye: “En mi opinión, de los mejores modelos para la conservación, es el trabajo con las comunidades. Al final, las comunidades y la gente que ha vivido por años en el bosque y que ha dependido de sus recursos, son los que saben protegerlos, saben que hay una importancia en todo lo que es el bosque y que no podemos monetizarlo”.
* Imagen principal: La gushnayera (Botrhiechis aurifer) es una serpiente que puede encontrarse en los helechos arborescentes del bosque nuboso. Foto: Daniel Núñez