Los peligros de la “cactusmanía”: lo que hay detrás del millonario tráfico de cactus americanos a Europa y Asia
La peculiar belleza de los cactus se ha convertido en su condena al despertar la fascinación de coleccionistas sin escrúpulos, quienes contribuyen al saqueo de ecosistemas en países como Chile y México a través del tráfico ilegal. Así lo evidenció un operativo en Italia donde se incautaron más de mil cactáceas, en su mayoría especies chilenas del género Copiapoa, las que actualmente estarían “de moda”. Este delito está subestimado, pero iría en aumento con la ayuda de Internet y las redes sociales, agravando la situación de estas plantas que ya enfrentan grandes amenazas, como la pérdida de hábitat y el cambio climático. El llamado es a tomar medidas y a generar conciencia en la población.
Son supervivientes de lugares inhóspitos y originarios – en su gran mayoría – del continente americano. Nos referimos a los cactus, plantas que han influido en nuestra especie desde tiempos prehispánicos, como por ejemplo en los incas que recurrían al cactus San Pedro para sus rituales. Qué decir de Tenochtitlan, la capital del Imperio mexica que se fundó en 1325 donde un águila se posó sobre un nopal (cactus), mientras desgarraba a una serpiente. Las cactáceas también han tenido minutos de fama en películas del Oeste, mientras su peculiar belleza despierta la fascinación de quienes habitan a miles de kilómetros de distancia, con océanos entre medio, que ven en estas criaturas un singular ornamento: los coleccionistas.
Si bien muchos albergan cactáceas con buenas prácticas e intenciones de por medio, existe también el coleccionismo sin escrúpulos que, sumado a amenazas como la pérdida de hábitat o la crisis climática, dificultan aún más la supervivencia de los cactus en América. Así quedó en evidencia recientemente, cuando se dio a conocer la “Operación Atacama”, un operativo realizado por la policía en la vivienda de un coleccionista en Italia, donde se incautaron más de mil cactus, oriundos de Chile, México, Estados Unidos y Argentina.
Estas desafortunadas plantas suelen ser destinadas a países de Europa y Asia, como Italia, República Checa, Alemania, Francia, China, Hong Kong, Japón y Corea, donde los valores de un ejemplar oscilan entre los 500 y 1.500 euros.
“Siempre ha habido un comercio fuerte de cactus en México y Estados Unidos, pero el desierto de Atacama era desconocido hasta hace un tiempo. Obviamente los especialistas y botánicos saben que hay cactus muy diversos, pero ahora este conocimiento es amplio, probablemente asociado con la globalización. En este caso de Italia, estoy convencido de que es la punta del iceberg. Fueron más de mil cactus por una sola persona. Si hay 50 personas que hacen lo mismo, se dispararía la cifra a 50 mil, y aun así yo creo que el número de gente que trafica es mucho mayor”, asegura Pablo Guerrero, académico del Departamento de Botánica de la Universidad de Concepción, quien alertó sobre este caso de tráfico a la Corporación Nacional Forestal (CONAF), luego de ser notificado por colegas de Europa.
Aunque la Operación Atacama se dio a conocer públicamente hace algunas semanas, el procedimiento ocurrió en febrero de este año, cuando se incautaron 1.019 plantas en la casa del ciudadano italiano. Del total, 876 correspondieron a cactus del género Copiapoa (que es exclusivo de Chile), en su mayoría las especies Copiapoa cinerea y Copiapoa cinerea subsp. columna-alba.
Además, se traficaron 79 ejemplares de Eriosyce – género que comprende a especies chilenas y de otros países-, y otras cactáceas de México, Estados Unidos y Argentina.
De hecho, países como México han sido asediados por largo tiempo por los coleccionistas que anhelan cactus de extraordinaria belleza, como los Ariocarpus kotschoubeyanus que parecen estrellas en los suelos, o la Mammillaria herrerae, criatura única del desierto chihuahuense que se encuentra en peligro crítico de extinción, y cuyas espinas parecen de un fino bordado. En efecto, las especies endémicas – que solo se encuentran de forma natural en un país o zona restringida – son particularmente vulnerables y cotizadas, lo que involucra de forma inevitable a las cactáceas de tierras aztecas y chilenas.
Así lo cuenta Bárbara Goettsch, copresidenta del Grupo Especialista en Cactáceas y Suculentas de la Comisión de la Supervivencia de las Especies, de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “En términos de riqueza, México tiene el mayor número de especies. Tenemos un endemismo altísimo, igual que Chile, aunque éste tiene menos especies. En México tenemos un endemismo de un 70%, mientras que Chile de un 80%, y en este último caso, pareciera que las copiapoa estuvieran de moda. Hasta en grupos de whatsapp se trafican cactáceas”, sostiene la científica mexicana, radicada en Reino Unido.
Pero eso no fue todo, ya que en noviembre ocurrió una segunda incautación de 171 plantas, de las cuales 89 eran originarias de México, 80 de Chile y dos de Estados Unidos.
De esa manera, si consideramos solo estas dos incautaciones, se suma la no despreciable cifra de 1.010 cactáceas de Chile, extraídas ilegalmente por un solo traficante, quien vino al país siete veces para tal cometido, entre los años 2013 y 2019.
“Se trata de una persona italiana, que desde el año 2013 viene a Chile. Se desplazaba en el norte, específicamente hacia la zona de Antofagasta y Atacama. Esta persona extrajo principalmente Copiapoa, les sacó fotografías, marcó sus coordenadas y las vendía en una página de Internet, en un mercado bastante específico”, precisa el comisario Marco Orellana de la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medioambiente y Patrimonio Cultural (BIDEMA), de la Policía de Investigaciones.
Para ello, la persona habría enviado a las cactáceas – en pequeñas cantidades – por correo desde Huasco (Región de Antofagasta) hacia Grecia, presumiblemente por su aduana que sería menos restrictiva que la italiana. Una vez ingresadas a Europa, el plan habría sido destinar a las plantas a países de ese continente y de Asia.
Lo sorprendente es que este mismo traficante ya había sido detenido antes con cactus chilenos.
Es lo que recuerda Santiago Figueroa, el creador de Cactus Lagarto, quien registra, reproduce y propaga cactáceas nativas en lugares como Punta de Lobos. “A este traficante italiano lo pillaron dos veces antes. Una vez lo detuvieron con unas copiapoas muy antiguas, pero no gigantes como la ocasión anterior. Si bien en ese entonces no fue de la magnitud de las decomisadas ahora, eran plantas muy grandes. Al parecer, al traficante solo lo multaron y siguió haciendo lo mismo, porque las ganancias son muy grandes”, cuenta.
Por si fuera poco, el comisario de la BIDEMA añade que “anteriormente habíamos tenido otra investigación, pero muy pequeña, de siete cactus de Chile que otra persona de nacionalidad europea llevaba de forma ilegal. Fue a fines del 2019”.
Como muchos sospechan, el número de traficantes sería mucho mayor, y frecuentarían lugares como el Parque Nacional Pan de Azúcar, Paposo, Taltal, y sus alrededores. Al ser sitios remotos y de poca afluencia de gente, los traficantes tienen más posibilidades de actuar con holgura.
Al respecto, el jefe del Departamento de Fiscalización Forestal de CONAF, Bernardo Martínez, señala que “ante la preocupación de la Corporación por la extracción de especímenes de cactáceas, se desarrolló un programa especial de fiscalización destinado a las Regiones de Antofagasta y Atacama, específicamente, en el Parque Nacional Pan de Azúcar y el Monumento Natural Paposo Norte, sectores de mayor presión sobre especies de cactáceas”.
Aunque continúan las investigaciones, el comisario de la BIDEMA remarca que “lo que podemos decir es que, cuando estas personas llegaron a Chile, habrían trabajado solos. No tenemos todavía antecedentes de que hayan sido abastecidos por personas de las comunidades locales, o si hay alguna red acá, pero la información a priori es que, como son conocedores, no hay un paso de mano a mano. Ellos llegan acá y viajan en vehículo por el norte para comenzar la extracción”.
Respecto al destino de los cactus incautados en la Operación Atacama, Martínez señala que “actualmente, nos encontramos en el proceso de gestión para la repatriación de los ejemplares, solicitada por la autoridad italiana, barajando las distintas alternativas y considerando factores jurídicos, económicos y biológicos (procedimientos sanitarios para ingresar al país especies vegetales). Es de opinión de esta Corporación, que idealmente sean reubicados en el medio natural de donde fueron extraídos, no obstante, esa definición dependerá de las condiciones y estado en que se encuentren. Lo primordial es elegir la opción donde se asegure la sobrevivencia de los individuos”.
Un problema subestimado
Según un estudio internacional publicado en Nature Plants en 2015, los cactus están sometidos a presiones cada vez mayores. Para hacerse una idea, más de la mitad de las cerca de 1.480 especies de cactus del mundo, son utilizadas por las personas.
Lo anterior incluye el comercio ilegal de plantas vivas y semillas para la industria hortícola y las colecciones privadas, lo que se erige como una de las principales presiones para el 47% de las especies amenazadas que han sido evaluadas (considerando, por otro lado, que se desconoce el estado de conservación de numerosas cactáceas).
Pese a estar protegidas a escala internacional por la Convención CITES, el nivel de desconocimiento sobre el tráfico global y local de cactáceas es enorme, por lo que existe un considerable sub-reporte que no permite dimensionar la envergadura de este ilícito, el cual – se percibe – iría en aumento.
Como describe Goettsch, los métodos son variados. En las aduanas “se han encontrado cactáceas o semillas envueltas en calcetines dentro de las maletas. Hace unos años, acá en un aeropuerto en Inglaterra, agarraron a un señor que llevaba cactáceas en los bolsillos del pantalón. Otros que las meten en cajas de cereal. Y luego lo que pasa mucho es que dentro de cargamentos que salen de manera legal, meten plantas de origen ilegal entre medio”.
Las facilidades serían mayores en la sociedad globalizada, no solo por la conectividad que ofrecen aviones o servicios de correo internacional, sino también por Internet y populares redes sociales como Facebook, Instagram y Whatsapp.
De hecho, el idioma no es barrera para que los expertos en cactus detecten cuándo las plantas -publicadas en un grupo o cuenta – fueron extirpadas ilegalmente de su hábitat silvestre. Los entendidos aseguran que estos ejemplares se ven curtidos por la radiación y otras condiciones ambientales (lo que los hace más atractivos), en contraste con los que nacieron en vivero, donde los cuidados humanos marcan la diferencia.
Guerrero explica que “los de vivero tienden a ser más hinchaditos, más verdes y llenos de agua, como un pepino. Muchas veces crecen un poco más alargados, y carecen de esta cera que protege el cuerpo de los Copiapoa, la cual generalmente no se genera en vivero, pues allí los cactus no enfrentan tantas inclemencias del clima. Además, algunos cactus de vivero son más espinosos, mientras que, en la naturaleza, por la sequía y otros factores, se les caen algunas espinas. Tienen muchas veces ‘cicatrices’ por cosas que le pasan a la planta, entonces se va notando”.
¿Cómo vamos por casa?
En general, las cactáceas en Chile están incluidas en la Ley N° 20.283 sobre Recuperación del Bosque Nativo y Fomento Forestal, como formación xerofítica. Allí se establece que la corta, destrucción o descepado de esta vegetación requerirá de un plan de trabajo previamente aprobado por CONAF. De no ser así, las sanciones a las infracciones o el incumplimiento de las obligaciones contenidas en dicho plan, pueden motivar una multa de 2 a 5 unidades tributarias mensuales, dependiendo de la gravedad del caso.
Además, si se trata de cactáceas del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE), que incluye parques, reservas y monumentos naturales, siempre será ilegal su extracción, salvo si se cuenta con una autorización previa de CONAF, “la cual sólo se podría otorgar de manera excepcional”, puntualiza Martínez, quien agrega que, de constatarse un delito, debería ser objeto de denuncia, siendo el Ministerio Público el que investigue y adopte las medidas propias del Código Procesal Penal.
De todas formas, las principales amenazas para los cactus en Chile son la pérdida de hábitat por proyectos energéticos, inmobiliarios o mineros, el cambio climático y tránsito de vehículos, mientras que abunda un coleccionismo más amateur. “La gente que suele pagar montos gigantes son extranjeros. Acá en Chile el tráfico de cactus es más de la feria y calle. En la zona centro son generalmente quisquitos rosados, que los extraen cuando están con flores, porque son más llamativos”, puntualiza Figueroa.
Eso no quita el hecho de que socavan las poblaciones. Figueroa cuenta que “una vez vimos a una persona del norte con una camioneta llena de asientos de suegra (Eriosyce aurata), arrancados de su hábitat, que fácilmente tenían cientos de años. También vi una persona de Antofagasta vendiendo una por Internet. Es bueno mencionar que la venta de esta especie da para desconfiar de inmediato. Es muy probable que fue sacado de la naturaleza, porque nadie la cultiva en vivero. Solo una vez supe de alguien que cultivó un asiento de suegra desde semilla. El cactus tenía cerca de 20 años y era más chico que una pelota de fútbol, pero es muy raro encontrar a alguien que haga eso”.
Otro aspecto relevante es el resguardo de las semillas de estos cactus, ya que de ellas depende la mantención de las poblaciones, más aún al ser especies de crecimiento muy lento y moradoras de ambientes rigurosos.
La científica de la UICN agrega que “algunas especies están muy amenazadas, en parte, porque tienen procesos de regeneración muy lentos dentro de sus poblaciones. Viven en condiciones extremas, son super dependientes de eventos que favorecen que las semillas crezcan y que las plántulas se establezcan. La probabilidad de que ingresen nuevos individuos a la población es super baja. Si a eso le agregas la extracción descontrolada de semillas, las llevas a la extinción. Hay algunos coleccionistas que se vanaglorian diciendo que están haciendo conservación, sacando semillas del medio silvestre. No necesariamente es así, ya que podrían estar llevando a poblaciones a la extinción”.
En defensa de las cactáceas
Para muchos este ilícito no resulta tan chocante como el tráfico de animales, pero lo cierto es que el comercio ilegal de cactáceas tiene efectos devastadores.
Por ello se requieren diferentes medidas para enfrentar este problema a escala local, nacional e internacional. Al respecto, el académico de la Universidad de Concepción comenta que “si uno habla solo de CITES, tú si puedes sacar semillas desde los cactus chilenos y llevártelos al extranjero, de hecho, ocurre profusamente. Creo que es un tema para repensar, hay que volver a mirar la normativa, aunque no necesariamente prohibir por completo, porque eso es muy difícil fiscalizar y podría generar una presión más intensa”.
Existe consenso en que los cactus no deben ser extraídos por ningún motivo de su hábitat. Por lo mismo, el cultivo y venta responsable de estas plantas debe desarrollarse exclusivamente a partir de ejemplares reproducidos en vivero desde semillas, colectadas – en un inicio – de cactáceas en terreno, lo cual debería seguir ciertos criterios para no diezmar a las poblaciones naturales.
“Una medida sería que se permita la colecta de semillas de campo solo cada dos años, por ejemplo. Así permites que la población tenga esa chance de mantenerse, regenerarse y establecerse. Pero para eso se necesitan estudios poblacionales que nos permitan decir cuánto podemos sacar. Hay muchos vacíos de conocimiento”, precisa la experta de la UICN.
El creador de Cactus Lagarto coincide y agrega que “una forma es reproducir semillas de la naturaleza y obtener de ellas plantas madres para seguir produciendo semillas desde el vivero. Lo ideal es que uno reproduzca cactus desde sus propias plantas madre, así uno deja de ejercer una presión en el ecosistema”.
Además, una propuesta consiste en crear una certificación para viveros de cactáceas nativas y endémicas que funcionen con buenas prácticas, medida que ya han implementado en México.
También es fundamental promover la educación y conciencia en la ciudadanía sobre la relevancia ecosistémica de estas plantas, motivando así una defensa activa a su favor.
Otras propuestas apuntan a usar herramientas de la botánica forense, que analice los isótopos estables de las especies. Esto permitiría dilucidar, por ejemplo, si el agua que recibió la planta provino de la lluvia y camanchaca (o sea, de su hábitat), o del riego con una manguera. A esto se suman ideas como la capacitación de las policías y funcionarios de aduana para mejorar la detección del comercio ilegal.
Desde CONAF y BIDEMA, en tanto, señalan que trabajan en conjunto – incluyendo a CITES – para fiscalizar y determinar la trazabilidad del tráfico, con el fin de controlar, disuadir y prevenir estos ilícitos que, en sinergia con otras amenazas, está saqueando los desiertos americanos.
“Los cactus en general cumplen un rol importantísimo en los ecosistemas áridos y semiáridos de Chile. Son fuente de alimento para un sinnúmero de animales, como los polinizadores. Generan este efecto nodriza en que pueden haber vertebrados e invertebrados creciendo debajo del cactus, como las estructuras que generan las copiapoas grandes. Son refugio para lagartijas, serpientes y para una variedad enorme de invertebrados. En definitiva, son fundamentales para la vida”, concluye Guerrero.