Comenzamos el año con una lamentable noticia. El portal del Knight Center for Environmental Journalism de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, publicó recientemente un artículo advirtiendo sobre la extracción y posterior comercialización de cactus de los géneros Copiapoa (endémico de Chile, es decir sólo se pueden encontrar naturalmente en nuestro país) y Eriosyce (nativo del sur del Perú, la mitad norte de Chile y el centro occidental de Argentina), en el norte de Chile. Una actividad que con los años se ha convertido en una de las principales amenazas de las cactáceas llevando a especies como la Copiapoa humilis a estar catalogada como Vulnerable y en otros casos, como el de la Copiapoa laui o la Copiapoa kranziana, a estar al borde de la extinción.

Redes sociales cómplices

Copiapoa dealbata ©Romina Bevilacqua
Copiapoa dealbata ©Romina Bevilacqua

La singularidad y rareza de las cactáceas que se encuentran en Chile se han transformado de a poco en su mayor enemigo. Se trata de especies que por lo general habitan en zonas bastante reducidas y que deben sobrevivir en condiciones de extrema aridez. Los cactus de la zona costera del desierto de Atacama no son la excepción. Es precisamente su capacidad para soportar largos períodos de sequía la que ha permitido a sus traficantes mantenerlas en buen estado mientras se mantienen almacenadas durante su transporte.

Tal como explica Pablo Guerrero, experto en cactáceas de la Universidad de Concepción, son los géneros Copiapoa y Eriosyce los que más llaman la atención a los coleccionistas ya que se trata de especies menos comunes, quedando así a merced del tráfico ilegal. Además, asegura, los mayores coleccionistas se encuentran en países como Alemania, Inglaterra y Japón. «Es horrible, porque los cactus crecen muy lentamente. Algunos ejemplares que son comercializados podrían tener más de 150 años», asegura el experto.

Pero si la extracción masiva y su posterior comercialización han representado un problema hace años para las cactáceas, hoy el uso de redes sociales y su alcance internacional sólo han contribuido a agravar el problema. Así lo asegura la Species Survival Network, una coalición internacional de más de 80 organizaciones no gubernamentales fundada en 1992 que se ha propuesto defender y mejorar la aplicación de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies en Peligro de Fauna y Flora. Ellos advierten que es a través de las redes sociales que los actuales contrabandistas llevan a cabo su negocio. «En Chile por ejemplo, cactus y semillas son vendidas a través de grupos junto a aves, tarántulas y reptiles. Los vendedores y los coleccionistas se encuentran en grupos de Facebook enfocados en cactus. Es fácil encontrarlos bajo nombres como amigos de los Copiapoa, Chile-Copiapoa o Eriosyce. Allí los coleccionistas muestran sus colecciones», describe el artículo del Knight Center for Environmental Journalism.

En la imagen, se ven cactus listos para la venta.
En la imagen, se ven cactus listos para la venta.

A esto Carol Peña, estudiante de doctorado y experta en ecología molecular de cactus en la Universidad de Concepción, agrega: «Incluso se reúnen en Copiaoaton, un evento en el que los coleccionistas de diferentes nacionalidades viajan al lugar para fotografiar ejemplares de Copiapoa y adquirir semillas.  Copiapoaton se ha llevado a cabo por al menos 15 años, pero aún se mantiene como un misterio ya que la información en línea es escasa y difícil de encontrar».

Juan Mauricio Contreras, naturalista amateur de la costa del desierto de Atacama, cuenta que este intercambio internacional podría ser promovido por chilenos ya que, tal como le han comentado pescadores y extractores locales de algas, han visto a franceses y chilenos transportando cactus en barcos de carga hacia el puerto de Antofagasta en el norte de Chile. «Es fácil ver europeos que viajan por el área costera de la zona sur de Atacama recolectando semillas de diferentes especies de cactus«, asegura y añade que incluso hay un grupo en Facebook donde se comparten estas semillas recolectadas en el área.

Copiapoa cinaerea ssp. columna-alba ©Romina Bevilacqua
Copiapoa cinaerea ssp. columna-alba ©Romina Bevilacqua

Un ejemplar de Copiapoa cinerea del tamaño de una mano, puede llegar a costar US$900 en Ebay, mientras que otros más raros y con variaciones en sus colores, tamaños y formas, pueden llegar a costar US$5.000 o más. El gran problema, advierte Peña, es que la única regulación existente es para el tráfico internacional: «Para Chile, lo que importa es lo que entra, no lo que sale».

En Chile la ley que regula el comercio internacional de especies de flora y fauna amenazadas, se conoce como Ley Cites. Tal como explica Bernardo Martínez, Jefe nacional de Fiscalización de Conaf, «para efectos de hacer comercio legal de las especies cactáceas primero tienen que cumplir con la normativa interna. La ley interna establece que se pueden extraer especies presentando un plan de trabajo a Conaf, debe agregar comercio legal, pedir una solicitud de exportación y esa solicitud debe ser valida por Conaf».

De no contar con estos documentos, las personas que incurran en el delito de contrabando introduciendo o sacando ejemplares vivos sin presentarlos ante las autoridades de Aduanas, ni pagando derechos, impuestos y otros gravámenes, se enfrentan a penas de presidio menor y una multa de 50 a 100 UTM.

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