Con su cuerpo de gran tamaño y un intenso color anaranjado, el abejorro colorado o moscardón (Bombus dahlbomii) habría sido uno de los cuatro pullomeñ: insectos en los cuales el alma de los difuntos mapuches, y en especial de los lonkos, se alojaba tras la muerte y, desde ese nuevo cuerpo, volvía cada primavera a visitar a sus parientes.
Abejorro colorado Bombus dahlbomii ©Christiaan Muñoz Salas | Wild Chile
Abejorro colorado (Bombus dahlbomii) ©Christiaan Muñoz Salas | Wild Chile

Este vínculo sagrado se establecía con la reina, la única capaz de encarnar a las almas. La reina, de mayor tamaño que princesas y obreras, era además, conocida y admirada por ser una fina artesana y elaborar una miel dulce, que era utilizada no sólo con fines alimentarios, sino también medicinales.

Es por eso que la comunidad mapuche respetaba tanto a esta hembra, relación que no era extraña, ya que esta cultura se caracteriza por tener un fuerte y ancestral grado de vinculación y conocimiento de la naturaleza y su diversidad, entre la que se destaca, a los insectos y otras especies polinizadoras con las que cohabita.

“A la reina no se la tocaba porque era el alma de un pariente muerto. Además, era muy trabajadora y los nidos de éstas, que asemejan cántaros, eran muy apreciados por las mujeres, quienes, además, hacían collares que tuvieran estos símbolos y la forma del insecto”, explica Cecilia Smith, investigadora del Instituto de Ecología y Biodiversidad y de la Universidad de Los Lagos, y quien participó del estudio “El abejorro gigante en la cosmovisión mapuche”, publicado recientemente en la Revista Ethoentomology. 

El trabajo fue liderado por José Montalva de la Universidad East Central, Oklahoma, de Estados Unidos.

Abejorro colorado ©Pablo Vial
©Pablo Vial

La investigación, que analiza y recoge datos entomológicos, y diversos relatos escritos, orales e históricos, tiene por objetivo preservar estos conocimientos, y discutir sobre la pérdida de aspectos de la cultura mapuche, y su relación con el actual estado de conservación de este abejorro nativo.

En ese contexto, se detalla la fuerte presencia que la especie tuvo en la cosmovisión de las comunidades del sur de Chile, e incluso ante los ojos de naturalistas como Claudio Gay, quien describió las características y abundancia de la miel fabricada por Bombus dahlbomii, denominado también diwlliñ, en mapudungún. “Uno de estos nidos me ha dado cerca de una botella de miel muy dulce y por tanto muy apetecida de las gentes del campo”, escribió el historiador francés, en Historia Física y Política de Chile.

Abejorro chileno. Cortesía WWF.
Abejorro chileno. Cortesía WWF

El documento de los ecólogos también muestra el valor sagrado de la especie nativa y de su miel, cuyo uso medicinal estaba prácticamente relegado a la machi, con el fin de curar diversos males al interior de su comunidad. Los autores explican, además, que el fuerte arraigo y respeto a este insecto, también se expresa en el tabú de los mapuche de matar abejorros, incluso al entrar a las viviendas, ya que podría tratarse de un pariente muerto que ha regresado buscando a un ser querido, o bien, algo de comida.

Respecto a su vínculo con lo ornamental, el diwlliñ era fuente de inspiración no sólo para la joyería, sino también, para la alfarería. Así, era común que se construyeran barriles de arcilla con la forma de las celdas de sus panales.

Sin embargo, estos relatos y la importancia espiritual y doméstica de este insecto, habrían quedado más bien, relegados al pasado, según describe el estudio. “En las actuales comunidades mapuches se ha ido perdiendo mucho el reconocimiento del abejorro, aunque se valora por su belleza y por acompañar en las huertas. Pero, lamentablemente, con todo esto, se pierde también la especie”, asegura Smith.

Disminución del abejorro nativo e invasión del europeo

Bombus dahlbombi se distribuye desde la Región de Coquimbo hasta Puerto Williams, y desde Buenos Aires hasta Tierra del Fuego, en Argentina. Es el abejorro más grande de Chile, tiene un intenso color naranjo, y produce un zumbido fuerte y ronco. La reina emerge alrededor de octubre, busca donde anidar, y sale por su alimento, cuando ya genera a las obreras. Sale pocas veces y también consume el alimento que éstas le llevan. “Hacia final de la temporada, en febrero, aparecen los machos que la fertilizarán y permiten que haya una nueva corte, primero de princesas y luego de reinas, que dan origen a una colonia en la siguiente temporada”, explica Smith, quien incluso confiesa haber acariciado a uno de estos ejemplares, cuya textura resultó ser lo más suave que ha percibido en su vida.

Abejorro europeo, especie invasora en Chile ©Ximena Fuentealba
Abejorro europeo, especie introducida en Chile ©Ximena Fuentealba

No obstante, la presencia física de este abejorro, uno de los “más importantes polinizadores de nuestro país” está en franca disminución, tal como su relevancia en la cosmovisión indígena. La misma investigadora, quien lleva más de nueve años estudiando al abejorro, asegura que si años atrás se podían observar varios ejemplares en un solo día, incluso en zonas urbanas, hoy resulta cada vez más difícil toparse con uno. Esto, debido al deterioro de sus poblaciones durante los últimos veinte años, producto de la introducción del abejorro europeo Bombus terrestris.

De hecho, hace unos cuarenta años, durante las primaveras en Chiloé, el cielo llegaba a tornarse naranjo por el vuelo de los moscardones, según describe un poblador de Chiloé, fenómeno que hoy ya no se produce. En los cerros de Renca también era posible avistarlos en grandes cantidades, hasta principios de los años 80.

Abejorro colorado ©Cecilia Smith
Abejorro nativo ©Cecilia Smith

“Éste era el abejorro que encontrabas más comúnmente en todas las flores y ahora, al verse disminuido, también se está afectando a muchas especies de plantas. Esto especialmente, en la zona de Aysén y Magallanes, donde era la única especie polinizadora. En Bariloche, este abejorro ya se extinguió, y en Chiloé ha disminuido en alrededor de un 95%, según constatamos en nuestro sitio de estudio. Eso representa una caída casi total de su población y coincide con que cada vez hay más abejorros europeos asilvestrados”, afirma la investigadora del IEB.

En ese contexto, Smith explica que el gran problema que ha afectado al abejorro nativo es la presencia de esta especie exótica, que entró a Chile con permiso del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), “lo que es muy lamentable, ya que éste es el organismo encargado de velar por la sanidad en nuestro país. El abejorro europeo es criado en hacinamiento en Europa y también en Chile, y se lo alimenta con productos que provienen de la miel y que son foco de patógenos. Muchos mueren en la crianza y sobreviven los más resistentes, que son portadores de patógenos, liberados al medio externo. Esto es muy similar a lo que sucede hoy con la pandemia, pero ocurre entre los polinizadores”, sentencia la ecóloga de la Universidad de Los Lagos. Una de las enfermedades más complejas que transmite este invasor es un parásito que llega hasta la flor que poliniza, y que contagia y deja infértil a la hembra de la especie nativa.

Abejorro colorado Bombus dahlbomii ©Christiaan Muñoz Salas | Wild Chile
Abejorro colorado ©Christiaan Muñoz Salas | Wild Chile

Otro problema, se basa en la fisonomía de estas especies. La lengua del abejorro nativo es de gran longitud, facilitando con esto su llegada hasta el néctar de la flor, a diferencia del abejorro europeo, que tiene una lengua más corta y con la cual no puede llegar a la base del nectario, rompiendo con sus mandíbulas la base de la flor. “Así no necesita entrar a la flor, para darle el servicio de polinización. La abundancia del abejorro europeo también afecta negativamente a algunos cultivos como la haba o la producción de frambuesas, pero en este caso por romper los estilos de la flor», comenta Smith. Del mismo modo, asegura que estos insectos no aportan a la polinización de arándano, y que éste casi no visita al palto, ni al tomate al aire libre, ni a guindos y cerezos. Sin embargo, se lo sigue comprando y liberando en esos cultivos.

«A pesar de que Bombus terrestris es muy abundante en el centro y sur de Chile, muchos agricultores continúan comprando nuevas colmenas para polinizar sus cultivos año tras año. Esto no tiene mucho sentido y sabemos que puede tener consecuencias nulas o negativas en la producción. En ese contexto, es importante mencionar un estudio liderado desde UK (called SURPASS), y otros a nivel nacional que están evaluando y recopilando información ya existente sobre el potencial de los polinizadores nativos, de aportar a los cultivos en Chile», enfatiza la investigadora.

Bombus terrestris ©Laurent KB
Bombus terrestris ©Laurent KB

A raíz de todo este escenario, es que la ecóloga hace un fuerte llamado a la protección del moscardón nativo -denominado así también a pesar de no ser una mosca, sino, un himinóptero como las abejas-. Para estos fines, indica que lo más importante es controlar la llegada y presencia de la especie invasora: “Si realmente queremos proteger al abejorro nativo, es fundamental que el SAG adquiera un compromiso con la salud animal del país y no permita más la entrada de esta especie. También, debiera frenarse su producción en Chile y controlar su actual población, tal como lo está haciendo Japón. Del mismo modo, sería prudente que países limítrofes como Argentina, hicieran algo al respecto, ya que Chile les está exportando una plaga”.

Otra forma de contribuir a la recuperación de éste y otros polinizadores endémicos, es mediante iniciativas ciudadanas y científicas que buscan, justamente, dar a conocer a estas especies, divulgar su importancia y la necesidad de conservar la biodiversidad de nuestros ecosistemas. “Moscardón revive”, “Salvemos nuestro abejorro”, y la campaña de “AYciencia”, son tres iniciativas que la científica destaca.

Abejorro en flor de arveja ©Cooperativa Semilla Austral
Abejorro colorado en flor de arveja ©Cooperativa Semilla Austral
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