Con algunos nos une un entrañable lazo, como ocurre con los perros y gatos que integran nuestra familia, y a quienes compramos juguetes de plástico o chalecos de polar. Están aquellos que forman parte de la rigurosa vida silvestre, como el huemul, el opilión, el pulpo o el zorzal, entre tantas otras criaturas vertebradas e invertebradas que moran en distintos hábitats. Qué decir de las vacas y cerdos confinados en mataderos para finalizar en un plato, o el caballo que arrastra cada día una carreta. Esta es solo una minúscula aproximación a la amplia diversidad de animales no humanos que viven junto a nosotros en este planeta.

Huemul ©Diego Bravo
Huemul ©Diego Bravo

Pese a que los humanos somos una especie animal más, que se relaciona cotidianamente de intrincadas maneras con las demás criaturas, éstas han sido excluidas de la norma suprema que fundamenta el ordenamiento jurídico nacional, como es la Constitución. Además, los animales son considerados – en general – como “bienes muebles” o “inmuebles” en la legislación chilena, es decir, como meros objetos, lo que ha derivado en su alto grado de vulnerabilidad y desprotección.

Por este motivo, la Fundación Vegetarianos Hoy impulsa desde el año 2015 la campaña #NoSonMuebles, con el objetivo de incluir a los animales en la Constitución y modificar su estatus jurídico, reconociéndolos como “seres dotados de sensibilidad” o “sintientes”. Si bien durante años se encomendaron a este cometido, fue luego del estallido social y el consiguiente Plebiscito Nacional del 25 de octubre cuando se abrió una nueva oportunidad para esta iniciativa.

“La campaña comenzó el año 2015, y coincidió cuando la ex presidenta Bachelet hizo el anuncio de una nueva Constitución. En ese entonces yo estaba haciendo un Máster de Derecho Animal en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ya conocía los ejemplos de otras constituciones del mundo donde se había reconocido a los animales como seres dotados de sensibilidad o seres sintientes, y que en Chile no estaban considerados de ninguna forma en la Constitución, al mismo tiempo que eran considerados ‘bienes muebles’ por el Código Civil, que es el órgano jurídico mayor en términos de leyes, después de la Constitución”, relata Ignacia Uribe, directora general de la Fundación Vegetarianos Hoy, la cual hace pocos días realizó una intervención con luz en la Torre Telefónica, en Santiago.

Intervención de #NoSonMuebles en la Torre Telefónica ©Vegetarianos Hoy (1)
Intervención de #NoSonMuebles en la Torre Telefónica ©Vegetarianos Hoy 

La campaña ha reunido más de 200 mil firmas a la fecha, e inclusive recibió el respaldo de académicos internacionales como el filósofo y profesor de Princeton, Peter Singer, y la destacada primatóloga Jane Goodall.

Desde su inicio, esta iniciativa tomó vuelo en la ciudadanía, recopilando 100 mil firmas en menos de un año, las cuales fueron presentadas en La Moneda en el año 2016. Sin embargo, el proceso constitucional iniciado por Bachelet no prosperó por la falta de apoyo político, por lo que la ONG ingresó en 2019 un proyecto de ley que busca la modificación del Código Civil, teniendo como referencia otras normas de países como Alemania, Suiza, Austria, Francia, Bélgica, Holanda, Colombia y Azerbaiyán.

Así avanzaron los meses hasta que el 18 de octubre de 2019 se desató el estallido social. El abogado y director legal de Vegetarianos Hoy, Cristian Apiolaza, cuenta que “la idea era tramitar el proyecto, pero meses después partieron las manifestaciones con el denominado estallido o revuelta social, que continúa hasta hoy. Esto nos permitió otra cosa, que es revivir la propuesta de incorporar a los animales en la Constitución, y enfrentar esta oportunidad histórica que sería más simple que seguir la otra vía”.

Cerdos©Pascal Debrunner Unsplash
©Pascal Debrunner | Unsplash

Pero ¿por qué el proceso constituyente abre una valiosa oportunidad para este fin?

“Hacer una reforma constitucional es super complejo, porque tienes que lograr unos quórums muy altos. Son tan altos y difíciles de lograr que se llaman quórums contramayoritarios, entonces, es casi imposible lograr una modificación. Los abogados constitucionalistas nos han dicho que probablemente incorporar a los animales en la Constitución, a través de una reforma constitucional, requiriese del quorum más alto. Entonces, en este nuevo proceso constituyente podría ser más simple que lo otro, ya que es básicamente escribirlo de nuevo, pero no una ‘hoja en blanco’ como alguna quieren hacer creer, porque hay un montón de cosas que se van a seguir respetando”, explica Apiolaza.

Por ello, han sido varias las organizaciones que también han clamado por incluirlos en una nueva carta fundamental.

Abeja nativa ©Paula Diaz Levi
Abeja nativa ©Paula Diaz Levi

Por su parte, para el director ejecutivo de la ONG FIMA y académico de la Universidad de Chile, Ezio Costa, esta es “una iniciativa adecuada, no creo que haya muchas dudas en que hay una diferencia entre los animales y las cosas, cuestión que no está recogida en esa legislación, a pesar de que hay otras legislaciones posteriores que sí hacen eco de ello, como son la ley de tenencia responsable de mascotas y la ley de maltrato animal. Me parece razonable este reconocimiento”.

De hecho, la evidencia científica disponible así lo avala.

“Por supuesto que los animales no son muebles, los animales están vivos y los muebles no lo están. Esa consideración tan obvia, tan trivial, es la que se debiera ver reflejada en el lenguaje que estamos ocupando, no solo en la Constitución, sino que en el día a día. ‘Vamos mueble, acompáñame a caminar’, ‘el mueble tiene hambre’ son obvios sinsentidos. Los animales están vivos, son seres sintientes, tienen inteligencia, tienen personalidad, sienten dolor, sienten miedo, curiosidad, afectos, etc.”, argumenta Isabel Behncke, destacada primatóloga, Dra. en Antropología Evolutiva e integrante del Grupo de Investigación en Neurociencia Social y Evolutiva de la Universidad de Oxford.

Guanacos en Magallanes ©Paula Diaz Levi
Guanacos ©Paula Diaz Levi

En efecto, cada vez son más los estudios que muestran la existencia de inteligencia y de una serie de comportamientos emocionales, variando obviamente en las distintas especies, considerando además la falta de investigación sobre algunos grupos. Así quedó reflejado, por ejemplo, en julio de 2012 durante la conferencia en la Universidad de Cambridge, en Inglaterra, cuando un conjunto de científicos firmó un manifiesto conocido como la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia, afirmando la existencia de conciencia en animales no humanos, como en distintas especies de mamíferos, aves y pulpos. El manifiesto rebate ideas de larga data, promovidas en distintas culturas, donde se sostiene que solo el humano posee capacidades y características únicas que lo hacen «superior al resto».

Otros investigadores también se han pronunciado al respecto a través de libros, artículos y columnas como ésta que fue publicada en New Scientist por el etólogo y profesor de la Universidad de Colorado, Marc Bekoff, titulada “Los animales son conscientes y deberían ser tratados como tal”.

Aunque todavía existen diferencias y controversias dentro del mismo ámbito científico, lo cierto es que cada día se sepulta la vetusta y antropocéntrica concepción del resto de los animales como autómatas, seres irrelevantes y carentes de complejidad.

Degú costino hembra (Octodon lunatus) ©Paula Díaz Levi
Degú costino hembra (Octodon lunatus) ©Paula Díaz Levi

Por ello cabe cuestionarse, ¿es racional que la sociedad y el derecho del siglo XXI los conciban como tal, equiparándolos con objetos?

Seres sintientes versus (in)muebles

En términos generales, el Código Civil chileno define a los animales como “cosas”, ya sean “muebles” o “inmuebles”, como bien detallan Guido Williams, Paola Truffello y Pedro Harris en la Biblioteca del Congreso Nacional.

Apiolaza puntualiza que “los inmuebles son por ejemplo las casas, y como su nombre lo dice, no se pueden mover. Los muebles son aquellas cosas que se pueden trasladar de un lugar a otro por un ser humano, como una mesa, una silla, un vehículo, etc. Y entre medio de esa categoría, el Código establece una categoría intermedia que son los animales, y les dice que son bienes muebles semovientes, que quiere decir que se mueven por sí solos”.

©Tookapic | Pixabay
©Tookapic | Pixabay

Asimismo, la normativa señala que “aquellos animales domésticos que están ligados más a la producción, por ejemplo, si una persona tiene en su casa gallinas o vacas, se entiende que esos animales pasan a ser ‘bienes inmuebles’, o sea que son parte del terreno, de la casa, y eventualmente si uno hace una compraventa del terreno, los puedes vender con los animales incluidos. El tema es que, en cualquiera de esas clasificaciones, como están dentro de ese Código podemos decir que los animales son considerados cosas y netamente propiedad”, añade Apiolaza.

Aún así, hay algunas pequeñas excepciones, como la Ley N° 20.380 sobre Protección de Animales que reconoce a los animales desde el año 2009 como “seres vivientes y sensibles que forman parte de la naturaleza”, y en el cual se alude a “evitar el maltrato y deterioro de su salud”. Se suma también la Ley N° 21.020 sobre la tenencia responsable de mascotas y animales de compañía.

No Son Muebles ©Vegetarianos Hoy
©Vegetarianos Hoy

“Existe por otra parte la normativa de protección en la que se sanciona el maltrato animal, pero en la práctica, si lo entendemos super simple, los animales son considerados como cosas y propiedad, y por lo tanto el propietario podría disponer de su propiedad como quisiera. Hay algunos resguardos, pero eso es más o menos lo que existe hoy”, añade el director legal de Vegetarianos Hoy.

Por ello han sido varios los abogados y profesionales que advierten que la cosificación de los animales en la normativa actual limitaría y truncaría su protección efectiva en distintos niveles, no bastando en nuestro caso la definición como “seres vivos y sensibles” de la Ley de Protección Animal, ni las sanciones al delito de crueldad y maltrato animal contemplado en el artículo 291 bis del Código Penal. Al fin y al cabo, en nuestra legislación prima “la propiedad”, mientras que la complejidad de las demás especies ni siquiera es incluida o reflejada.

©Pixabay
©Pixabay

“La Constitución es la norma más importante. Podemos verlo como una especie de pirámide, donde la Constitución está arriba y hacia abajo se encuentra el resto de las normas, las leyes ordinarias, los decretos ley, los reglamentos, etc. Esto significa que todo lo que está debajo de la Constitución en términos normativos, debería incorporar el principio constitucional de protección animal, entonces en la práctica, si logramos incorporar a los animales en la Constitución, el Código Civil debería modificarse, sería mucho más fácil modificar las actuales leyes de protección animal que son leyes generales, no hay específicas, salvo la ley de tenencia responsable de mascotas que también se puede mejorar”, asegura Apiolaza.

Además, otro aspecto de interés es que en Chile los animales no humanos están regulados por una amplia variedad de normas dispersas en distintas ramas e instituciones. Solo para enumerar algunos de los muchos ejemplos, se encuentra la Ley de Caza (N° 19.473); la Ley General de Pesca y Acuicultura; la Ley N° 19.162 sobre la clasificación del ganado; el Decreto N° 94 de 2009 de Agricultura que regula la estructura y funcionamiento de los mataderos; el Código Penal y sus reglas sobre el abigeato que se encuentran dentro de los delitos contra la propiedad; la Ley del Tránsito cuando se trata de vehículos de tracción animal; y el Decreto N° 40 de 2013 del Ministerio del Medio Ambiente que se refiere, entre otras cosas, a los permisos ambientales para la caza o captura de especies protegidas para fines de investigación, centros de reproducción o criaderos.

Yaca ©Paula Diaz Levi
Yaca, una especie resguardada por la Ley de Caza ©Paula Diaz Levi

Frente a todo lo anterior, la fundación busca incorporarlos desde el ámbito ambiental, algo que trae a colación otras propuestas como la Constitución Ecológica. Al respecto, el director ejecutivo de FIMA sostiene que creo que el reconocimiento de los animales en la Constitución es compatible y deseable para una Constitución Ecológica. Me parece que la motivación de ambas cosas es coincidente en su espíritu y en parte importante de sus formas, lo que no significa que no pueda haber roces en algunas aplicaciones concretas”.

En ese sentido, y consultado por las diferencias existentes entre los diversos movimientos o personeros del mundo ambiental y animalista, Costa señala que “todos los derechos e instituciones, puestas en absoluto, serían inconciliables. Lo mismo sucede acá. Quizás no hemos tenido suficientes roces constructivos, de manera de aprender a ponderar los intereses comunes y encontrados para llegar a soluciones posibles. Pero eso es más que posible, no lo veo como un problema”.

¿Qué implicaría reconocerlos como sintientes?

Los promotores de No Son Muebles proponen reconocer a los animales en la Constitución como “individuos dotados de sensibilidad”. Si bien han considerado la palabra “sintientes”, se inclinarían más por la primera opción solo porque, como explica Apiolaza, “el término ‘sintiencia’, que nació en la filosofía, no es muy conocido, entonces para evitar cualquier tipo de discusión en torno a un término, que puede detener cualquier posible discusión del fondo, decidimos utilizar términos que son más conocidos para las personas. Por eso ocupamos ‘individuos’ y ahí está la idea de los sujetos con conciencia. Al decir ‘dotados de sensibilidad’ es otra forma de decir que son sintientes, con capacidad de sentir dolor y placer”.

Lobo marino común ©Paula Diaz Levi
Lobo marino común ©Paula Diaz Levi

Pese a ello, para Behncke el concepto sintiente “me parece apropiado por ahora, porque describe una realidad empírica. Los animales no humanos son seres sintientes, eso es obvio. Eso no determina ni te está diciendo qué debes hacer y que no debes hacer, sino que te está describiendo una realidad empírica, de la misma manera en que nosotros también somos animales sintientes, y hay varias cosas que se desprenden de eso”.

Costa coincide, aunque señala que no ha estudiado ni reflexionado el término a cabalidad. “Me parece que el reconocimiento adecuado es el de seres sintientes. Luego, la pregunta será qué consecuencias jurídicas tiene ese reconocimiento, que es lo realmente interesante de discutir y dilucidar”, apunta el abogado.

Y es en ese sentido cuando surgen algunas dudas en la gente respecto al cambio en el estatus jurídico y su eventual incorporación en la nueva Constitución. A modo de ejemplo, algunos se preguntan si repercutiría en la prohibición del consumo de carne.

Ovejas – Joanne McArthur | Unsplash
Joanne McArthur | Unsplash

La directora general de Vegetarianos Hoy es enfática en aclarar que no, y trae a la palestra el Tratado de Lisboa, un acuerdo internacional vigente en la Unión Europea que alude a las demás especies como “seres sensibles” y a aspectos como el “bienestar animal”. “En los países europeos se sigue comiendo carne, pero en el fondo da el pie para empezar a sacar leyes distintas que también resguarden este principio constitucional, que es lo más importante”.

Por ejemplo, en algunos de esos países se han impulsado iniciativas para hacer cumplir las normativas de bienestar, como la instalación de cámaras de vigilancia en los mataderos. El fin es transparentar y vigilar las prácticas que se desarrollan en esos recintos, tras diversas polémicas desatadas por grabaciones ocultas que muestran un alto grado de crueldad y violencia, como por ejemplo a trabajadores golpeando a ovejas o quemando la cara de cerdos con cigarros, entre varios hechos más.

De vuelta en Chile, Uribe agrega que el hecho de que “los animales aparezcan en la Constitución es muy importante, aunque obviamente no va a cambiar nada automáticamente, sino que va a dar el pie para que se puedan ir cambiando otras cosas a partir de ello, y eso va a depender de las organizaciones, de la sociedad civil, y también del área legislativa del país que puede ir avanzando en este ámbito, sea con los animales de compañía, los llamados ‘de producción’ y los animales silvestres”.

Tiburón pintarroja (Schroederichthys chilensis). ©Diego Bravo
Tiburón pintarroja ©Diego Bravo

En caso de que sean incluidos y reconocidos como sintientes, los actores de distintas áreas y disciplinas tendrían que ponerse de acuerdo y ver qué se puede mejorar o añadir a la normativa actual, dependiendo por supuesto de los diversos tipos de animales involucrados.

Otra tarea, dice Apiolaza, consistiría en mejorar y crear institucionalidad especializada y más unificada. Ha surgido como idea preliminar una “Subsecretaría de Protección Animal” dependiente del Ministerio del Medio Ambiente, cuyo foco sería el resguardo y bienestar, a diferencia de las normas de carácter productivo, sanitario y económico que priman en la actualidad. Para el abogado es necesario también capacitar a los funcionarios de distintos órganos en esta materia, como por ejemplo el Ministerio Público.

Por otro lado, es necesario entender las complejas relaciones que sostenemos con las demás especies, lo que nos ha afectado mutuamente desde tiempos pretéritos, partiendo por la domesticación de animales salvajes que derivó en muchas criaturas que conocemos hoy.

©Michael Strobel | Pixabay
©Michael Strobel | Pixabay

Al respecto, Behncke indica que “nosotros los humanos somos otro tipo de animal, y hemos evolucionado en la biosfera en una interacción compleja con otros animales y seres vivos. La primera equivocación creo que es pensar que existimos nosotros en una categoría y luego los animales no humanos como una sola gran categoría unitaria, monolítica y separada. Lo primero es que no estamos separados, y lo segundo es que las relaciones con ellos son distintas y complejas, dependiendo con qué categoría de animales nos estamos relacionando”.

Como una primera aproximación a ese punto, la científica distingue tres grandes categorías de animales, destacando que éstas no son las únicas, pues la realidad es mucho más compleja. De partida, están los animales de compañía con los cuales formamos lazos afectivos “y que entran en un espacio psicológico como de nuestras familias extendidas, como son los gatos y los perros que viven con nosotros”.

rooster-in-brown-wooden- Artem Beliaikin en Pexels
Artem Beliaikin | Pexels

Luego están aquellos que son utilizados para la alimentación y el consumo, como los bovinos, las cabras, ovejas, cerdos, gallinas y también para otros usos prácticos de los seres humanos, como los caballos, entre otros. “Estas dos primeras categorías tienen que ver con usos específicos que nosotros les damos. Nos sirven. Existen de alguna manera porque existen con y para nosotros”, puntualiza Behncke, quien también forma parte del Centro de Investigación en Complejidad Social (CICS) de la Universidad del Desarrollo.

“Existe una tercera categoría, que la pondría primera en términos de importancia, que son los animales silvestres, porque tienen que ver con la biodiversidad. Esta categoría es importantísima, porque la biodiversidad es la matriz donde todo el resto de los animales existen, ya seamos nosotros, nuestras mascotas, y los animales que mantenemos para el consumo”, señala, en alusión a su relevancia para los ecosistemas que nos alimentan y sustentan a todos los terrícolas.

Pequén ©Paula Díaz Levi
Pequén ©Paula Díaz Levi

Precisamente, son estos seres los que sufren los diversos impactos de la devastación ambiental provocada por los humanos, como la degradación de su hábitat, la contaminación, la introducción accidental o intencional de otras especies que las depredan o transmiten enfermedades, la crisis climática, entre otros.

Por ello, la primatóloga subraya la relevancia de visibilizar y considerar en estos asuntos a la fauna salvaje ya que “es parte necesaria para ecosistemas sanos. Lo entiendo, pero cuando hablamos de animales, mucha gente, sobre todo la gente urbana, tiende a pensar solo en el sufrimiento y bienestar de las dos primeras categorías, es decir, de los animales de compañía y de los animales que son utilizados para nuestro consumo. Porque los usamos, los necesitamos, nos gustan. Esto se ve reflejado en el animalismo y en otros movimientos. Quiero enfatizar en la importancia de darle más visibilidad a los animales silvestres, porque ellos son parte de la biodiversidad que es una categoría superior, a la que necesitamos darle más prioridad, porque las otras dos categorías, incluidos nosotros, dependemos de ellos”.

Huemul (referencial) ©Diego Bravo
El bienestar del huemul se ha visto muy impactado por el humano ©Diego Bravo

La directora general de Vegetarianos Hoy asevera que “nos relacionamos con animales en nuestra vida diaria de distintas formas, ya sea como mascotas, a través de la explotación, etc., entonces es muy raro que eso no esté reflejado en la Constitución, que los animales sean invisibles dentro de este órgano que regula de cierta manera las relaciones sociales de un país. Todos son una parte importante del país, tanto los animales silvestres, las mascotas y los animales de producción”.

Naturalmente, las leyes no constituyen una varita mágica que transforma las conductas o cosmovisiones humanas, aunque serían útiles herramientas para fomentar una mejor coexistencia.

Intervención de #NoSonMuebles en la Torre Telefónica ©Vegetarianos Hoy (2)
©Vegetarianos Hoy 

“Creo que el espacio de mejora que tenemos que avanzar hacia una coexistencia es gigantesco, creo que los espacios de conflicto probablemente van a existir siempre, ya sea por uso de tierra, cuánta prioridad se les da a los animales de compañía o de consumo humano, versus los animales silvestres, etc. Tenemos muchos ejemplos de cómo los conflictos se pueden transformar en win win situations, en situaciones de real coexistencia. Y por último creo que ya tenemos muy buenos ejemplos de que sí podemos dejar espacios para los animales salvajes. Si somos tan inteligentes, ¿cómo no vamos a poder coexistir con otras formas de vida?”, cuestiona Behncke.

Ranitas jaspeadas (Batrachyla antartandica) ©Paula Díaz Levi
Ranitas jaspeadas (Batrachyla antartandica) ©Paula Díaz Levi

Mientras tanto, toda la expectación está enfocada en lo que suceda este domingo 25 de octubre, cuando la ciudadanía decida en el Plebiscito Nacional si quiere una nueva carta magna. Será cosa de tiempo para constatar si los animales no humanos serán finalmente considerados en el nuevo Chile que muchos anhelan.

“Tenemos que redoblar los esfuerzos para plantear esta idea y la necesidad de incorporar a los animales en la Constitución, y dependiendo del trabajo que hagamos, yo creo que es posible hacerlo. Creemos que es una oportunidad histórica que no podemos desaprovechar”, remata Apiolaza.

 

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