Anfibios de Chiloé: conoce sus increíbles ranas y sapos para apoyar su conservación
A raíz del reciente hallazgo de la rana de pecho espinoso de Cordillera Pelada (Alsodes valdiviensis) en la Isla Grande de Chiloé, el cual sorpresivamente extiende su distribución geográfica en más de 150 kilómetros; es que se vuelve indispensable conocer las distintas especies de ranas y sapos que habitan la isla, para contribuir en su conservación e investigación. Ladera Sur conversó con el herpetólogo Andrés Charrier, autor de la guía de campo Anfibios de los Bosques de la Zona Centro Sur y Patagonia de Chile, miembro del grupo de especialistas de anfibios de Chile de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y de la Estación Patagonia UC; Felipe Rabanal, herpetólogo, presidente de la Red Chilena de Herpetología, miembro del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile e investigador a cargo de la especie recientemente encontrada; y Andrés Valenzuela, presidente de la ONG Ranita de Darwin y académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Universidad Austral de Chile. Aquí te contamos más detalles.
La isla de Chiloé se caracteriza por tener una vegetación donde predomina la selva valdiviana, la cual alberga bosques húmedos y densos, con árboles siempreverdes, arbustos, y sectores con turberas y musgo pompón (Sphagnum magallanicum); lo que hace que este sector del sur de Chile, sea el hábitat preferido por varias especies de ranas y sapos.
“Chiloé es un paraíso para los anuros. Estos animales, en términos generales, son dependientes de la humedad y de refugios en ambientes con abundante vegetación. Esta característica se cumple a cabalidad en Chiloé, con sendos cuerpos de agua y lluvias todo el año, así como frondosos bosques de vegetación nativa”, comenta Felipe Rabanal, herpetólogo, presidente de la Red Chilena de Herpetología, miembro del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la Universidad Austral de Chile e investigador a cargo de la reciente especie de rana encontrada en la zona.
El fortuito hallazgo de Alsodes valdiviensis
Andrés Charrier, herpetólogo, autor de la guía de campo Anfibios de los Bosques de la Zona Centro Sur y Patagonia de Chile, miembro del grupo de especialistas de anfibios de Chile de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) y de la Estación Patagonia UC, llevaba casi 13 años buscando en la isla del sur de Chile a la rana de pecho espinoso de Cordillera Pelada (Alsodes valdiviensis) sin dar con la especie, pensando que quizás la imprenta que había multiplicado los ejemplares del libro de José Miguel Cei, Batracios de Chile (1962), el cual contenía información de la rana habitando la isla; se había equivocado y había impreso mal la información del libro.
Ese caso anterior, fue el de muchos otros científicos y naturalistas, sin embargo, varios años después, Matías Gargiulo y sus dos hijos, Martín y Bastián; grandes entusiastas por la biodiversidad de la zona, encontraron en las cercanías de Castro una rana a la que no supieron identificar, por lo cual de inmediato subieron el registro a la plataforma iNaturalist, una plataforma que cualquier persona puede utilizar para subir evidencia de especies, las cuales luego son revisadas y validadas por la comunidad, compuesta por científicos y naturalistas; dando con la Alsodes valdiviensis.
“Es una especie de rana que se conocía mucho más al norte, en muy pocas localidades entre las regiones de Los Ríos y Los Lagos, cinco para ser exactos. De éstas, sólo una se encuentra dentro del sistema de áreas protegidas por el estado (SNASPE), el Parque Nacional Alerce Costero. A razón de ello, esta especie está clasificada como «En Peligro» por el Reglamento de Clasificación de Especies de Chile (RCE). Así, el hallazgo de una nueva población se eleva como una esperanza para la especie, aunque no por ello su condición de «en peligro» deba cambiar necesariamente. Para esto se necesitan más estudios, que permitan dar cuenta su real estado de conservación”, argumenta Rabanal, quien estuvo a cargo, en conjunto con Claudio Correa y Matías Gargiulo, de un reciente artículo académico sobre el hallazgo de esta especie, publicado en la Revista Latinoamericana de Herpetología.
El herpetólogo, también comentó que el hallazgo ha sido el punto de partida para conocer mejor a la especie, para así tomar mejores decisiones y generar estrategias que le puedan generar protección a la rana encontrada y otras especies similares.
“En Chile aún estamos en pañales en el conocimiento básico de prácticamente cualquier taxa. El problema es que los recursos para esta actividad son pocos, en algunos casos derechamente inexistentes, y mucho del trabajo de campo se hace más con pasión que con recursos”, argumenta el presidente de la Red Chilena de Herpetología.
Las ranas y sapos que habitan la isla
«La diversidad de hábitats que tiene Chiloé lo hace muy atractivo: desde bosques antiguos y densos, hasta zonas de humedales y zonas intervenidas por los seres humanos, como las praderas, donde hay algunas especies de anfibios que también habitan y circulan por ahí», explica Andrés Valenzuela, presidente de la ONG Ranita de Darwin y académico del Instituto de Conservación, Biodiversidad y Territorio de la Universidad Austral de Chile.
El autor de la guía de campo Anfibios de los Bosques de la Zona Centro Sur y Patagonia de Chile, Charrier, detalla que en Chiloé existen nueve tipos de ranas.
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La ranita de Darwin (Rhinoderma darwinii)
La famosa ranita habita la zona sur de Chiloé, en bosques de Mirtáceas cubiertos por helechos, sobre gruesas capas de musgos o sobre troncos caídos cubiertos por musgos y plantas pequeñas. Mide aproximadamente 30 mm, y puede encontrarse en colores verdes, cafés o rojos ocres. Tiene un borde aserrado en los bordes de los pies y un pequeño espolón en el talón. Sobre la ceja, también tiene dos pequeñas protuberancias puntudas. A veces podemos encontrarlas con patrones con una marcada figura de V invertidas dibujadas en el dorso. Tiene un apéndice nasal en forma de nariz de pinocho. Está en peligro (Charrier, 2019, p. 242).
“Es una especie que se encuentra mucho más amenazada, ya que el estado de conservación a nivel mundial, y para Chile, está en categoría de peligro de extinción. Existen todavía poblaciones, pero están amenazadas, específicamente en la zona norte de Chiloé y en todos los sitios que han sido afectados por la deforestación”, argumenta Valenzuela.
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El sapito de cuatro ojos (Pleurodema thaul)
Este anfibio habita en diversos lugares de la isla. Su tamaño es de aproximadamente 50 mm, y presenta un gran cuerpo y una cabeza pequeña, además de una piel lisa con pequeñas rugosidades. Puede presentarse en colores verdes, rojos, cafés, amarillos, gris blanquecino y manchas irregulares oscuras. Su hocico es corto y truncado. Presenta sus glándulas lumbares ovaladas y prominentes que semejan grandes ojos. Dedos sin membrana digital. Su tímpano puede verse de manera externa. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 222).
La rana arbórea o sapo esmeralda de la selva (Hylorina sylvatica)
Esta rana de 63 mm, habita en lagunas y charcos grandes, bordes de ríos y lagos con juncos y vegetación; consta de una piel lisa y de color verde esmeralda intenso con rayas cobrizas en el dorso. Tiene una coloración ventral rosado y amarillo. Extremidades largas en dedos posteriores, patas delanteras con pulgar oponible. Cabeza grande, larga y ancha. Ojos grandes dorados y protuberantes. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 206)
La ranita de antifaz (Batrachyla taeniata)
De tamaños que varían entre 23 y 42 mm, esta rana que habita en bosques, turberas, lagunas y zonas inundadas; presenta un cuerpo esbelto y acinturado. De brazos y piernas finas, largas y estilizadas. Las puntas de sus pies y manos terminan en puntas redondas, sin membrana interdigital. Puedes encontrarla en diversos colores: café oscuro, terracota, beige y rosado pálido. Tiene una banda bilateral oscura como simulando un antifaz, desde las narinas, pasando por los ojos, hasta las axilas. Su vientre es pálido amarillo grisáseo. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 154).
La rana jaspeada (Batrachyla antartandica)
Este anfibio habita principalmente las zonas inundadas y lagunas, que tienen diversos tipos de árboles. A veces se pueden encontrar en ambientes de turberas más abiertos con vegetación. Su tamaño no sobrepasa los 40 mm, y consta de un cuerpo largo, esbelto y acinturado. Piel lisa. Color amarillo intenso en el dorso, cabeza y extremidades con manchas difusas oscuras irregulares. Sus ojos son negros sobresalientes, con reticulaciones doradas y pupila horizontal. Sus extremidades son largas y delgadas. Tiene dedos finos y largos, que terminan en puntas anchas. Tiene membrana digital sólo en la base de los dedos. Y, sus brazos y piernas cuentan con coloración oscura a modo de brazaletes, que se extienden hasta el final de sus dedos. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 142).
La rana moteada (Batrachyla leptopus)
Esta rana es común encontrarla en los bosques, pantanos y turberas. Su tamaño alcanza los 35 mm, y tiene un cuerpo largo, esbelto y acinturado. Su cabeza y hocico son redondeados. Sus pupilas son horizontales y se puede observar externamente su anillo timpánico. Dedos finos que terminan en puntas ensanchadas, y presentan membranas interdigitales muy reducidas. Su piel es suave y granulosa. Sus colores pueden variar: desde manchas irregulares grises, terracotas, café oscuro; sobre un fondo más claro, gris o crema. La región ventral es de color crema, con manchas oscuras irregulares y difuminadas de extensión variable. Sus extremidades tienen brazaletes posteriores que se extienden hasta el final de los dedos. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 146).
La rana de hojarasca austral (Eupsophus calcaratus)
Esta ranita habita los bosques de Nothofagus, canelos y arrayanes. Mide 31 mm, y su forma es romboide. Su cabeza es más ancha que larga y su hocico es levemente aguzado. Presenta dientes vomerianos. Tiene variedad de manchas, reticulaciones y coloración, la cual puede ser café oscuro, pardos, amarillos, naranjos, verdes o rojos. Tiene unas manchas irregulares en la espalda, que le cubren todo el dorso. Vientre grisáceo con tonos rosados. Piel lumbar casi transparente. Sus dedos son libres, sin membrana interdigital. Tiene un característico dibujo de reloj de arena en la parte de atrás de la cabeza. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, 170).
La rana de hojarasca de párpados verdes (Eupsophus emiliopugini)
Esta rana, que puede ser encontrada en los bosques de tepú (Tepualia publiflora) y en turberas de las zonas altas de Chiloé, tiene un tamaño de 60 mm, de talla gruesa. Su cabeza es grande y presenta una boca ancha. Tiene una coloración dorsal café cobriza que se va aclarando hacia los costados. Tiene una línea característica de color verde limón que cruza desde la punta del hocico hasta la cloaca. Canthus rostralis bien marcado que se extiende desde el borde del ojo hasta el anillo timpánico sin alcanzar la inserción del brazo. Tímpano circular evidente y visible externamente. Tiene ojos grandes y sobresalientes con reticulaciones doradas y pupila horizontal; y manchas amarillas verdosas sobre los ojos. Dedos terminados en puntas finas y redondeadas sin membrana interdigital. Vientre rosado anaranjado en los machos en época reproductiva. Su estado de conservación es de preocupación menor (Charrier, 2019, p. 178).
La rana de pecho espinoso de Cordillera Pelada (Alsodes valdiviensis)
La recientemente encontrada del género Alsodes, es endémica de Chile, y goza de habitar zonas con arroyos de montaña con bosques de Nothofagus, Mirtáceas y Alerces, además de áreas donde hay Quila. Su tamaño comprende hasta los 39 mm, y consta de un cuerpo robusto, con brazos y piernas bien desarrollados. Su piel puede ser de color amarilla dorada u ocre, con manchas oscuras difusas. Canthus rostralis visible, la cabeza presenta un patrón de forma triangular invertido oscuro. Su piel dorsal está completamente cubierta de granulaciones sobre el dorso y extremidades. Vientre de coloración rosado grisáceo. Tímpano ausente, no visible externamente. Las extremidades posteriores presentan brazaletes oscuros. Patas traseras sin membranas interdigitales. Ojos de color negro con reticulaciones doradas y pupila horizontal. Algunos individuos pueden presentar línea vertical. Está en peligro (Charrier, 2019, p. 126).
La importancia de conocer para proteger
“Hoy en día, lo que se puede decir de los anfibios de Chiloé, es que sus hábitats y sus bosques están seriamente amenazados por varias cosas: uno, es el puente que están construyendo; otro, es que hay una serie de megaproyectos eólicos que se quieren implementar en la zona alta de Chiloé; además de los focos de incendio, que son transversales a todos los bosques del país. También, los afecta gravemente la extracción del musgo pompón, que es el hábitat de la gran mayoría de los anfibios que habitan la isla”, explica Charrier.
Y, es debido a estos grandes cambios que han tenido los ecosistemas de estos maravillosos animales, que es de gran importancia conocer e identificar estas especies, sin juzgamiento ni miedo: «A raíz de algunas investigaciones que hemos realizado sobre los anfibios, es que nos hemos podido percatar que a la gente no les gustan tanto, no son tan carismáticos y atractivos como otros animales. Esto, ha estado asociado a comportamientos o actitudes negativas que tiene la gente hacia ellos, irrumpiendo sus hábitats, eliminándolos o teniendo creencias erróneas», afirma Valenzuela.
A pesar de lo anterior, Rabanal destaca lo que hoy está ocurriendo con la difusión de especies en las diversas plataformas digitales y redes sociales, donde gracias a ese movimiento en redes, es que se han realizado importantes trabajos e investigaciones: «La ciencia ciudadana cobra un valor incalculable, porque allí donde nuestros pequeños recursos no nos permiten llegar, puede haber una persona interesada en registrar su entorno, transformándose en nuestros ojos, nuestras manos, nuestros GPS y en nuestras cámaras. Lo bueno es que hay cada vez más personas interesadas en registrar la naturaleza, y ahora esos registros ya no sólo sirven para presumir el bello lugar donde se ha estado, o el lindo animal, planta u hongo visto, sino que también pueden ayudar a mejorar el acervo de conocimiento de nuestras riquezas biológicas».
Referencias:
Andrés Charrier. (2019). Anfibios de los Bosques de la Zona Centro Sur y Patagonia de Chile. Chile: Corma.