¿Qué es el kambô?: La medicina ancestral de tribus amazónicas que se masificó por Sudamérica
Es una práctica ancestral que encuentra sus orígenes en lo profundo del Amazonas. Sin embargo, durante las últimas décadas ha traspasado las fronteras de la selva amazónica, la más grande del mundo, y se ha masificado en diferentes ciudades de Sudamérica. Hablamos del kambô, una ceremonia sagrada de las tribus amazónicas del sudoeste de Brasil – especialmente entre los pueblos de habla Pano como los katukina (Noki Kuin), los yawanawá y los kaxinawá-, en las que se utiliza la secreción de la rana kambô (Phyllomedusa bicolor), también llamada rana mono grande, para agudizar los sentidos, tener más vigor y alejar la mala suerte o “panema”. No obstante, en la actualidad el kambô es utilizado por terapeutas holísticos, médicos alternativos y redes neochamanicas para curar diversas dolencias físicas, mentales-emocionales y espirituales. Pese a lo anterior, aún no se tiene evidencia científica de estas propiedades y la masificación de esta práctica está trayendo consigo diferentes impactos. ¿Qué es el kambô? ¿Cuáles son las consecuencias de su reciente popularidad? A continuación te lo contamos.
El uso de la flora y de la fauna ha sido una práctica tradicional entre los grupos indígenas del Amazonas. Por ello es muy común que muchas de las etnias que habitan en esta selva tropical, la más extensa del mundo, se apoyen en plantas o animales para encontrar beneficios y herramientas para poder sobrevivir.
Una de esas especies ha sido una rana conocida popularmente como kambô o rana mono grande (Phyllomedusa bicolor), de color verde esmeralda y de unos 12 centímetros, de la cual los nativos extraen una secreción -que contiene agonistas opioides llamados deltorfina y dermorfina- para utilizarla en jornadas de cacería. Esto ya que según ellos, al poner esta secreción en contacto con su piel, esta agudiza sus sentidos, les entrega vigor y aleja la mala suerte.
Así lo indica Lígia Duque Platero, antropóloga e investigadora asociada de Programas Educativos del Instituto Chacruna, en Brasil: “Es una práctica que tradicionalmente está relacionada con la caza porque estos pueblos tienen como una de sus principales formas de supervivencia la caza y su relación con la floresta. Entonces, cuando un cazador tiene mala suerte en la caza, se usa el kambô para sacar lo que llaman el «panema», que es un concepto de estos pueblos que está relacionado el azar, la mala suerte y también la pereza”.
Sin embargo, esta práctica, que tradicionalmente era utilizada por los grupos indígenas del sudoeste amazónico de Brasil – especialmente entre los pueblos de habla Pano como los katukina (Noki Kuin), los yawanawá y los kaxinawá- ha llamado el interés de hombres llegados de las ciudades como «medicina de la ciencia» -en la que se destacan sus propiedades curativas- y como «medicina del alma», donde lo que más se valora es su «origen indígena».
Esto ha llevado a la difusión urbana del kambô, la cual ha tenido lugar, sobre todo, en clínicas de terapias alternativas y en el entorno de las religiones ayahuasqueras brasileñas. En ese sentido, los aplicadores son bastante diversos: van desde personas indígenas, ex caucheros, terapeutas holísticos y médicos.
“Tradicionalmente la persona decía que iba a tomar el kambô por qué el hombre no quería decirle a los otros que tenía mala suerte en la caza, entonces era algo muy discreto. Pero con estas alianzas -que también tienen que ver con la difusión de la ayahuasca- con los diversos grupos de las religiones ayahuasqueras brasileñas, con diversos grupos chamánicos y también con la difusión, sobre todo a partir de los años 2000, de los festivales de turismo chamánico en la Amazonía brasileña, el kambô comenzó a masificarse”, agrega Lígia Duque.
Así, la sustancia comenzó a difundirse casi como una panacea, capaz de curar males de todo tipo, ya sean físicos, psíquicos o espirituales. En la actualidad, el kambô se utiliza en prácticamente todo Sudamérica y circula por el mundo principalmente entre terapeutas holísticos y redes neochamanicas enfocadas en el uso de las llamadas “medicinas forestales”: ayahuasca, rapé de tabaco, sananga y kambô.
“El kambô no es un psicodélico, tiene efectos cardiovasculares, o sea, tiene efectos estimulantes en el corazón, y hoy en día se dice que puede curar muchas cosas. La gente lo busca para curar muchas cosas como alergias, depresión, crisis de pánico, y también como una forma de limpiar el alma y el cuerpo. Entonces se han amplificado las interpretaciones sobre qué se puede hacer con el kambô. Pero de acuerdo a la investigadora Anya Ermakova todavía no hay investigaciones clínicas suficientes para decir si realmente el kambô es suficiente para curar estas enfermedades”, agrega la investigadora del Instituto Chacruna.
El uso medicinal del kambô
Actualmente esta practica ha traspasado las fronteras de la selva amazónica y ha encontrado nuevos usos y significados en las ciudades globalizadas, convirtiéndose en una de las terapias alternativas más llamativas de las últimas décadas.
La secreción (erróneamente llamada veneno) de la rana kambô, hoy en día es utilizada dentro de la medicina alternativa, terapias holísticas y ceremonias chamánicas, como una medicina complementaria que, como dicen sus adeptos, trabaja a un nivel físico, mental-emocional y espiritual, ayudando a encontrar el equilibrio y bienestar en estos 3 planos.
“Esta medicina por lo general se ocupa para desintoxicar el organismo. Tiene la facultad de poder botar todas las toxinas y los metales pesados que uno pueda cargar el cuerpo y con ello el cuerpo empiezan a recuperar su funcionalidad natural. Es como que si cuerpo fuera un vehículo el cual tú llevas al mecánico, le haces todas las mantenciones y el auto empieza a funcionar como corresponde. Lo mismo le pasa al cuerpo.”, señala Paulo Gómez, aplicador de kambô de la clínica Medicina Kambô.
Quienes lo han probado, aseguran que es una medicina que desintoxica el organismo a través de una purga, expulsando todas las toxinas que hacen que el cuerpo pierda su funcionalidad natural. Y gracias a esto, el cuerpo sería capaz de recupera su vitalidad y funcionalidad, trayendo el bienestar para la persona. Por ello es que miles de personas alrededor del mundo recurren al kambô para sanar todo tipo de dolencias físicas, mentales y emocionales, en busca de una herramienta que les permita superar sus dificultades y salir delante.
“El kambô es una medicina que es totalmente diferente lo que uno conoce por medicina. Cuando uno va al doctor necesita una solución rápida, entonces te dan algo para dormir ese problema. Pero el kambô es una oportunidad para poder trabajar en lo que a ti te queja porque en realidad no es la cura. El kambô a ti te da las herramientas, la voluntad y la conciencia, para que tú te des cuenta lo que te enferma y seas capaz de afrontarlo”, agrega Paulo Gómez, quien además vivió durante un año en la comunidad Noke Kuin.
¿Pero qué efectos tiene el kambô en el cuerpo?
La aplicación del kambô es un ritual corto, de no más de 15 minutos, en el que el paciente debe someterse a ciertas quemaduras superficiales, para que la secreción de la rana pueda ingresar de forma eficiente al organismo.
“El kambô debe ingresar al cuerpo y la manera de hacerlo es a través de una pequeña quemadura que se hace con una liana -que no es cualquier liana, los indígenas saben bien cuál es- y con ella se quema la primera capa de piel. Una vez que se quema, esa primera capa de piel se retira y ahí se aplica este sudor de la ranita kambô”, explica el aplicador de kambô.
En el caso de las mujeres la secreción se aplica en las piernas, mientras que en los hombres se aplica en los brazos o en el pecho. Según explican los aplicadores de kambô, la dosis— el número de puntos— y la periodicidad de la aplicación depende de la edad y la constitución de la persona, así como del número de veces que haya utilizado antes la sustancia.
Una vez que la sustancia entra en contacto con el cuerpo, es cosa de segundos para que la persona comience a sentir sus efectos. Quienes lo han probado aseguran que comienzas sintiendo un fuego que te recorre el cuerpo, que parte desde los dedos y llega rápidamente a la cabeza.
“Uno pasa por un proceso de catarsis se podría decir. Llega un momento en que no te vas a sentir muy bien, pero eso es parte del proceso. Te vienen náuseas, también puede venir indigestión y dolor de cabeza. Los indígenas dicen que donde uno siente el malestar es porque el kambô algo pilló ahí y ahí está trabajando. Y una vez que tú botas lo que el kambô quiere botar, te empiezas a sentir mucho mejor”, asegura Paulo Goméz.
Y termina en vómito y alivio. Una consecuencia del envenenamiento, explican los científicos. Pero los que lo practican aseguran que así se expulsan las toxinas y los males.
Cabe destacar, igualmente, que quienes están interiorizados en este campo aseguran que el kambô siempre tiene efectos distintos dependiendo de los malestares y las necesidades que tenga la persona, así lo explica el aplicador de kambô de la clínica Medicina Kambô: “Por lo general las personas después de cada sesión pueden seguir su vida normal, pero hay casos en que los pacientes sienten un gran cansancio y necesitan dormir o descansar. Según la sabiduría de los indígenas, el kambô siempre te va a dar lo que tú necesitas, entonces si te manda a descansar es porque tú no le das descanso suficiente a tu materia, entonces el kambô te obliga a descansar. Y por el contrario, hay personas que quedan súper activos. Entonces para cada persona la reacción es diferente”.
La recolección de la sustancia y el estrés de la rana kambô
Para recolectar la secreción de la rana kambô -también conocida como campu o vacino da floresta (vacuna de la selva)- los indígenas van en busca de la rana arborícola, generalmente al amanecer, siguiendo sus características vocalizaciones. La rana, que se encuentra generalmente en ramas de árboles o arbustos cerca de arroyos, se mueve muy lentamente, entonces la tarea no presenta mayores dificultades.
Una vez encontrada y capturada, se acostumbra atar sus patas traseras y delanteras a ramas cruzadas, de modo que se estire en forma de “X”. En esta posición, el responsable de la recolección busca provocar momentáneamente al animal para que la secreción sea expulsado de su piel, y luego raspa cuidadosamente la piel con una pequeña varilla de madera para que se recolecte la sustancia. Cabe mencionar que el kambô es la protección natural que la rana utiliza para disuadir a los depredadores, entonces se produce cuando la criatura cree que está en peligro.
Vale decir que, a pesar del estrés momentáneo, es importante notar que los usos locales de la rana kambô no resultan en maltrato, mucho menos daño durante el proceso de extracción. Sino que se les trata con respeto y la irritación a la que está sometido se hace únicamente para que libere esta secreción más rápidamente.
No es costumbre quitar una cantidad excesiva de kambô al animal, para no “vaciarlo” de sus defensas. Una vez realizada la extracción, la rana kambô se devuelve al bosque, al mismo lugar en donde se encontró, y su secreción o sudor se puede utilizar fresco inmediatamente o se puede almacenar en un recipiente de hoja de palma para su posterior uso.
Al respecto, Paulo Gómez señala: “Todo va en cómo la extraen también, en el respeto a lo poderosa que es esta ranita. Por lo menos los indígenas Noke Kuin, al momento de extraer el kambô tratan a la ranita con mucho respeto. Se les pasa un palito por el lomo y ahí sale como una lechecita blanca, que es el kambô, y después de extraer el kambô la ranita se deja en el mismo lugar en donde se encontró y de ahí obviamente se espera un tiempo para después volver a extraerla. Es tanto así, que esta ranita es muy dócil, no le tiene miedo al ser humano”.
Consecuencias de la masificación del kambô
La masificación del kambô para sus usos medicinales y chamánicos ha traído diversas consecuencias, tanto para la rana kambô como para el uso tradicional de su secreción o sudor.
Por un lado, la práctica ancestral del kambô, que tiene su origen en las profundidades de la selva amazónica, ha ido variando en interpretaciones, alejándose de sus usos originales. Como señala la antropóloga Lígia Duque: “Con la difusión del kambô los no indígenas acaban por dar otras interpretaciones al uso del kambô, por ejemplo, en estos contextos la persona no está buscando sacar el panema, no tener mala suerte en la caza, sino que puede tener interpretaciones como tener más vigor para trabajar o tener más suerte para encontrar un buen trabajo. Ósea, pueden haber traducciones que no tienen que ver con el contexto original, ya que las personas lo adaptan a sus propias formas de vida en otros lugares”.
Vale destacar que el origen del kambô tiene que ver con las prácticas económicas de las tribus amazónicas, ya que era un ritual que se realizaba para la fortuna en la caza. Por ello, no es considerado tradicionalmente como una práctica chamánica y no tenía esa connotación mágica que hoy en día se da en las ciudades.
“Cuando los indígenas llevaron esas prácticas a las ciudades, las personas comenzaron a darles connotaciones espirituales y muy mágicas, y eso también tiene un impacto en sus usos, porque se van creando nuevos rituales y cosas que no había antes. Por ejemplo, en el Santo Daime –una religión chamánica brasileña- hay líderes que aplican esta sustancia en algunas situaciones específicas intentando reproducir los usos indígenas, pero acaban adaptándolos a las circunstancias de la ciudad y de otra religión y otro contexto cultural”, agrega la investigadora.
En ese sentido, esta masificación del kambô, advierte la investigadora, podría traer muchas consecuencias negativas para el uso tradicional de la práctica y también para las mismas personas, ya que utilizarla sin conocimiento o con malas intenciones podría generar mucho daño a los usuarios y puede traer consigo estafas y otras malas prácticas.
“Y ahí también entra la discusión de la apropiación cultural, o sea, hasta qué punto otros no indígenas se están apropiando de estos saberes y de estas prácticas. Quizás en algunas situaciones este todo bien, pero quizás en otras no, o sea, no sabemos exactamente si las personas están utilizando bien las medicinas. Yo hablé recientemente con un profesor indígena del pueblo indígena Apurinã y él dice que muchas personas no respetan las medicinas, no saben utilizarlas y al utilizarlas mal, pueden hacerse daño a sí mismos y a los demás. Entonces, no es un juego de niños estar utilizando medicina sin conocimiento”, indica Lígia Duque.
Por otro lado, tenemos el posible impacto que esté sufriendo el portador de la sustancia en sí, la rana kambô, debido a la popularización de esta práctica durante las últimas décadas. Si bien hay muchos investigadores que indican que es muy probable que las poblaciones de este anfibio se estén viendo perturbadas por la caza y la extracción ilegal, aun se sabe relativamente poco sobre las condiciones ecológicas actuales de Phyllomedusa bicolor.
Hasta mediados de la década de 1990, el uso de kambô era a pequeña escala, restringido a unas pocas poblaciones pequeñas de la Amazonía. Sin embargo, con la demanda continua y creciente de la sustancia por parte de diferentes elementos de la escena neochamanica, se hace urgente la necesidad de desarrollar más estudios para medir los impactos ecológicos reales en la población de anfibios.
Este tema ha sido planteado de manera más destacada por la investigadora brasileña Edilene Cofacci de Lima, quien ha trabajado durante más de dos décadas con Noke Kiun, y ha publicado una serie de artículos sobre los usos tradicionales del kambô y las transformaciones resultantes de la expansión de esta práctica.
Cabe mencionar, igualmente, que si bien los pueblos indígenas de la Amazonía tratan con mucho respeto a la rana kambô, y la extracción de su secreción no involucraría directamente un maltrato al anfibio, no se sabe si este trato se repite en todos los procesos de extracción a los que se ve expuesta la rana. “Por supuesto hay problemas de sustentabilidad en relación a eso porque hay más demanda y un mercado enorme para buscar el consumo de esa sustancia, y las ranitas por supuesto están sufriendo”, puntualiza la antropóloga.
Rana Kambô: trepadora y muy poderosa
La rana kambô es una especie de anfibio anuro de la familia Phyllomedusidae, que habita en la selva amazónica de Bolivia, Brasil, Guyana, Colombia, Perú y Venezuela.
Es un animal nocturno y muy arbóreo, que suele aprovecharse los árboles para caminar o saltar de hoja en hoja, poner sus huevos y reproducirse. Y como todas las ranas, beneficia a la humanidad al controlar el crecimiento de insectos trasmisores de enfermedades.
Según cuentan las leyendas de la tribu katukina (Noke Kuin), esta rana es un ser muy poderoso que les fue entregado por su deidad hace más de 2.000 años atrás, quien les enseño como utilizarla correctamente y les entrego el conocimiento necesario para poder sobrevivir en un ambiente selvático, que en ocasiones, puede llegar a ser muy hostil.
“Según la historia que ellos nos relatan, ellos fueron la primera tribu que recibió el kambô, porque el kambô no se descubrió, sino que se lo enseñaron. Y quién se los enseñó fue su guía, su deidad, que ellos le llaman <kokapin sharí>. Él les enseñó todo. Se cuenta la historia de que había una mujer muy enferma, la cual no se podía curar con ninguna medicina que había en la selva. Entonces este ser les enseñó el kambô y les enseñó a aplicarlo, y con ello pudieron salvar a la mujer. No se sabe bien el origen de esta práctica, pero se dice que viene de hace más de 2.000 años atrás”, finaliza Paulo Gómez.