Trekking en Lago Ranco: un ascenso al volcán Mirador y los Ojos del Huishue
La cuenca del Lago Ranco es un lugar lleno de contrastes: agua, bosques y montañas nevadas pueden ser parte de este hermoso y prístino paisaje de la Región de Los Ríos. Recibimos una invitación por parte del Servicio Nacional de Turismo (Sernatur), en el marco Chile es Tuyo, para conocer algunos lugares imperdibles de la zona y ayudar a la reactivación del turismo local. Así fue como pudimos realizar, en un día lluvioso propio de la zona, un hermoso trekking al volcán Mirador, que forma parte del complejo volcánico Carrán-Los Venados. Se trata de un recorrido de baja dificultad, apto para realizarse durante todo el año, que pasa por un joven bosque nativo, terrenos con vestigios de erupciones volcánicas del pasado y panorámicas que apuntan hacia el lago Ranco, el valle de Nilahue, la cordillera de los Andes y el complejo volcánico Puyehue-Caulle. Luego el recorrido nos llevó a los imperdibles Ojos del Huishue, en las cercanías al trekking.
El día empezó con la lluvia cayendo. Ese sonido tan característico de la Región de Los Ríos invernal. Con eso de fondo, nos trasladamos hacia el lago Ranco. En un recorrido de dos horas desde Valdivia se veían las nubes cargadas de una lluvia que nos acompañará -y seguro mojará- durante todo el día. Pero el paisaje hace que todo valga la pena y quizás, la primera muestra, es una parada corta en un mirador del camino para ver el nacimiento del río Bueno y la desembocadura del lago Ranco. Con una ventana sin lluvia, bajarse para lograr una buena toma es imprescindible. Pero hay que seguir.
Una vez en el lago Ranco nos reunimos con quienes serían nuestros guías en esta expedición: Gonzalo Barros, de Ranco Lauken Expeditions, y Guido Calfueque, de Kalfu Expediciones. Ellos nos llevarán hacia Rupumeica alto, donde empezará nuestra aventura del día de hoy, en el que realizaremos un trekking de 5,5 kilómetros (ida y vuelta) hacia la cumbre del volcán Mirador.
Pero antes de seguir este recorrido, daré un poco de contexto. El volcán Mirador está dentro de un complejo volcánico que se llama Carrán – Los Venados, que cuenta con más de 60 centros eruptivos y 17 kilómetros de longitud al nor y sur este del lago Ranco. Según información del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), la mayor erupción -registrada por la historia- de este grupo fue en 1955 y se caracterizó por explosiones que elevaron la columna de gases vapor de agua y fragmentos sólidos de material volcánico hasta 5.000 metros de altura, cuyos remanentes ahora se concentran en los valles de los ríos Nilahue y Riñinahue. También hubo erupciones en 1907 y 1979.
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Teniendo esto en cuenta, entraremos a un trekking con historia geológica, de dificultad media-baja para alguien que no esté muy entrenado, y baja para aquellos que tienen mejor estado físico. Un recorrido que, como nos comenta nuestro guía Gonzalo, puede ser familiar, con niños mayores de 12 años que acostumbren a caminar y con equipo, por supuesto, adecuado para la actividad.
Quizás nosotros vamos con ganas de una aventura, pero el día lluvioso claramente es señal de una sola cosa: terminaríamos muy mojados. Por eso llevamos ropa adecuada (primeras capas, segundas capas y también tercera capa impermeable), zapatos de trekking, y una mochila con ropa seca y toallas para cambiarnos una vez que volviéramos a los autos. Con esto, un infaltable termo con agua caliente y bastones de trekking que nos compartieron amablemente nuestros guías. Pero, pese a nuestra preparación, es importante aclarar que se trata de un recorrido que se puede hacer durante todo el año. En verano, pantalones desmontables o shorts, más los zapatos adecuados y quizás un cortaviento, pueden ser el outfit ideal. Y en invierno, sin lluvia, con ropa adecuada es suficiente. A lo que voy es que nosotros claramente nos vamos a mojar, pero el recorrido se puede hacer en días sin lluvia de todas maneras.
Bueno, una vez que llegamos al inicio del recorrido, cargamos nuestras mochilas con snacks para el camino y agua. ¡Recuerden que siempre es importante hacerlo, así como comer bien la noche anterior y, por supuesto, un nutritivo desayuno! Cubrimos todo con fundas impermeables y ajustamos nuestros bastones.
Ahí, los primeros pasos nos llevaron a agacharnos para pasar bajo las quilas. El olor ya se siente: la tierra mojada y esa pureza de los bosques nativos nos invitaban a seguir. Luego de ponernos de pie completamente, caminamos un primer kilómetro de bosque nativo joven, que creció sobre terreno volcánico. Seguimos por un sendero marcado donde todo es verde. Donde mirar hacia el cielo es ver copas de valiosos árboles nativos y se sienten caer las gotas. Esa lluvia ligera que va cubriendo hoja por hoja y cada centímetro del lugar por el que caminamos.
Si dividimos ese camino por partes, ese es el primer tramo. Luego, hay un marcado cambio donde es más evidente el pasado volcánico de la zona. Es aquí donde la palabra “geotrekking” viene a mi cabeza y palabras, que serán más adelante confirmadas por el guía. El sendero está al costado de la colada de lava de alguna erupción pasada, donde el suelo y los alrededores nos muestran, evidentemente, lo que pasó ahí hace años. Seguimos caminando y los árboles y helechos siguen siendo parte del camino, hasta los últimos 200 metros de la encarada final a la cumbre. Ahí hay una ligera subida, pero se ve todo el valle cubierto por las nubes. Sin lluvia, se observa todo el paisaje. De todas maneras, igual tiene una magia estar aquí, aunque no se viera tanto a lo lejos.
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Luego de sentarnos a comer algunos snacks y tomar agua, guardando, obviamente, toda la basura que generamos en nuestras mochilas, nos volvimos a parar para recorrer los últimos 250 metros de subida. Esta es quizás la más empinada de todo el recorrido, pero no es difícil. Después de eso, llegamos a la cumbre, a los 700 metros de altura que tiene este volcán, el más grande de todo el grupo volcánico que les conté unos párrafos más arriba. ¿Qué es lo que se ve ahí? La panorámica de la cumbre nos muestra al norponiente el lago Ranco, por el valle del río Nilahue; más abajo las lagunas Carrán y Pocura (que son cráteres llenos de agua); dando una vuelta hacia atrás, la vista nos nuestra el anillo los Andes, y si miramos al sur, vemos el cordón volcánico Puyehue – Caulle. Como el día estaba muy nublado, nosotros solo logramos ver las lagunas y algo del valle, pero la verdad es que llegar arriba empapada, sentir el viento, el aire y ver, aunque sea, una parte del paisaje cubierto y húmedo también tiene lo suyo.
Damos media vuelta -a esta altura, por lo menos yo, ya tengo hasta la primera capa inferior empapada- y bajamos por el mismo camino: la bajada desde la cumbre, la colada por donde pasó la lava y luego el bosque nativo. De la mano de una buena conversa y más lluvia, llegamos a los autos para luego trasladarnos a la localidad de Rupumeica alto, ubicada a 15 minutos en auto del inicio del sendero al volcán. Acá almorzamos unos reponedores sándwiches para caminar un sendero que no supera los 500 metros (15 minutos) y llegar a los increíbles Ojos del Huishue, unos saltos de agua que bajan desde el lago Huishue bajo la superficie y revientan en medio de un paredón de roca. Ese día, además, con la lluvia y el clima, muestra unos hermosos saltos de agua que parecían, realmente, sacados de película.
Así, recorrimos en cerca de cuatro horas un trekking de cuatro horas entre bosques nativos y el cráter del volcán Mirador, del que rodeamos su base, ascendimos a su cumbre y vimos una cubierta panorámica que con normalidad muestra claramente desde la cordillera del Cordón del Caulle al lago Ranco. En el camino, vimos la colada de lava que devastó una ladera del monte, dos lagunas que son cráteres y los imponentes saltos de agua de los Ojos del Huishue.
“Invitamos a todos a que vengan a conocer la cuenta del lago Ranco, que es un rincón del paraíso, lleno de naturaleza prístina, hermosa, con muchos contrastes: agua, bosques, montañas nevadas. Tiene un alto contenido escénico que va siempre complementado por una cultura ancestral mapuche, con quienes compartimos y trabajamos mucho por la asociatividad y el desarrollo turístico en conjunto. Estamos listos para que vengan a conocer a quienes estén dispuestos a llenarse de la magia del sur”, dice Gonzalo Barros, guía de la actividad.
Y tú, ¿ya te animaste a hacerlo?
Aquí algunos datos que pueden ayudar si quieres realizar esta experiencia:
- El valor de esta experiencia es de $65.000 p/p. Incluye guías capacitados a cargo de la coordinación y la seguridad durante toda la actividad, con certificación Liderazgo Trabajo Equipo, WFR. También snack, agua y bastones de trekking. Averigua directamente con Ranco Lauken Expeditions.
- Es una ruta de día. Nosotros llegamos desde Valdivia y en la noche nos alojamos en Futrono, en el Hotel y Cabañas Lafquintue.
- Un lugar recomendado para comer en Futrono es el restaurant Pellín y Coihue.
- Recuerda llevarte tu basura y no llevarte NADA de los lugares naturales que visitas.
- Agradecimientos por la invitación al Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) y de la Región de Los Ríos.