Vacaciones redondas en Pichilemu: los otros encantos de la capital nacional del surf
Por sus impactantes olas, Pichilemu es reconocida como la capital chilena del surf. Y es que ha sido escenario de innumerables campeonatos de este deporte acuático tanto de nivel nacional como internacional. Sin ir más lejos, el último mundial femenino se realizó justamente allí en octubre pasado. Pero “el pequeño bosque”, como lo indica su nombre en mapudungún, es mucho más que surf. Es historia, patrimonio, campo, naturaleza, paisaje y artesanía. Te invitamos a conocer la otra cara de esta atractiva ciudad y te recomendamos tres panoramas diferentes.
Ubicada en la VI Región del Libertador Bernardo O’Higgins y a casi 300 km de Santiago, Pichilemu ha sido alabada por los surfistas del mundo por ser una zona perfecta para la práctica de este deporte. Son muchas las playas que ofrece esta zona, pero Punta de Lobos, ubicada a 6 km del centro, de arena negra, rocosa, y agua particularmente fría, es sin duda un clásico. Basta con escribir su nombre en google para ver increíbles fotografías de imponentes olas que oscilan entre los dos y tres metros de altura. Un atractivo que sin duda ha convertido a Pichilemu en uno de los balnearios más populares de nuestro país.
Pero si retrocedemos algunos años, podemos descubrir que Pichilemu fue en un principio un caserío de aborígenes que vivían de la pesca y la recolección. Su origen como balneario se remonta recién a 1885, época en la que Don Agustín Ross Edwards, comenzó a construir importantes obras arquitectónicas que conforman en la actualidad una ciudad patrimonial donde se destaca el Centro Cultural y el Parque Ross, declarados Monumentos Nacionales en 1988.
El centro cultural es una imitación en miniatura del “Torreón de Caza” del Palacio de Versalles de París y se caracteriza principalmente por la pendiente pronunciada de su techo que cubre toda la superficie del edificio. Allí, funcionó por años una especie de casino que en 2009 fue habilitado como un espacio de cultura, albergando la Biblioteca Pública local y la Galería de Arte que lleva el mismo nombre de Agustín Ross Edwards.
Por su parte, el parque o bosque municipal está ubicado justo en el centro del pueblo de Pichilemu. Cuenta con un pintoresco sendero rodeado de antiguas Palmeras, Pinos y Eucaliptus que conforman un área de casi seis hectáreas, transformándose en una buena opción de paseo para las familias.
Podríamos decir entonces que Pichilemu es mucho más que olas, es un destino que tiene cualidades de campo y playa a la vez, debido a su ubicación sobre planicies litorales amplias y cercanas a la Cordillera de la Costa. Y también patrimonial, por lo ya mencionado, además de las iglesias y construcciones antiguas que aún se conservan en el lugar.
Además, un poco alejado del pueblo, la naturaleza autóctona abunda, gracias a su clima mediterráneo, con precipitaciones que alcanzan los 700 mm anuales y temperaturas que varían entre los 12ºC y los 15ºC, facilitando el desarrollo del bosque esclerófilo donde habitan especies como el litre, el quillay, el boldo, el espino y el peumo.
Las Salinas de Cáhuil
Pichilemu también es tradición. Muestra de ello está a sólo 15 kilómetros de la ciudad. Allí se encuentran Las Salinas de Cáhuil, un humedal ubicado en la desembocadura del Estero Nilahue, donde se puede conocer el proceso de producción artesanal de sal de mar, actividad que se remonta al siglo XVI y que continúa vigente. Actualmente son más de 80 familias que se dedican a esto, conservando las costumbres. La producción de sal comienza en septiembre y termina en marzo, sin embargo el lugar se puede visitar durante todo el año en forma gratuita e incluso se puede comprar esta sal rica en minerales a sus propios productores. Además, para los amantes de la naturaleza, en este sector se puede encontrar una gran variedad de fauna, en su mayoría diversas especies de aves, algunas de ellas en extinción.
El paseo se completa con una visita a la feria artesanal de Cáhuil, donde los artesanos oriundos de la zona, ofrecen a los turistas sus trabajos manuales y productos típicos. Tejidos de lana natural de oveja, quínoa, artesanías de madera y concha, son sólo algunas de las cosas que se pueden comprar.
Cerámica de Pañul
Si se trata de artesanías, Pañul es otro lugar indicado. A 18 km de Pichilemu y también en la ruta de la sal, pasando por Cáhuil, se encuentra este pequeño poblado que se caracteriza por sus trabajos específicamente de arcilla como utensilios de cocina, elementos decorativos, o vasijas para vino. La distinción que tienen, es que son trabajos hechos con una arcilla muy fina y un poco más clara de la convencional, debido a las características de la tierra de este sector.
Trekking el Bronce
Una novedad para esta temporada es el servicio de Trekking Tour que ofrece Turismo Pichilemu al sector “El Bronce”, senderos privados rodeados de vegetación. El lugar está ubicado a 20 km de la ciudad, también a las orillas del estero Nilahue, que se caracteriza por sus cálidas aguas y playas de arena blanca. La travesía guiada comienza en el sector de camping “El Bronce”, pasando por los molinos de Pañul y Rodeíllo, allí se puede conocer la molienda de granos con el molino de agua y posteriormente disfrutar del agua de vertiente con harina tostada de trigo o quinoa. Durante el transcurso se puede avistar taguas, cisnes y patos silvestres. Más información en www.turismopichilemu.cl.
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