Aventura en India: en busca del tigre de Bengala
Es uno de los pocos lugares donde se puede observar a los tigres de Bengala en vida salvaje. Nos referimos al Parque Nacional Ranthambore, ubicado en India. Hasta allí viajó la fotógrafa y colaboradora de Ladera Sur, Constanza Brunner, quien nos cuenta en su nota sobre el periplo y la montaña rusa de emociones al ver a estos grandes felinos en su ambiente natural. En estos paisajes viven también otras criaturas como los ciervos moteados, monos langures, osos perezosos, cocodrilos y pavos reales. Entérate de la relevancia de este lugar y del avistamiento respetuoso de estos magníficos animales a continuación.
Esta es la historia de un viaje al continente indio, hogar de una de las especies felinas más fascinantes del reino animal, el tigre de Bengala. Un ejemplar único en el mundo, en peligro de extinción, que combina belleza y majestuosidad con movimientos llenos de fuerza y elegancia. Era por todo esto, una especie animal digna de retratar con nuestras cámaras.
Levantándonos con el sol
Amanece en Sawai Madhopur, el pueblo donde se ubica la reserva Rhantambore situada a 130 km de la ciudad de Jaipur. Antes del desayuno ya estamos listos para comenzar nuestro primer safari fotográfico por el famoso parque nacional. Nos distribuimos en nuestros jeeps, para comenzar el primer día de aventura en este lugar recóndito donde es posible apreciar a estos felinos en su estado salvaje.
Hace frío y los jeeps son descapotables, por lo cual, antes de salir del hotel, gentilmente nos ofrecen unas mantas que servirán para entibiar el traslado hacia la entrada del parque, ubicada a unos 10 km de nuestro hotel.
Una de las puertas de entrada al Parque Nacional Ranthambore nos sorprende por estar totalmente cubierta de raíces de la llamada higuera de Bengala, árbol sagrado en India. Esta puerta de entrada, cubierta de entrañables raíces, nos daba la bienvenida a un mundo surrealista, lleno de una vida salvaje inimaginable.
Un paraíso natural
El parque, está rodeado por un muro de piedra de dos metros de altura. Al ingresar se empieza a sentir la humedad del bosque, se escuchan los sonidos de las aves entre las copas de los árboles y se divisan majestuosos paisajes, de lagos, ríos y humedales, coronados por templos hindúes construidos hace miles de años, entre los cuales destaca el impresionante fuerte Ranthambore, que da nombre a este bellísimo lugar.
Fue declarada como una de las reservas del Proyecto Tigre en 1973 y se convirtió en parque nacional en 1980. La diversidad de vegetación y paisajes, entre una zona y otra, son impresionantes.
División por zonas
El parque está zonificado en 10 áreas de las cuales, en teoría, las primeras suelen tener mayores probabilidades de ver tigres. Solo está abierto al público un 20% del total de los 392 km cuadrados, el resto está cerrado al tráfico de turistas con el fin de proteger estos delicados ecosistemas.
Cada jeep tiene asignado a sus pasajeros y zona con anterioridad y usan este tipo de carteles para que los guardaparques puedan controlar que los jeeps se encuentren en la zona que les tocó.
En nuestra primera zona visitada el paisaje era espectacular, de a poco empezaron a aparecer la otra fauna que habita estos territorios; chital o ciervos moteados, sambar, jabalíes, monos langures, macacos Rhesus, osos perezosos, cocodrilos y pavos reales. A medida que pasaba el tiempo, nuestra frustración crecía. Las esperanzas de encontrar un tigre por la mañana, se desvanecían.
Datos esperanzadores
La población mundial de tigres apenas supera los 4.000 ejemplares en todo el mundo, y la mitad de ellos se encuentran en la India. De todos ellos, unos 60 viven en el parque nacional de Ranthambore, uno de los pioneros en formar el Proyecto Tigre.
A principios del año 2000 la caza furtiva redujo la población de tigres del parque a poco menos de 20 ejemplares. Desde entonces los esfuerzos en conservación de las autoridades indias parecen haber surtido efecto, hasta llegar a los casi 60 ejemplares actuales. Los conflictos en la población local por depredación del ganado doméstico, se han reducido mucho y en general se habla del tigre con respeto y admiración.
Un tema de probabilidades
Nuestros guías nos cuentan, dejándonos un tanto desesperanzados, que las posibilidades de avistamientos son de un 30%, es decir, de tres safaris, solo uno tiene el placer de ver tigres. Y según su experiencia, en varias décadas de trabajo dentro del parque, los avistamientos del esquivo felino, se deben a los siguientes factores y probabilidades:
- 70% por alarmas naturales, los ciervos, monos, pavos reales avisan cuando ven a un tigre o leopardo, con lo cual los guías se aproximan y rastrean las zonas aledañas.
- 20% por huellas frescas de tigre que permiten dar con ellos.
- 10% por azar, por una cosa de suerte aparecen en el camino o cerca del jeep.
«Tiger, tiger!», grita nuestro guía (en inglés y con el genial acento hindú). ¡La sensación fue adrenalínica! En ese momento la calma se convirtió en una emoción que hizo que el corazón se acelerara y la piel se erizara en cuestión de segundos. Avistar un tigre es una experiencia conmovedora. Solo cuando lo tienes allí, frente a ti, logras dimensionar su tamaño, su elegancia y su inigualable belleza.
Tomar una fotografía, sin trepidación, desde un buen ángulo y en una pose atractiva, es un gran desafío y un sueño por cumplir para los amantes de la fotografía y la naturaleza.
Nuestro primer avistamiento será algo que nunca olvidaré. Estuvimos con mi grupo de fotógrafos bajo el sol a unos 28ºC durante al menos tres horas, esperando que alguno de los dos tigres que dormían bajo la sombra de una muralla en un templo, se asomara y caminara hacia nosotros. Tomamos la mejor posición con el jeep, pues está estrictamente prohibido bajarse en cualquier lugar del parque. Nuestro guía sabía que era altamente posible que la trayectoria del tigre fuera en dirección nuestra (como probablemente siempre lo hacía). Y así fue. La larga espera valió la pena. Esta es un resumen de la secuencia de imágenes que logré registrar, la emoción al ver este grandioso animal por primera vez te deja simplemente sin aliento.
Posteriormente pude obtener el primer retrato desde una posición más cercana. Entre ramas y flores secas, el tigre en movimiento rectilíneo hacia el jeep, hacían que el modo de enfoque fuera crucial, por lo cual la mejor opción fue hacerlo manualmente. No es una buena foto, pero le tengo un cariño especial por ser la primera vez que se cruzaron nuestras miradas.
Con el pasar de los días, con mucha alegría, puedo decir que fui afortunada en poder divisar más ejemplares en varias oportunidades. En ocasiones solitarios y otros en pareja, a corta distancia, otras desde muy lejos.
Cuando la distancia focal de mi teleobjetivo no era suficiente, simplemente dejaba de lado mi cámara y encendía el sensor del alma para dejar grabada esta escena imborrable.
Aquí van más fotografías que logré del gran tigre de Bengala, ¡ojalá las disfruten!