Giuliana Furci es la primera micóloga de hongos no liquenizados de Chile. Esto significa que solamente los líquenes en Chile fueron estudiados por mujeres antes de 1999, año en el que Giuliana comenzó a trabajar para los hongos. Uno de sus mayores aportes a la micología han sido sus publicaciones, en especial sus libros «Fungi Austral – Guía de Campo de los Hongos más Vistosos de Chile» (2007), “Guía de Campo Hongos de Chile” Volumen I (2013, 2016) y Volumen II (2018).

El amor por los hongos de Furci comenzó en 1999, cuando estudiaba Acuicultura en la Universidad de los Lagos en Osorno. Vio un cartel donde se buscaban a voluntarios para muestrear el zorro chilote o también conocido como zorro de Darwin. Fue la única que postuló y viajó a Chiloé a buscar zorros. En los bosques se fijó en los hongos. Al querer saber más de ellos, no encontró bibliografía. Entonces, decidió que ella escribiría un libro sobre hongos de Chile. Durante siete años viajó registrando hongos para publicar su primera guía de campo junto a Carolina Magnasco, con el auspicio de Roberto Edwards.

En 2012 fundó Fundación Fungi, ONG dedicada a la conservación y difusión del Reino Fungi a nivel nacional e internacional. Viaja constantemente y en sus expediciones siempre fotografía y registra a los hongos para investigaciones y próximas publicaciones. Espera pronto poder publicar un tercer volumen de la Guía de Campo.

Furci afirmó en una entrevista para el diario La Tercera: «Veo una especie y se establece una comunicación. Mi ojo se va a ese hongo no porque lo esté buscando, sino porque es como si ellos me guiñaran el suyo. Puedo estar en un prado enorme y distingo su estructura, su destello, su vibración, y cuando lo veo se me olvida todo lo que estaba haciendo. Hay un absolutismo en ese encuentro, hay plenitud y propósito, y todo cobra sentido».

No solo para Furci los encuentros con hongos son un momento significativo. Muchos de los hongos de las Guías de Campo Hongos de Chile Vol. I y II guardan un especial recuerdo para quienes los encontraron. A continuación, una selección de los hongos que propiciaron estas historias.  

Amanita galactica

Ximena Romero, era encargada de programas de la Fundación Fungi cuando se encontraba en la zona de Curacautín y Melipeuco, en la Araucanía, para entregar material sobre colecta de hongos sostenible a las comunidades, en especial a los recolectores del hongo comestible Morchella. En el viaje iban también Giuliana Furci y Mario Fonseca, entonces miembro del Directorio de la fundación. “Giuliana tiene la costumbre de ir mirando desde el auto los alrededores en caso de encontrar hongos. Estábamos camino hacia Conguillío cuando vimos unos hongos que se veían diferentes. Así que nos detuvimos y nos acercamos a mirar. Llovía y todavía habían sectores con nieve. Nos encontramos con un hongo muy similar a una Amanita muscaria, el popular hongo con sombrero rojo con puntos blanco, salvo que este era negro. Nadie sabía qué especie era. Tiempo después, luego de muchas opiniones y estudios, se confirmó lo que Furci sospechaba. Era una especie nueva.” cuenta Romero.

Amanita galactica ©Fundación Fungi
Amanita galactica ©Fundación Fungi

Para poder identificar un hongo es necesario recolectar una muestra y luego se puede enviar a secuenciar su ADN para confirmar que no esté en una base de datos que compruebe que haya sido encontrado anteriormente. Al secuenciar se logra conocer su material genético. Finalmente, a esta nueva especie, única en el mundo, se le llamó Amanita galactica. Cuando Giuliana vio la especie, supo que se llamaría galáctica: “Por la semblanza del sombrero de la callampa como una noche oscura y despejada, que muestra galaxias lejanas”. Luego de tratar de describir la especie con diferentes micólogos, fue el Dr. Bryn Dentinger del Museo de Historia Natural de Utah quién extrajo el ADN y lo secuenció para así ser el co-autor de la especie junto a Furci: Amanita galactica (Furci & Dentinger, 2020).

Cordyceps polyarthra

Lucas Urzúa tenía 6 años cuando se encontró con un hongo perteneciente al género Cordyceps. Estos hongos parásitos son conocidos por volver “zombies” a hormigas y otros insectos, ya que usan sus cuerpos como su sustrato, hasta que mueren.

En un viaje, camino a Villarrica, Lucas pidió ir al baño. A la altura de Bío-Bío, pararon en una plantación de pinos al lado de la carretera.

Cordyceps ©Fundación Fungi
Cordyceps©Fundación Fungi

Uno de los mayores intereses de Lucas son los insectos y reptiles, por lo que está acostumbrado a estar atento en busca de estos animales. El mayor interés de su mamá, Giuliana Furci, son los hongos. Así que cuando decidieron caminar y descansar un poco en ese lugar, él buscó insectos y ella hongos. Cristian Moreno, miembro de la Fundación Fungi también iba en el viaje, y cuenta que Lucas mostró su descubrimiento pensando que era una pupa, estado previo a la metamorfosis por la que pasan algunos insectos. Al verlo Furci dijo emocionada: “¡No! ¡Esto es un Cordyceps!”. De hecho, era el primero que ella veía en Chile.

Lucas cuenta: “Estaba muy emocionado de haberlo encontrado. Recuerdo que al volver al auto, mi mamá lloró de emoción y felicidad.”

Ese día, la pasión por los insectos de Lucas y el amor por los hongos de Giuliana hicieron simbiosis. El hongo era un Cordyceps polyarthra usando de sustrato para crecer a una pupa de Lepidóptera, una mariposa. 

Laternea triscapa

El hongo Laternea triscapa se caracteriza por su color rosado intenso y expele un fuerte y desagradable olor que atrae a las moscas, que le ayudan a propagar sus esporas. En el año 2012 Giuliana se encontraba en un camino llamado Valle de la Paciencia en el Parque Karukinka, en la región de Magallanes, hospedada por WCS Chile. “Había visto una Laternea triscapa por primera vez el año 1999 en un tepual en Chiloé. Es maravilloso, siempre es un encuentro emocionante ese hongo. Es especial coincidir con esa especie.”, recuerda Furci sobre ese momento. “Iba sola en el bosque, y al verla de tanta emoción que sentía, me puse a bailar y gritar en medio del bosque. En ese momento llegó un grupo de trabajadores chilenos, y preocupados por mis gritos se acercaron a preguntarme si estaba bien. Yo les expliqué y mostré el hongo esperando que se sorprendieran, pero en realidad su expresión fue: ¿qué le pasa a esta loca?”, recuerda riendo Furci.

Laternea triscapa ©Fundación Fungi
Laternea triscapa ©Fundación Fungi

Verónica López es una de las fotógrafas que contribuyó en la Guía de Campo Hongos de Chile Vol II. Lleva años registrando la naturaleza en el sur de Chile, en especial de hongos y líquenes. En una reunión con un grupo de amigos y conocidos, alguien contó como anécdota, que años atrás en una excursión se había encontrado con una mujer bailando y gritando por haber encontrado un hongo. López, que ya sabía por Giuliana esta historia, gritó: “¡Yo sé quién es! ¡Es Giuliana Furci!”.

La Laternea triscapa que causó todas estas reacciones, fue fotografiada por Giuliana ese día, y se puede ver en la Guía de Campo Hongos de Chile, Vol. I.

Ustilago maydis

Un hongo que no deja a nadie indiferente es el Ustilago maydis. Este hongo comestible aparece en el maíz por lo que para algunos es una plaga y para otros una delicia culinaria. Para evitar que usen al maíz como su sustrato se les pone fungicida a los cultivos. Cuando Lucas Urzúa, hijo de Giuliana Furci, decidió a los 5 años plantar una semilla de maíz en el patio de su casa en Santiago, nunca pensó que cultivaría más de una especie.

Ustilago maydis ©Fundación Fungi
Ustilago maydis ©Fundación Fungi

Con el tiempo crecieron choclos, pero también apareció el famoso Ustilago maydis. Furci dice que es bastante común que aparezca este hongo cuando el maíz crece sin pesticidas. Al preguntarle si se lo comió, responde: “No, no lo comimos. Lo observé, lo estudié, lo miré, lo quise.”  

En México este hongo es parte de la alimentación de campesinos e indígenas, por lo que es considerado un alimento popular. Con el tiempo se volvió más apetecido para la gastronomía y chefs, dándole un prestigio culinario a nivel mundial.

*Puedes averiguar dónde conseguir las guías de campo aquí.