La escena se puede repetir en más de un lugar al mismo tiempo. La protagonista es un ave. La locación puede ser un humedal, una laguna, un lago o las aguas calmas de un lugar costero. Está tranquila, flotando. De un minuto a otro desaparece y, poco después, vuelve con las plumas de su cabeza mojadas. Si miramos detenidamente hay comida en su boca. Ese personaje principal de la historia es un ave conocida como “zambullidora”.

Huala. Créditos Pío Marshall.
Huala. Créditos Pío Marshall.

“Las zambullidoras se sumergen y hay que esperar a que salgan a la superficie nuevamente. Lo sorprendente es que pueden estar mucho tiempo bajo el agua y desplazarse muchos metros para aparecer en cualquier lugar lejos de dónde se cree que está”, comenta Pío Marshall, observador y fotógrafo de aves.

Estas pertenecen al orden Podicipediformes, un grupo de aves acuáticas que, tal como menciona la Red de Observadores de Aves (ROC) en su página web “se caracterizan por ser especialistas en bucear ágilmente al momento de buscar alimento, permaneciendo largos periodos de tiempo sumergidas”. De hecho, se han considerado dentro de las aves más especializadas para la vida en el agua, destacando también por ser buenas nadadoras. Además, si bien pueden volar, prefieren zambullirse para escapar. De ahí adquieren su popular nombre.

“Es muy interesante verlas cazando. Se zambullen y desaparecen por largos segundos. Uno debe estar atento a dónde aparecerán. A veces solo salen unos segundos y vuelven bajo el agua. Otras salen de una cacería exitosa, como un pez o anfibio como presa”, comenta Diego Reyes Arellano, naturalista, fotógrafo y observador de fauna silvestre.

Cuando buscan su alimento, se hunden por vegetales acuáticos, pequeños invertebrados, insectos, moluscos, crustáceos y vertebrados como peces pequeños y anfibios.

Picurio. Créditos Pío Marshall
Picurio. Créditos Pío Marshall

Para lograr todo esto cuentan con ciertas adaptaciones que les han permitido llevar su estilo de vida acuático. Ya en 1969, el Museo de Historia Nacional hablaba de su “cuerpo hidrodinámico, alas poco desarrolladas, pero funcionales, plumas en la cola muy reducida, piernas robustas y cortas, implantadas en el tercio posterior del cuerpo, tarsos comprimidos lateralmente y dedos aplastados con lobulaciones laterales unidas sólo en la base”.

De esta forma, tienen alas cortas y, a diferencia de la mayoría de las aves acuáticas, sus pies son lobulados y no palmeados. Esto quiere decir que tienen márgenes de piel aplanada que bordean sus dedos, pero no se unen como las membranas de los patos. Eso les permite usarlas como remos en el agua, facilitando su movimiento en el agua. Además, pueden estar florando muy emergidos en el agua, pero tienen la habilidad de hundirse despacio y a veces mostrar solo su cabeza bajo el agua.

Blanquillo. Créditos Pío Marshall.
Blanquillo. Créditos Pío Marshall.

Los zambullidores vuelan raras veces al día, por lo que la migración y la mayoría de los vuelos son nocturnos. En vuelo, la falta de la cola acentúa los pies lobulados de aspecto grande, caídos y colgando, dándole su apariencia característica”, se explica en la guía Aves de Chile de Álvaro Jaramillo. En tierra tienen movilidad limitada.

También son las protagonistas de otro tipo de escena, que evoca profunda ternura para quienes están presentes o logran verlo en fotografías. Diego lo describe así: “Me gusta mucho el cuidado parental de los huevos como de los polluelos. Cuando un adulto está empollando, el otro le trae alimento para apoyar esta labor. Cuando ya están con sus polluelos, estos no son buenos nadadores, se suben al lomo de uno de sus padres y así van recorriendo su entorno mientras el otro padre busca y trae alimento para todo el grupo”. En esa misma, Pío destaca la emoción de ver cómo cuidan a sus pequeños en el lomo —muchas veces camuflados— o cuando les enseñan a nadar, guiándolos en fila por el agua.

Pimpollo. Créditos Pío Marshall
Pimpollo. Créditos Pío Marshall

En el mundo se estima que existen 22 especies de estas aves, todas de la misma familia, dividida en seis géneros. Se distribuyen por todo el mundo menos en Oceania y la Antártica. Su historia evolutiva poco se ha estudiado. Sin embargo, su grupo se considera relativamente joven debido a registros fósiles, estando bien representados a partir del Mioceno superior. En esta línea, los Podicipediformes se consideran primitivos y quiénes serían más cercanos a ellos, taxonómicamente, serían los flamencos.

En particular en Chile habitan cinco especies. Cuatro de ellas son residentes: el pimpollo común (Rollanda rolland), picurio (Podilymbus podiceps), huala (Podiceps major), blanquillo (Podiceps occipitalis). Una es un visitante ocasional, el pimpollo tobiano (Podiceps gallardoi).

“Son aves elegantes y erguidas. Estas cuatro —las residentes— son como de un club al que no pertenecen ni dejan entrar a las restantes aves de ambientes acuáticos”, describe por su lado Pío.

Pimpollo común

Es el más pequeño de todos los zambullidores de Chile, con un largo de 26 centímetros. Se distribuye al sur del continente sudamericano, desde Perú (Rollanda rolland morrisoni) hasta el extremo sur de Chile (R. rolland chilensis) y Argentina (R. rolland rolland). También está en las islas Malvinas. Siempre en agua dulce, silencioso, pero puede graznar al asustarse.

Pimpollo. Créditos Pío Marshall
Pimpollo. Créditos Pío Marshall

Es oscuro. Su cabeza y cuello son negros. En su época reproductiva cuenta con auriculares blancas que forman una mancha, las cuales se erizan como un abanico. Su dorso negro, en cambio, contrasta con su iris rojizo. Cuando no está en tiempos de reproducción, su mancha es más apagada. Pero su cuello y garganta de tonos más castaños contrasta. No tiene dimorfismo sexual aparente, aunque la hembra es más pequeña.

Nidifica en plataformas flotantes y necesita vegetación, como juncos, para criar. Tanto madre como padre custodian el nido. No es una especie que forme bandadas. Eso sí, es posible verlo con picurios y blanquillos.

Picurio

Pequeño y de cuerpo compacto. De largo no supera los 32 centímetros. Se distribuye por todo el continente americano, pero en Chile es el menos común de su grupo. Se le ve desde la Región de Atacama hasta el norte de Aysén (subespecie antarcticus), en humedales, lagos y desembocaduras con mucha vegetación emergente o bordes pantanosos. Es sigiloso, rara vez se le ve volando y suele moverse de noche. Si se siente perturbado, se sumerge rápido.

Picurio. Créditos Diego Reyes Arellano
Picurio. Créditos Diego Reyes Arellano

Es de colores pardo, destacando por su cabeza redondeada, plumaje gris y su característico pico grueso, similar al de un pollo. Este, en su época reproductiva, es azulado con una lista vertical negra. Su cuello y cabeza son grisáceos, mientras que el cielo es negro. Fuera de la época reproductiva, el pico es color grueso y su garganta y cuello blancos, con pecho canela.

Su temporada reproductiva se puede extender todo el año. Por eso, se pueden ver adultos con pichones en invierno. No forman bandadas, pero son simpátricos con el pimpollo.

Huala

Es el más grande de los zambullidores que viven en Chile, alcanzando entre 70 y 78 centímetros de largo. Se distribuye en el sur de Sudamérica, pero en territorio chileno está desde Arica hasta Tierra del Fuego. Prefiere grandes lagos y estuarios y desembocaduras que se asocian a totorales, bajo los 1.200 metros de altura. También puede estar en el mar, en zonas costeras. De hecho, puede pasar el invierno en el mar, en pequeñas bandadas.

Huala. Créditos Pío Marshall.
Huala. Créditos Pío Marshall.

Es un ave distinguida, delgada y grande. Destaca por su cuello largo como cisne, rojizo que contrasta con su cabeza gris. Tiene un pico prominente y una sedosa cola color canela. Hacia el norte, son más grisáceas. El plumaje en general es grisáceo y tiene grandes patas que le ayudan a nadar.

Según las condiciones ambientales, puede nidificar todo el año. En su periodo reproductivo emite sus característicos llamados que algunos asimilan a un lamento. Esta ave bucea para obtener vegetación acuática para su nido, que complementa con juncos de su hábitat. Luego es característico verlas con las crías en el lomo los primeros días, encontrándose generalmente en parejas y a veces en colonias.

Huala. Créditos Pío Marshall.
Huala. Créditos Pío Marshall.

“Las hualas en el lago Villarrica son mis preferidas, hay sectores donde las encuentras por decenas. Adquieren coloridos muy atractivos dependiendo de la hora y la posición del sol. A veces el reflejo de la flora cercana las realza aún más”, destaca Pío.

Blanquillo

Se trata de un zambullidor pequeño, que no supera los 27 centímetros de largo. Tiene una larga distribución por el sur de los Andes, con dos subespecies en Chile. La primera de ellas, juninensis, es residente de lagunas altiplánicas desde la Región de Arica y Parinacota hasta Antofagasta, alcanzando incluso los 5 mil metros de altura. Luego, desde Atacama hasta Magallanes está occipitalis, migratoria, que vive en humedales, lagunas y costas, a no más de mil metros de altura.

Blanquillo. Créditos Pío Marshall.
Blanquillo. Créditos Pío Marshall.

Es pálido, de cuerpo gris con cuello y partes inferiores blancas, al igual que el final de su dorso. Tiene un aspecto esponjoso. Su cabeza tiene plumas finas auriculares de tonalidades amarillas y sus ojos son rojos. Su pico es fino y curvado hacia arriba. Las poblaciones que viven más hacia el norte se diferenciar por tener penachos laterales de color gris.

Prefieren cuerpos de agua con menos vegetación, estando incluso en el mar en época no reproductiva. Nidifica en plataformas flotantes de vegetación acuática, criando en zonas de agua dulce en colonias laxas. De hecho, es un ave muy gregaria. Sus polluelos están nadando al segundo día, aunque suelen descansar en la espalda de sus padres.

Pimpollo o macá tobiano

Es más grande que el pimpollo común, alcanzando los 32 centímetros de largo. Está críticamente amenazado, a diferencia de todos los zambullidores de Chile que se encuentran en Preocupación Menor, según la Lista Roja de las especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Se cree que sus poblaciones han decrecido en un 80% los últimos 25 años.

Pimpollo tobiano. Créditos Diego Reyes Arellano.
Pimpollo tobiano. Créditos Diego Reyes Arellano.

Es endémico de la Patagonia, descrito en 1974 en Argentina, pero también ocasionalmente visita Chile, donde se piensa que puede ser más frecuente de lo que se cree. En este país, sus registros son de la Región de Magallanes. El proyecto de Aves Argentinas y Ambiente Sur dedicado a esta especie explica que habita en lagos y lagunas de las mesetas de alturas de Santa Cruz, migrando en invierno hacia la costa atlántica.

Pimpollo tobiano. Créditos Diego Reyes Arellano.
Pimpollo tobiano. Créditos Diego Reyes Arellano.

El fotógrafo Diego Reyes pudo fotografiarlo en una de las lagunas al sur de Porvenir, donde se encontraba trabajando. “Llegamos a la laguna con cientos o miles de blanquillos y entremedio estaba el pimpollo tobiano, lo observamos por largo rato y tomamos fotografías. No fueron las más bellas (…), pero fui muy afortunado”, recuerda.

Pimpollo entre blanquillos. Créditos Diego Reyes Arellano.
Pimpollo entre blanquillos. Créditos Diego Reyes Arellano.

Se trata de un ave con plumaje blanco, dorso negruzco, cabeza negra e iris rojizo. Su cabeza tiene una frente blanca y una cresta eréctil castaña encima de su ojo. Puede resultar similar al blanquillo occipitalis.

En su reproducción, frecuenta pequeños lagos y lagunas donde esté la planta flotante Myriophillum elationides. Nidifica en las lagunas de la estepa de Santa Cruz, en Argentina, donde corteja a su pareja y construyen su nido flotante.

*La información de las descripciones se basa en datos de la Red de Observadores de Aves y la guía de campo Aves de Chile de Álvaro Jaramillo.

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