Se trata de un proyecto que tiene la intención de invitar a imaginar el pasado sin la barrera temporal de una imagen monocromática, añadiendo matices al patrimonio fotográfico chileno para facilitar la comprensión de los cambios en nuestra sociedad y generar lazos intergeneracionales.

Así es como explica Jaime Araya (28), su iniciativa “Memoria en color”, en la cual colorea digitalmente imágenes del pasado, revisando y haciendo una relectura de momentos relacionados con los procesos sociales, culturales, naturales y urbanísticos, entre otros, que definen lo que somos hoy.

Según explica, su trabajo se originó a raíz de dos grandes intereses personales: la historia y los procesos sociopolíticos; y la fotografía. Es esta última la que ha aprendido de forma autodidacta y lo que le otorgó las herramientas y conocimientos para involucrarse en el mundo de la edición, restauración y posteriormente la coloración fotográfica. “Siempre me intrigó saber cómo habrá sido la realidad que vivieron nuestros ancestros, así que me embarqué en esta tarea de darle un segundo aire al archivo histórico”, dice.

Así, una de las grandes temáticas que ha abarcado es la fotografía de carácter étnico.

Fotografías que reflejan temáticas

Araya muestra su trabajo a través desde Instagram, donde por cada foto a la que le da color la acompaña con un relato histórico, generando series fotográficas. Dentro de estas, su trabajo ha abarcado, en gran parte la fotografía de carácter étnico: kawésqar, mapuche y, recientemente, de las culturas del norte.

Sobre la importancia de destacar esta parte de la historia y el patrimonio a color, dice que “los inicios de la fotografía de carácter étnico, estuvieron marcados por una fuerte carga racista y culturalmente desarrollista para justificar crímenes atroces. Estos problemas no son para nada lejanos, pues siguen amenazando nuestra sociedad y están presentes desde las estructuras más complejas, hasta nuestras interacciones más básicas”.

Es por esto que, según explica, la idea de añadir color a los testimonios visuales de genocidio, la esclavitud y la ocupación es “no solo tener antecedentes, sino que logremos sentirnos partícipes del momento en que la imagen fue capturada y generemos una mayor empatía con las víctimas”. De esta forma, agrega que “cuando vemos a color, nuestra reacción es mucho más emocional y sensorial de lo que pensamos”.

En este sentido, y más allá de solo la imagen, cree que la contextualización es importante: “Así se puede entender cómo era la sociedad en el momento que se tomó cada fotografía porque cada una es un ejercicio subjetivo del realizador que responder a la idiosincrasia de su época”.

Así, abarca series fotográficas o mini exhibiciones temáticas para explicar temáticas en particular, como fenómenos sociales (dictadura militar, colonización, etc), natural (terremotos) o urbano y puede estar relacionada con alguna fecha cercana o no. “Colorear todo tipo de imágenes me ha traído una satisfacción tremenda, no sólo por el resultado final, sino por las sensaciones que despiertan en el público que ve mi trabajo”, finaliza Araya.


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