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¿Has escuchado hablar de los colémbolos? Descubre a estos inadvertidos habitantes del mundo en miniatura
Son diminutos y están en todas partes. Podemos encontrar colémbolos en sitios como cerros, quebradas y bosques, e incluso en patios, composteras o charcos de agua estancadas. Sin embargo son ampliamente desconocidos. En el mundo hay cerca de nueve mil especies, de las cuales más de 132 habitan en Chile. En el país están presentes sus cuatro órdenes, aunque hasta hace poco uno de ellos no contaba con registros. En esta nota los compartimos en exclusiva, junto con algunas curiosidades y la importancia de estos milimétricos invertebrados.
Muchas veces nos hemos topado con milimétricos animales que se asemejan a puntitos saltarines, ya sea en la hojarasca, en la tierra húmeda, en el compost, o bien flotando sobre pequeñas pozas de agua. Y quizás, más de alguno se ha preguntado “¿Qué será esto?”, pero dado lo diminuto de estos seres, usualmente no reciben mayor atención.

A continuación, les explicamos qué podrían ser estos extraños seres tan desconocidos, pero tan presentes e interesantes. Posiblemente, se trata de colémbolos.
Técnicamente, los colémbolos son pequeños invertebrados de seis patas y parientes de los insectos. Hasta ahora, hay descritas aproximadamente 9.000 especies a nivel mundial, de las cuales más 132 están presentes en Chile.

No poseen alas y la mayoría de las especies tienen un apéndice llamado “fúrcula”, que se ubica bajo el abdomen y le sirve a modo de resorte para dar grandes saltos, para así arrancar de posibles depredadores, como pequeñas arañas o ácaros.

Los hay de diferentes formas y colores, pero lo cierto es que son tan pequeños, que no es raro que pasen inadvertidos. En general, no miden más de unos pocos milímetros, aunque lo que no tienen en tamaño lo compensan en abundancia: usualmente viven en grandes cantidades, alcanzando hasta los 100.000 individuos por metro cuadrado, lo que los transforma en una porción importante de la biomasa terrestre.

Si nos vamos al origen de la palabra o a su etimología, entendemos una de sus principales características. Collembola viene del latín colla, que significa pegamento, y de embolon, que significa pistón. Lo anterior hace referencia a otro apéndice llamado Colóforo, que es básicamente un tubo pegajoso que les da la capacidad de adherirse a las superficies resbalosas o lisas.

En general, la identificación exacta de especies o géneros resulta extremadamente difícil en este grupo, sin embargo, es posible diferenciar entre los distintos órdenes incluso a simple vista. Los cuatro órdenes que existen están presentes en Chile: Symphypleona, Entomobryomorpha, Poduromorpha y Neelipleona. Este último es el más raro de todos: si bien está citado en la literatura para el país, no existían registros vivos y fotográficos hasta hace poco tiempo. En esta nota, se los presentamos en exclusiva.

A los que pertenecen al orden Symphypleona se les conoce como colémbolos globulares por su cuerpo redondo (globoso), con antenas más largas que la cabeza. Los del orden Entomobryomorpha tienen un cuerpo alargado, con antenas y patas largas, y a menudo presentan escamas como las mariposas o polillas. Los del orden Poduromorpha son alargados, con un aspecto que recuerda a un gusano. Además, poseen las antenas y patas cortas y gruesas. Por último, está el orden Neelipleona, cuyos integrantes son diminutos y poseen un cuerpo globoso, pero con antenas más cortas que la cabeza y, por lo general, carecen de ojos.




Un tema importantísimo de tocar en relación a estos extraños y hermosos seres es su importancia en los ecosistemas. Como mencionamos anteriormente, son capaces de habitar casi todos los ambientes, aunque con notoria preferencia y frecuencia en lugares húmedos.

Además, al ser extremadamente abundantes y pequeños, se transforman en un eslabón crucial para las redes tróficas. Lo primero que podemos destacar es su función como sustento alimenticio para otros seres vivos como, por ejemplo, anfibios, reptiles, aves, peces y artrópodos varios (insectos y arácnidos principalmente).

Por otra parte, la gran mayoría de los colémbolos se alimenta de vegetales, polen, bacterias, micelios y esporas de hongos y, por consecuencia, cumplen el rol de dispersores.

Son también excelentes detritívoros, contribuyendo con el reciclaje de nutrientes y la degradación de materia orgánica en descomposición, ya que son capaces de consumir desde hojas o troncos, hasta excremento o cadáveres. Gracias a lo anterior, se les considera como buenos aliados del compost. Unos pocos géneros de colémbolos son considerados carnívoros, porque se han especializado en comer otros artrópodos pequeños.

Ahora vamos a la parte práctica: ¿dónde podemos encontrarlos? Basta con salir a caminar a cualquier lugar natural, de preferencia con bastante humedad. Puede ser algún cerro, quebrada, bosque, en cualquier horario y en cualquier temporada.

Algunos tips son: buscar en hongos, especialmente entre las láminas de su sombrero, ya que allí los colémbolos suelen encontrar buen refugio y comida. Buscar también en la hojarasca húmeda, donde pueden encontrarse en grandes cantidades. Revisar los parches de musgos y el follaje de árboles y arbustos.

De todas formas, es bastante posible que no sea estrictamente necesario visitar un lugar prístino o 100% natural, ya que también se pueden ver en los patios de las casas, en las composteras y en charcos de aguas estancadas, y quizás en cuantos lugares más.
Los colémbolos son seres increíbles e imprescindibles, por eso es sumamente importante darlos a conocer y difundirlos a través de nuestras plataformas y redes sociales, para que la gente conozca su importancia y belleza.

Esperamos que cuando se topen, nuevamente, con esos pequeños animales, los miren con mayor atención, y de esta manera expandamos nuestra apreciación y cariño por la naturaleza desde lo más pequeño. Pueden encontrar más información en las páginas www.collembola.org y www.chaosofdelight.org.



