Aculeo es un pueblo rural ubicado en la zona sur de la Región Metropolitana, inserto en la comuna de Paine. Es reconocido principalmente por el cuerpo de agua que allí se encontraba y que lleva el mismo nombre: la famosa laguna de Aculeo. Una de sus principales características es que era una de las pocas lagunas de origen natural de la región, y geográficamente está resguardada por algunos de los cerros más altos de la cordillera de la costa: el cordón de Cantillana, lo que le da una belleza paisajística única.

La laguna de Aculeo fue imprescindible para los habitantes de la localidad, especialmente para el riego de cultivos agrícolas, turismo y recreación, pero su incalculable valor no se enmarcaba solamente en el aspecto económico o antrópico, sino que, por, sobre todo, en su riqueza medioambiental. Este gran humedal era una cuna de biodiversidad y debido a que se encuentra a varios kilómetros de otros cuerpos de agua de esta magnitud, resultó vital para la reproducción y desarrollo de diferentes especies de flora y fauna, tanto residentes como migratorias.

Laguna de Aculeo Año 2017 desde la Isla Grande ©Antonia Cornejo
Laguna de Aculeo Año 2017 desde la Isla Grande ©Antonia Cornejo

Históricamente, este lugar siempre fue un paraíso para las aves: en él se han registrado más de 80 especies, entre ellas taguas, patos, zambullidores, cisnes, gaviotas, cuervos de pantano e incluso algunas muy buscadas y escasas como el pájaro amarillo (Pseudocolopteryx citreola) o el pato pampa (Dendrocygna viduata), pero sin duda, una de las más llamativas e imponentes, es la garza cuca (Ardea cocoi).

Garza cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor ©Vicente Valdés
Garza cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor ©Vicente Valdés

Esta es la más grande de los representantes chilenos de la familia Ardeidae, la que involucra a garzas, garcita azulada (Butorides striata), huairavillos (Ixobrychus involucris) y huairavos (Nycticorax nycticorax obscurus). La «cuca» no solamente destaca por su tamaño, que puede superar un metro veinte de alto, si no que a eso se suma un plumaje algo más contrastado que otras especies cercanas. Es de color general grisáceo azulado, con partes más oscuras como el pecho y la capucha, y con otras más claras como el cuello y la cara. Es de hábitos principalmente nocturnos, pero también se le ve activa de día en busca de alimentos como peces, anfibios y pequeños invertebrados, los que caza ferozmente de un picotazo rápido y punzante. Esta especie tiene registros a lo largo de todo Chile, pero sus poblaciones se concentran entre las zonas centro y sur.

Garza Cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor ©Antonia Cornejo
Garza Cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor ©Antonia Cornejo
Garza cuca (Ardea cocoi) al vuelo ©Vicente Valdés
Garza cuca (Ardea cocoi) al vuelo ©Vicente Valdés

Para muchos “pajareros”, ornitólogos, observadores de vida silvestre y naturalistas, la garza cuca es un animal misterioso e inspirador, pero sumamente arisco a la presencia del ser humano, e incluso a otras especies, ya que casi siempre se ven solitarias y tímidas. Aún, con toda esa reservada personalidad, existe una época del año en que todo lo anterior no se cumple, y una gran cantidad de individuos se juntan en un lugar común a pasar la temporada de reproducción. Y aquí empieza el “show”. Decenas de grandes garzas sobre la copa de los árboles, construyendo hermosos nidos tejidos con ramas, en un concierto de vocalizaciones guturales. Los adultos, ya listos para procrear, desarrollan verdaderas plumas ornamentales llamadas “egretas”, que resultan ser la tenida perfecta para cautivar a sus próximas parejas. El resultado de esta composición regala escenas que a menudo podrían recordarnos a las que vemos en los documentales internacionales de Nat Geo o Discovery Channel.

Garza cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor, se pueden observar sus egretas (plumas de adorno) ©Vicente Valdés
Garza cuca (Ardea cocoi) con plumaje reproductor, se pueden observar sus egretas (plumas de adorno) ©Vicente Valdés
Garzas cuca y sus nidos sobre un gran Quillay (Quillaja saponaria) ©Antonia Cornejo
Garzas cuca y sus nidos sobre un gran Quillay (Quillaja saponaria) ©Antonia Cornejo

Debido a la sequía que enfrenta desde hace más de 10 años la zona central, entre otros acontecimientos, la laguna redujo su superficie drásticamente, lo que trajo como consecuencia, que cuando todavía había agua, que ya no exista mucha afluencia de turistas, y, por ende, que no haya presencia de vehículos acuáticos motorizados. Gracias a lo anterior, las aves se fueron concentrando en los cada vez menos sectores inundados que quedaban y esta razón llevó a que gran parte, por no decir toda la población de garzas cuca de la laguna de Aculeo en 2017, se concentrara para su nidificación en una de las dos islas que quedaban rodeadas con agua.

Atardecer con garzas cuca y sus nidos sobre Quillay ©Antonia Cornejo
Atardecer con garzas cuca y sus nidos sobre Quillay ©Antonia Cornejo

Observar este increíble espectáculo a la distancia por varios días nos motivó a aventurarnos en su registro. Para cruzar la poca, pero fangosa zona inundada entre una isla y otra, utilizamos una antigua y gran tabla de windsurf que nos permitió llevar las mochilas con todo nuestro equipo fotográfico. Utilizando una vestimenta camuflada, apenas tocamos tierra firme nos dispusimos cuerpo a tierra, para evitar al máximo cualquier perturbación.

Avanzamos varios metros hasta dar con el lugar indicado, y ahí nos preparamos para observar pacientemente, con mucha emoción. Era una sensación indescriptible, nos encontrábamos rodeados de quizás cientos de garzas cucas, algunas garzas grandes (Ardea alba), garzas chicas (Egretta thula) y garzas boyeras (Bubulcus ibis).

Garzas grandes (Ardea alba) con plumaje reproductor ©Vicente Valdés
Garzas grandes (Ardea alba) con plumaje reproductor ©Vicente Valdés

Sobre un añoso y gran Quillay (Quillaja saponaria), yacían decenas de nidos activos, con individuos inmaduros y adultos compartiendo, vocalizando e interactuando.

Un poco más abajo, en un aromático y frondoso boldo, había algunas familias más rezagadas, pero que también eran parte de la fiesta. Algunos nidos aún tenían juveniles con su característico plumón, que se asomaban tímidos pero curiosos para ver qué pasaba a su alrededor. Por supuesto no dudamos en fotografiar y disfrutar lo más posible el tremendo regalo de la naturaleza que estábamos viviendo, sin saber que sería la primera y la última vez.

Juveniles de Garza Cuca en su nido ©Vicente Valdés
Juveniles de Garza Cuca en su nido ©Vicente Valdés
Adultos e inmaduros sobre su nido en un Quillay ©Vicente Valdés
Adultos e inmaduros sobre su nido en un Quillay ©Vicente Valdés

Para el año siguiente esperábamos con ansias la llegada de las garzas, y poder presenciar, aunque fuera de lejos, este asombroso espectáculo. Sin embargo, ya a mediados del 2018 la superficie con agua en el lecho de la laguna era mínima, por lo que ambas islas se secaron por completo.

Comparativa de imágenes satelitales de la Laguna de Aculeo. Fuente: Google Earth
Comparativa de imágenes satelitales de la Laguna de Aculeo. Fuente: Google Earth

Después de un tiempo, nos encontrábamos en la Patagonia, cuando por llamada telefónica nos contaron que las últimas garzas, patos y coipos estaban siendo rescatados de la laguna por residentes, quienes los trasladaron a diferentes centros de rehabilitación, o fueron relocalizados en esteros cercanos. El agua -y por ende la fuente de su principal alimento- era tan escasa, que una gran cantidad de ejemplares no pudieron ser salvados.

A la vuelta de nuestro viaje, llegamos caminando hasta el mismo sector por donde habíamos pasado remando el año anterior, y ya solo quedaban rastros de lo que algún día fue el festival más hermoso de las garzas cuca de Aculeo, que ahora vive solo como un lindo recuerdo en nuestras memorias, y como valioso registro en nuestras cámaras.

Silueta de Garza cuca al atardecer ©Vicente Valdés
Silueta de Garza cuca al atardecer ©Vicente Valdés

La laguna de Aculeo se ha secado, tal vez irremediablemente. La sequía, el mal uso del agua, la irresponsabilidad, la falta de planificación territorial, entre otras cosas, han generado que no solo la población se quede sin agua, sino que también todos estos increíbles animales y la biodiversidad que dependían de este humedal, perdiéndose un valioso patrimonio natural, que fue descuidado desde sus inicios. Haber crecido en este lugar y verlo desde su apogeo hasta su final es un golpe duro, sin embargo, esperamos que la Laguna de Aculeo sea un gran ejemplo de cómo NO hay que hacer las cosas, para que esta pérdida no sea en vano. Hoy contamos con herramientas importantes e infalibles, como la fotografía de naturaleza y la educación ambiental, fundamentales para difundir la protección de estos ecosistemas tan vitales para el equilibrio del planeta tierra.

Quillay y garzas©Vicente Valdés
Quillay y garzas©Vicente Valdés
Garza cuca ©Vicente Valdés
Garza cuca ©Vicente Valdés
©Antonia Cornejo
©Antonia Cornejo
©Antonia Cornejo
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