Desde la ventanilla del avión entre Santiago y Punta Arenas en estas fechas uno ya puede ver como, desde la Región de Aysén en adelante, las laderas de las altas cumbres se visten de un rojo que solo la lenga sabe entregar. Se están preparando para botar sus hojas, y cumplir su ciclo para resistir el invierno venidero. Coronadas por hielos, y con la luz del amanecer, hacen un excelente contraste entre calidez y frío.
Saliendo del aeropuerto camino a Puerto Natales ya se ven los amarillos de los ñirres y lengas que nos muestran que ya es buena fecha para maravillarse con el otoño. Ésta es la última oportunidad para ver aves que migran al Norte en invierno buscando calor, como es el caso del pato jergón grande.
Pato jergón grande ©Nicolás Anguita
Pato jergón grande ©Nicolás Anguita 
Una vez en el parque, el espectáculo se puede ver más de cerca. El bosque en el borde de la laguna Azul, el Valle Ascencio y el Valle del Francés, se ven tremendamente prometedores desde los miradores que se pueden recorrer en auto, pero esta vez decidimos recorrer un lugar menos conocido: el sendero que recorre el Valle del Pingo.
Laguna Azul ©Nicolás Anguita
Laguna Azul ©Nicolás Anguita 
Es un lugar extremadamente frágil, donde termina el Campo de Hielo Sur, con vistas al glaciar Pingo. Su bosque es hogar de una familia de huemules, por lo que el acceso está restringido y autorizado sólo mediante un guía certificado por Conaf. Esto hace que sea un sendero con mucho menos tráfico que la W, dando esa sensación de soledad e inmensidad que ayudan a conectar con la naturaleza.​
Valle del Pingo ©Nicolás Anguita
Valle del Pingo ©Nicolás Anguita
Torres del Paine ©Nicolás Anguita
Torres del Paine ©Nicolás Anguita
Lago Pehoé ©Nicolás Anguita
Lago Pehoé ©Nicolás Anguita
Detalle de Almirante Nieto©Nicolás Anguita
Detalle de Almirante Nieto©Nicolás Anguita
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