Bajo el lente moderno: retrato a tres talentos jóvenes de la fotografía de naturaleza
Hablamos con tres fotógrafos que se empezaron a dedicar de forma profesional a la fotografía de naturaleza hace menos de diez años para conocer su visión y las motivaciones que han tenido para dedicarse a este rubro. Desde el registro de lo pequeño e inadvertido, la particularidad de la fauna y la poesía de las montañas, los tres han entregado, desde sus propia observación y pasión, maravillosas capturas que buscan acercar la naturaleza a las personas.
Eduardo Muñoz (26), Daniela Peña (34) y David Cossio (26) empezaron a dedicarse de forma profesional a la fotografía de naturaleza hace menos de diez años. Sus registros muestran desde los detalles de lo pequeño, esos que muchas veces pasan inadvertidos al ojo humano, hasta el arte natural de los paisajes. Nos llevan a mirar la flora, fauna y funga, al tiempo que nos invitan a un viaje con la inmensidad de las montañas y la exploración, desde Chile a otras partes de Sudamérica.
Como sea, y cada uno mediante su propio camino, buscan acercar la naturaleza a las personas. Eduardo, por ejemplo, comenzó retratando aves. Daniela, tenía el fin de transmitir la belleza de la naturaleza a través de su lente. David emprendió su rumbo fotográfico desde su pasión por la exploración y un encanto por hacer fotos.
En esta nota hablamos con los tres para conocer su visión, cuál ha sido su camino y las dificultades de emprender un camino profesional en la fotografía de naturaleza.
Eduardo Muñoz
Desde pequeño, Eduardo visitaba junto a su padre los cerros cercanos a su hogar. Él le enseñaba sobre las aves, zorros y otros animales que habitaban esos ecosistemas. Eso lo inspiró a que cuando decidió qué estudiar, eligiera Ecoturismo, con el fin de complementar su amor por la naturaleza para no solo disfrutar de ella, sino enseñar a gozar respetuosamente esos lugares.
Durante sus estudios, hace cerca de seis años, conoció la fotografía y su gusto por ella en las salidas a terreno de observación de aves junto a su profesor. “Él usaba su cámara para registrar las aves e identificarlas a distancia. Empecé a pedir cámaras prestadas a mis compañeros para ver si podía lograr buenos resultados. Después de varias fotos de prueba y errores de por medio, me di cuenta de que quería tener mi propia cámara y empezar en la fotografía de naturaleza, partiendo por las aves”, comenta.
Actualmente, se dedica a realizar expediciones fotográficas junto a Biodiversidad Chilena y cursos de revelado digital para enseñar a manejar de mejor manera las herramientas para la edición fotográfica.
“Con mi trabajo busco concientizar y educar sobre la maravillosa biodiversidad que existe en nuestro país. Chile es un país rico en flora y fauna, y me gustaría hacer visible esto a todo el mundo por medio de mis fotografías”, asegura.
En este sentido, dentro de sus capturas destaca la belleza de lo pequeño, como pequeños insectos; hasta la majestuosidad de la fauna chilena. Dice que le gusta sorprenderse con lo fascinante de la naturaleza y sus particularidades: “He tenido la suerte de conocer mucha historia natural de animales e insectos que no sabía que podían existir en Chile. Cómo se interrelacionan, los métodos para sobrevivir. Todo eso lo he aprendido de la fotografía. Me gusta ya que con mis fotografías puedo mostrarle al mundo lo que existe y con esto aportar un granito de arena a la conservación de la naturaleza”.
Así también ha logrado encuentros como los que tuvo hace un tiempo con la salamanqueja del Norte Chico (Garthia gaudichaudii) junto al fotógrafo Vicente Valdés de Biodiversidad Chilena, desde donde surgió su fotografía favorita. Estaban en búsqueda de ella y cuando apareció era algo totalmente distinto a lo que Eduardo se imaginaba, en especial por su pequeño tamaño que no supera los 6 centímetros. “Cuando le pude hacer fotografías macro fue aun más fantástico: ver las diminutas escamas que cubren su cuerpo junto a su llamativo ojo me hizo recordar a las películas de dinosaurios”.
Sin embargo, explica que este camino de fotografiar la naturaleza no ha sido fácil, especialmente por la parte económica que involucra, como la inversión en equipos fotográficos. Además, agrega el trabajo que tiene que desarrollar para mejorar su inglés ya que llegar a más personas implica llegar a extranjeros, lo que ha resultado una brecha para él.
A pesar de esto, ha logrado crecer en redes sociales, lo que le ha ayudado a expandir su trabajo. Particularmente en Instagram tiene más de 38 mil seguidores. “Sin las redes sociales sería muy difícil mostrar mi trabajo y me ha traído cosas muy positivas. Primero siento el cariño de la gente en cada una de mis publicaciones y, gracias a las redes, he tenido la suerte de tener auspiciadores y trabajar en libros sobre fauna de Chile”, dice.
En este contexto, en enero la revista National Geographic se contactó con Eduardo para publicar su fotografía de orugas de Lasiocampidae como una de las dos mejores del mes. “Indudablemente eso ha sido una gran muestra para mí de que debo seguir fotografiando la naturaleza y, junto con ello, seguir enseñando lo importante y bella que es”.
Daniela Peña
Daniela siempre ha sido una persona curiosa. Desde pequeña disfruta ver la biodiversidad sin dejar de asombrarse por lo que la rodea. Dice que para ella es casi una necesidad acampar, hacer trekking o estar al aire libre. Por ello, desde que se dedica a la fotografía ha sido algo natural retratar la naturaleza.
Estudió publicidad y durante sus años de estudio empezó a fotografiar de forma amateur. “Hace alrededor de cuatro años decidí dar un paso más profesional, siendo en gran parte autodidacta en el proceso. Mi formación como publicista ha sido un complemento clave para mi trabajo, ya que me permite unir mi pasión por la comunicación con el arte de la fotografía. Además, se puede contribuir al cuidado del medio ambiente, ya que la difusión y educación es clave en estos tiempos. Cuando conocemos y entendemos el funcionamiento de algo, logramos desarrollar ese sentido de pertenencia tan valioso para querer, cuidar y proteger”, explica.
En ese sentido, dice que busca transmitir su conocimiento y visión a través de su trabajo, para que más personas descubran y se conecten con el territorio: “Quiero que, al conocerlo mejor, podamos empoderarlo y vincularnos con él de manera más consciente. También que esto nos ayude a tomar decisiones informadas que respalden la conservación y protección de los ecosistemas que están presentes a lo largo de Chile”.
En sus capturas destacan principalmente paisajes y fauna de Chile, desde su mirada. A nivel personal, este tipo de fotografía le permite conectar con ella misma al estar en la naturaleza: “En esos momentos es donde me encuentro más en sintonía con mi esencia, permitiéndome ser y crear libremente desde una sensibilidad que me mueve y me inspira. A nivel colectivo, disfruto enormemente poder compartir estas experiencias».
Un ejemplo es el que vivió cuando logró fotografiar un monito del monte en el Parque Nacional Nonguén en la Región del Biobío. Además de ser una especie En Peligro de Extinción, es muy difícil de ver, no solo porque es pequeño, sino porque habita en zonas muy frondosas, es escurridizo y sus hábitos son muy nocturnos. Este momento se dio de día, en su pleno hábitat natural. Vio una bola pequeña junto a sus amigos en la mitad del sendero.
“Estaba paralizado y no sabíamos si estaba herido o le había pasado algo, como estaba a mitad de camino, podrían haberlo pateado o incluso pisado, ya que estaba inmóvil. Después de muchos escenarios posibles, la solución que tomamos y que creemos que fue la correcta, fue avisar a los guardaparques para que se hicieran cargo de la situación. A los minutos llegó un guardaparque, pudimos observar que afortunadamente estaba bien, al parecer solo estaba durmiendo o en estado de “sopor”. Al intentar moverlo con hojas, despertó y se fue brincando a su hábitat quedando completamente fuera de peligro”, recuerda.
Daniela explica que disfruta mucho de estos momentos, pero que le costó dar el paso de mostrar el trabajo por distintas inseguridades y factores. “Además, pienso que al mostrar mi talento en un ambiente mayormente dominado por hombres, siento que estoy desafiando esos estereotipos de género. Ser fotógrafa de naturaleza me ha permitido reivindicar esa sensibilidad que, tradicionalmente, se ha asociado a las mujeres de manera negativa. A lo largo de los años he aprendido a aceptar y valorar mi sensibilidad como una virtud, e incluso la considero un superpoder”, explica.
Esta sensibilidad es la que ha logrado transmitir a través de redes sociales, donde se ha hecho más conocida últimamente. En Instagram ha llegado a más de 22 mil seguidores y ha tenido la oportunidad de interactuar de forma más cercana con la comunidad. Allí le han comentado que han aprendido más sobre la fauna y la importancia de ser conscientes del entorno, además de haber sentido emoción al ver sus fotografías.
“Lo que más me ha motivado es ver cómo estas personas ahora comparten esa información con sus seres queridos, transformándolo en una cadena de conocimiento colectivo. Esto me ha inspirado a profesionalizar más mi cuenta, asegurándome de que cada mensaje que transmito esté alineado con mis creencias, vivencias y convicciones, para seguir contribuyendo a una mayor conciencia del cuidado de la naturaleza”, explica.
Actualmente, además de trabajar como publicista en una agencia de publicidad, está trabajando en un proyecto de formación de líderes ambientales de Talcahuano y el desarrollo de un microdocumental sobre biodiversidad y amenazas de la playa isla de los Reyes Rocuant en Talcahuano.
David Cossio
David es un amante de la exploración. Dice que vibra con la naturaleza salvaje, estando inmerso en paisajes de hielo, cuevas y montañas. Desde que tiene 15 años aprendió a usar la cámara del teléfono móvil, pero desde que tomó una cámara réflex hace 8 años no lo dejó. Su gusto por la fotografía y la exploración lo llevó a estudiarla y dedicarse a ella.
“Decidí dedicarme a la naturaleza porque es lo que más me llena personalmente y es donde puedo hacer mejor mi trabajo: mostrar paisajes remotos, que poca gente puede ver, por diversos factores”, explica.
Sus fotografías son una expresión artística principalmente de cumbres, paisajes montañosos y glaciares de Chile y otras partes de Sudamérica, como Colombia, su país natal. Todos registros que busca acercar la naturaleza a las personas: “Creo que es importante mostrar y compartir eso que hace vibrar a uno con el mundo. Para mí, eso es la naturaleza. Busco inspirar a la gente mostrando la belleza que hay en este mundo”.
En ese contexto, comenta que una de sus fotos favoritas se emplaza en el Nevado de Huila: “Representa el camino que he hecho para llegar a las montañas, a hacer montañismo, estar en el hielo y también porque es un lugar muy difícil de llegar. Tuvimos que pasar por las FARC por la selva, llegar al hielo, en medio de la lluvia y neblina. Por esas condiciones y lo accidentado del paisaje, la imagen tiene mucho dramatismo. Me gusta lo que representa un grupo de personas caminando en un lugar tan remoto como este, que normalmente no visitarían los humanos”.
Este tipo de esfuerzo es también una de las dificultades de sus trabajo, no solo por lo físico de cargar los equipos en las montañas y deber mantenerse en forma, sino también por los tiempos que requiere la fotografía. “Dentro de las dificultades del proceso, está la planeación y producción de las expediciones, encontrar el tiempo y financiamiento para realizarlas y luego hacer un trabajo de calidad dentro de las condiciones extremas de cada escenario”.
Además, agrega que no solo se trata de hacer un registro, sino transmitir una visión, que implica un constante observación, aprendizaje y exploración de la naturaleza y, por ende, de uno mismo.
“Algunos fenómenos naturales como tormentas, neblina o nieve, pueden ser hostiles, pero generar circunstancias en el paisaje que derivan en fotos más intensas y únicas. Por eso explorar lugares, luces, temporadas y en distintas condiciones es parte del proceso de un fotógrafo de paisajes”, dice. Por ejemplo, esa la experiencia en el Nevado del Huila para él fue muy especial, ya que, aún cuando no pudieron llegar a la cumbre, pudieron disfrutar de la montaña y del paisaje de la forma en cómo se presentó ante los montañistas, con una atmósfera sublime y misteriosa.
Eso ha intentado plasmar en sus redes, donde en Instagram tiene más de 25 mil seguidores. “Es importante moverse bastante en el mundo de las redes, el arte, el deporte y la conservación para que se difunda el trabajo. Podemos tener imágenes increíbles pero si no se publican o no se imprimen, jamás habrán existido”, explica.
Actualmente, se prepara con varios proyectos a un futuro principalmente en Chile y sobre los glaciares colombianos.