«Trabajando para la Fundación San Ignacio de Huinay, ubicada al sur de Hornopirén y a 15 km del límite con Argentina, organizamos una expedición con mis amigos escaladores Erick Vigoroux, Claudio Vicuña y Francisco Herrera. Ellos fueron mi apoyo de escalada para poder fotografiar en detalle los alerces extremos», cuenta el fotógrafo Guy Wenborne. El helicóptero los dejó en lo alto de una gran pared de granito, cuya cara norte se precipitaba verticalmente hasta un lago a casi mil metros más abajo.

Estos alerces, que crecen en pequeñas terrazas de paredes verticales de granito desnudo, se desarrollan en condiciones físicas y de clima realmente extremo. Pueden tener un desarrollo muy pequeño y retorcido, pero son de mucha edad debido a lo difícil de las condiciones donde habitan.

Algunos de ellos logran tener un desarrollo muy vertical y curiosamente todo su follaje está orientado hacia un lado específico. «En este caso todas sus ramas habían crecido orientadas al norte y en dirección opuesta a la pared de granito. El lado opuesto de su follaje estaba absolutamente liso y desnudo, de un color y textura perfectamente plano», dice el fotógrafo quien asegura que fue «tremendamente intrigante ver este tipo de crecimiento».

¿Será que la radiación de calor que refleja la pared de granito no permite el crecimiento de follaje? ¿La nieve que se desprende de la ladera arrasa en su caída con el follaje? ¿Será que el viento predominante hace que crezcan solo en ese lado? ¿Serán todas las anteriores? Fueron algunas de las preguntas que se hizo Guy al encontrarse con este fenómeno, quién, al consultar a expertos de la Universidad Austral de Valdivia terminó con aún más interrogantes.

¿Por qué puede suceder este fenómeno?

En Ladera Sur hablamos con el biólogo Nicolás Lavandero, quien nos dijo que es un fenómeno poco estudiado, pero piensa que podría deberse a un tema de luz. «Las horas de luz efectivas por el lado del muro son considerablemente menores que al otro lado», dice.

También, explica que las plantas maximizan su superficie fotosintética en los sectores con mayor luminosidad, sacrificando las ramas menos eficientes. Esto, sumado a su lento crecimiento, su longevidad y la incapacidad de las coníferas de producir ramas nuevas en madera vieja, hacen que el efecto sea más notorio en estas especies, ya que la selección de ramas ocurriría a una temprana edad, aún cuando están cercanas al ápice del árbol.

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