Por alguna extraña razón, la mayoría de los fumadores en el mundo no consideran que arrojar sus colillas en la calle o en la playa sea equivalente a arrojar cualquier otro tipo de basura en su entorno. La imagen del conductor que abre la ventanilla para lanzar su colilla o de la persona que tras terminar su última pitada apaga el cigarro en la arena y la deja ahí, es recurrente.

Son estas mismas acciones las que han llevado a que hoy las colillas de cigarro estén, por ejemplo, entre los contaminantes que se encuentran en mayor abundancia en nuestros océanos. Según cifras de la ONG Ocean Conservancy, en  32 años seguidos de limpiezas de playas organizadas por la organización, se han recolectado 60 millones de colillas en las playas del mundo. Esto equivale a un tercio de todas las basuras que se suelen encontrar ahí, superando a envoltorios, cubiertos, botellas y tapas de plástico. Y se estima que son 4.5 millones de colillas las que terminan como basura cada año contaminando nuestro medio ambiente y la fauna que en él habita.

©Karen Catbird
©Karen Catbird

Una realidad que hace poco la aficionada a las aves, Karen Catbird, dejó en evidencia cuando fotografió a un rayador alimentando a su polluelo con una colilla de cigarro en una playa de Florida, Estados Unidos. «El polluelo de rayador recibió una colilla de cigarro de su padre. Es tiempo de que limpiemos nuestras playas y dejemos de tratarlas como un gigantesco cenicero«, dijo Catbird en su publicación en Facebook.

Resulta lamentable que aún hoy tengamos que ser testigos de imágenes como ésta o las impactantes fotografías de cadáveres de polluelos de albatros con sus estómagos llenos de plástico que hace un tiempo compartió el fotógrafo Chris Jordan.

©Karen Catbird
©Karen Catbird

¿Cuándo llegará el día en que tomemos real conciencia de nuestras acciones y su impacto en el medio ambiente?

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