Tierra del Fuego, la isla más grande de Chile (29.484 km2), territorio de la explotación del petróleo y de las estancias de esquila de ovejas, permanece como uno de los lugares más desconocidos y virgenes del mundo. Sus caminos anchos y ripiados que van serpenteando por la pampa impresionan por sus horizontes interminables que parecieran no tener destino alguno.

Sin embargo, la riqueza de sus recursos turísticos patrimoniales junto a lo remoto de su localización geográfica la han convertido en un destino exótico donde la hiperconectividad y la creciente globalización parecen temas sacados de una película de ciencia ficción.

Dentro de los recorridos patrimoniales de Tierra del Fuego destacan la ruta de las estancias, de la madera, de los glaciares, de Darwin (y su epopeya de la vuelta al mundo). La ruta Selk’nam y los territorios de caza y fuego. La ruta de los humedales, las aves y las aguas, todas propuestas que se desarrollan en un marco de naturaleza virgen, del que también es parte el Parque Natural Karukinka, un modelo de conservación para la biodiversidad.

©Juan Ernesto Jaeger
©Juan Ernesto Jaeger

Por su lejanía visitarla durante el invierno suena casi a una hazaña. Lo pocos saben, es que en esta estación los paisajes son únicos e irrepetibles: lagos congelados, cielos brillantes, guanacos que circulan libremente como dueños de aquel territorio y una característica muy peculiar, ya que la cercanía al extremo sur durante el invierno hace muy cortos los días, con pocas horas de luz.

En el centro-sur de Tierra del Fuego, escondido entre laberintos de valles, montañas y bosques de lengas, está el Lago Deseado. Desde ahí puede realizarse una caminata de poca dificultad cuyo entorno está rodeado de más de mil especies de musgos y líquenes. La región subantártica de Tierra del Fuego contiene cerca del 5% de todas las especies de musgos que existen en La Tierra.

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