©Vicente Weippert
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Es quizás la zona cordillerana de la región de Atacama uno de los lugares más bellos del norte de nuestro país (si no lo es, pega en el palo). Salares, montañas, lagunas, nubes, vicuñas y flamencos configuran algunos parajes tan exóticos que parecieran sacados de una película. Es en este contexto que se sitúa el lugar del que quiero contar hoy: La Laguna del Negro Francisco.

Ubicada dentro del Parque Nacional Nevado de Tres Cruces, se puede llegar de dos formas: por la ruta internacional que lleva al paso San Francisco, desviándose en el Salar de Maricunga, o por el camino que lleva desde Copiapó hacia la minera Maricunga, distante a unos 10 kilómetros del parque.

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Siempre es llamativo encontrar agua en medio del altiplano, pero lo que sucede en la Laguna del Negro Francisco es algo que va un poco más allá: un lugar de una soledad sobrecogedora y una belleza enigmática, donde el tiempo pareciera haberse quedado detenido hace largos años.

Dentro de las especies presentes en el parque, destaca la vicuña, el zorro, el flamenco y la tagua, siendo estos dos últimos los predominantes en la laguna, usándola para la nidificación y conviviendo en un equilibrio casi perfecto. Como dato anecdótico, la laguna se separa en dos partes de distinta salinidad, fácilmente identificables desde una vista con algunos pocos metros de altura.

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Este sector del parque cuenta con un refugio habilitado por Conaf, pensado para brindar al visitante ciertas facilidades que ayuden a sobrellevar de mejor forma las extremas  condiciones del altiplano. Sin embargo, es importante reservar y dar aviso con anticipación a la visita, ya que los guardaparques deben recorrer constantemente los distintos sectores del parque y no siempre se encuentran en el refugio.

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Caminar hasta la orilla de la laguna demora aproximadamente media hora, trayecto que  permite experimentar una sensación de tranquilidad casi abrumadora, para finalmente sentarse a una distancia prudente de la orilla y observar cómo se comportan flamencos y taguas, quienes no parecieran advertir la presencia humana.

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De noche el panorama cambia. La temperatura muchas veces cae por debajo de los 0°C y los cielos estrellados tan típicos de nuestro norte se dejan ver en toda su magnitud. Hay algunos días en los que, si se tiene suerte, se puede apreciar por sobre las altas cumbres algunas tormentas eléctricas en la lejanía, dándole un carácter aún más intenso y extraño al paisaje nocturno.

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La Laguna del Negro Francisco está lejos de ser un lugar turístico, y es probable que jamás llegue a serlo. Pero quizás eso es precisamente lo que la hace tan llamativa. En este sector se puede encontrar un mundo lejano inmerso en una soledad casi aterradora y bajo un cielo privilegiado que termina siendo una especie de baño de humildad que la naturaleza le da al ser humano que la visita, para ubicarlo en el contexto que le corresponde: el de un pequeño accidente en un corto lapso de tiempo frente a la escala geológica del planeta y la inmensidad de sus parajes.

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Datos a considerar

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