El Parque Omora es un lugar alucinante, de esos que vale la pena conocer. Se ubica en la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos, en la isla Navarino, muy cerca de la ciudad más austral del mundo, Puerto Williams.

Tan solo con el viaje para llegar allá, uno se da por pagado. Se puede ir volando desde Punta Arenas, con increíbles vistas de Tierra del Fuego y la majestuosa Cordillera de Darwin, o bien con una navegación de 37 horas zarpando desde la misma ciudad, atravesando algunos de los canales más remotos del país y pudiendo pasar muy cerca de innumerables glaciares y ventisqueros.

© Daniel Casado
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Una vez ahí, hay muchas opciones para los amantes de la naturaleza y la cultura. Si bien el circuito de Los Dientes de Navarino se lleva gran parte de la atención, una de las verdaderas joyas de la isla es el Parque Etnobotánico Omora, proyecto que combina investigación, educación, arte y filosofía.

Encabezados por Ricardo Rozzi y Francisca Massardo, quienes han puesto su foco en los “bosques en miniatura”, cuenta con circuitos de observación de musgos, líquenes y hepáticas de tamaño minúsculo. Así, un circuito que uno haría normalmente en 20 minutos, demora más de tres horas, en una invitación a bajar las revoluciones y mirar un poco más detenidamente toda la maravilla que nos rodea.

Líquen caloplaca en las rocas costeras de Navarino © Daniel Casado
Líquen caloplaca en las rocas costeras de Navarino © Daniel Casado

Es muy particular lo que pasa cuando uno se detiene un poco, y empieza a observar, a pensar, y finalmente logras dejar de pensar tanto como acostumbramos a hacerlo. Te conectas  totalmente con el paisaje.

Tuve la suerte de estar allá tres meses y puedo decir que es uno de mis lugares favoritos de la Patagonia.

Si no has visitado esta zona, ¡planifica tu viaje ya! Sentir que uno está en el “fin del mundo” es muy especial. Omora es uno de esos lugares donde la barrera que te separa del entorno se vuelve muy, pero muy delgada y uno forma parte de algo mucho más grande.

© Daniel Casado
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El investigador Ramiro Crego, en una de las rondas de control de aves.
El investigador Ramiro Crego, en una de las rondas de control de aves.
Alumnos del Liceo Donald McIntyre Griffiths de Puerto Williams, observan y estudian la fauna acuática del rio Róbalo © Daniel Casado
Alumnos del Liceo Donald McIntyre Griffiths de Puerto Williams, observan y estudian la fauna acuática del rio Róbalo © Daniel Casado
Omar Barroso, controla las medidas de un cometocino capturado en las redes de niebla, antes de ser liberado © Daniel Casado
Omar Barroso, controla las medidas de un cometocino capturado en las redes de niebla, antes de ser liberado © Daniel Casado

 

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