En la costa de la Región de Coquimbo, donde el océano Pacífico se encuentra con la desembocadura del río Los Choros, existe un ecosistema de una riqueza incalculable que muchas veces queda en la sombra de la gran biodiversidad marina de la zona: el Humedal La Boca de Los Choros. Este santuario natural, ubicado en la comuna de La Higuera y con una superficie de aproximadamente 1129 hectáreas las que incluyen dunas y paleodunas, fue declarado Santuario de la Naturaleza el 02 de julio de 2021, reconociendo su rol clave en la conservación de la biodiversidad. A pesar de esto, sigue siendo un refugio vital que enfrenta amenazas crecientes que ponen en riesgo su frágil equilibrio ecológico.

Frederick Toro
Fuente: Frederick Toro

Un oasis para la biodiversidad

Este humedal es un punto clave de descanso, alimentación y reproducción para múltiples especies, registrando al menos 113 especies de aves siendo migratorias y residentes. Entre ellas, destacan el perrito, cisne de cuello negro, el cisne coscoroba, el flamenco chileno, el pato jergón grandeRayadores, diversas especies de gaviotines, la golondrina, el colegial, el pilpilén negro y común, y el chorlo nevado, chorlo dorado y ártico, entre muchas otras.

Particularmente, la presencia del chorlo nevado (Charadrius nivosus) resalta la importancia del humedal como sitio de nidificación fundamental para esta especie, que enfrenta amenazas en toda su distribución debido a la degradación de su hábitat. Pero las aves no son las únicas habitantes del humedal: zorros, roedores endémicos como Lauchita de las dunas (Eligmodontia dunaris) y cururo (Spalacopus cyanus) e incluso el esquivo gato colocolo (Leopardus colocolo) y el chinge (Conepatus chinga)también dependen de este ecosistema. Entre los invertebrados, destaca la presencia de la llamativa hormiga panda (Euspinolia militaris), un ejemplo más de la riqueza biológica que alberga el lugar.

Frederick Toro
Fuente: Frederick Toro

Servicios ecosistémicos: más que un paisaje

Los humedales son reconocidos por sus múltiples servicios ecosistémicos, funciones clave que benefician tanto a la biodiversidad como a las comunidades humanas. Regulan el agua, mitigan inundaciones, capturan carbono y mejoran la calidad del agua, además de ser hábitats cruciales para la reproducción de muchas especies. En el caso del Humedal La Boca de Los Choros, su rol como refugio de biodiversidades incuestionable, pero también ofrece oportunidades para la educación ambiental y el turismo responsable, promoviendo el respeto por los ecosistemas costeros.

Frederick Toro
Fuente: Frederick Toro

Amenazas: una joya en peligro

A pesar de su reciente reconocimiento como Santuario de la Naturaleza, el humedal enfrenta diversas amenazas que ponen en jaque su estabilidad ecológica. Entre los principales peligros se encuentran:

  • Expansión inmobiliaria y fragmentación del hábitat: La venta de terrenos y la instalación de murallas y cercos por privados han reducido la conectividad del ecosistema y dificultan el acceso de especies silvestres.
  • Presión humana y mascotas: Durante el verano, el humedal recibe una alta afluencia de visitantes, muchos de ellos acompañados de perros y otros animales domésticos, lo que genera estrés y depredación sobre las aves nidificantes.
  • Contaminación: Residuos plásticos, escombros y otras formas de contaminación afectan tanto la calidad del agua como la fauna que depende de este espacio.
  • Minería y proyectos industriales: Aunque el debate sobre el proyecto Dominga ha puesto los ojos en la biodiversidad marina de la zona, el humedal muchas veces queda invisibilizado, a pesar de que también está expuesto a los efectos colaterales de estas iniciativas.
Frederick Toro
Fuente: Frederick Toro

Un llamado a la conservación

El Humedal La Boca de Los Choros es un tesoro natural que merece ser reconocido y protegido con la misma intensidad que otras áreas de la región. La implementación de medidas de conservación efectivas, como la gestión responsable del acceso al humedal, la fiscalización de actividades que fragmentan el ecosistema y la educación ambiental, son fundamentales para garantizar su preservación a largo plazo.

Aún estamos a tiempo de cambiar el rumbo y reconocer que estos espacios no solo son paisajes hermosos, sino sistemas vivos esenciales para el equilibrio ecológico. El humedal no puede seguir siendo una pieza olvidada en el mosaico de conservación de la zona; su riqueza y fragilidad nos llaman a actuar ahora.

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