En el relieve de la isla Robinson Crusoe, sobresale El Yunque, la montaña más alta del lugar con sus 915 msnm. Esta mañana, su cumbre está cubierta por una nube, la cual se observa entre el sonido de las gotas de lluvia cayendo y las vocalizaciones de los endémicos picaflores de Juan Fernández (Sephanoides fernandensis) que nidifican, en su mayoría, en los bosques abundantes del sendero Plazoleta El Yunque, el punto más cercano al que se puede llegar en un recorrido autoguiado.

Bosque Juan Fernández. Créditos: Antar Machado.
Bosque Juan Fernández. Créditos: Antar Machado.

En el recorrido, junto a Felipe Sáez, administrador del Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández, sabríamos que esos pequeños nidifican en las lumas de Juan Fernández (Myrceugenia fernandeziana) y que conviven con una variedad de especies que no están en ninguna otra parte del mundo. Según explica Felipe, estimaciones recientes apuntan a que el 67% de las especies de flora presentes en el archipiélago son endémicas. Es más, Juan Fernández posee más plantas endémicas por kilómetro cuadrado que cualquier otro sistema insular del mundo.

Eso es parte de lo que vemos aquí, caminando por las húmedas pasarelas de madera: una variedad de especies únicas, como la luma de Juan Fernández, el naranjillo de Juan Fernández (Fagara mayu), canelo de Juan Fernández (Drimys confertifolia), nalcas endémicas (Gunnera bracteata y Gunnera pectaca) y chontas (Juania australis), entre muchas más.

“Acá hay especies que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo y algunas que ni siquiera son parecidas a otras que puedan existir en el mundo. Es un verdadero laboratorio que hoy está con una fragilidad súper grande, pero que estamos haciendo esfuerzos para poder conservar”, explica Jaritza Rivadeneria, isleña, antropóloga cultural, concejala de la comuna y presidenta de la Comisión de Medio Ambiente de la municipalidad.

En medio de este laboratorio natural, están los asistentes y participantes de la tercera edición de Pacífico Profundo, el torneo internacional de apnea que se llevó a cabo por primera vez en Robinson Crusoe, organizado por Marenostrum Expediciones, la Fundación Islas de Nazca y SoloApnea, con el apoyo de la Municipalidad de Juan Fernández y la Armada de Chile.

Isla de Robinson Crusoe y poblado San Juan Bautista. Créditos: Antar Machado.
Isla de Robinson Crusoe y poblado San Juan Bautista. Créditos: Antar Machado.

El evento, además de una instancia deportiva, buscó destacar a la isla de Robinson Crusoe como un destino turístico con diferentes atractivos para sus visitantes. De hecho, la isla es considerada una Zona de Interés Turístico (ZOIT) en la Región de Valparaíso. Para ello, se recibió la visita, entre otros invitados, del reconocido actor chileno, Francisco Reyes, y el actor francoestadounidense, Jean-Marc Barr.  

Un lugar especial

La primera señal de tierra que uno ve al llegar a Juan Fernández es la isla de Robinson Crusoe, ubicada a 667 m del continente. Junto a Santa Clara y Alejandro Selkirk, forma parte de las tres principales islas del continente. Se trata de islas remotas conocidas por su biodiversidad única terrestre y marítima, que además forman parte de un parque nacional, salvo el poblado de San Juan Bautista, donde viven poco más de mil personas, y el aeródromo. El archipiélago, además, es Reserva Mundial de la Biósfera desde 1977.

Santa Clara. Créditos: Antar Machado.
Isla Santa Clara. Créditos: Antar Machado.

A la isla se puede llegar vía aérea por avión -como el Piper Chayenne en que nosotros llegamos-, para luego trasladarse al pueblo en lancha; y por mar, en un viaje que puede demorar entre 38 y 40 horas desde el puerto de Valparaíso. Al llegar se ven inmediatamente los contrastes paisajísticos del lugar, desde sus montañas y filos de origen volcánico, hasta el verde de sus frondosos bosques y lo árido de su parte más desértica, al oeste, con vistas a la isla Santa Clara.

Nalca en Juan Fernández. Crédito: Antar Machado.

La plazoleta el Yunque es solo uno de los muchos senderos que se pueden realizar de manera autoguiada o guiada. Es un lugar frecuentado por los isleños, que además es un sitio clave para la vida insular, al ser un verdadero atrapanieblas natural. “Este bosque cumple muchos roles y uno de ellos es actuar como proveedor de servicios ecosistémicos, particularmente agua, al proveer al 70% – 80% de la población de la comuna de Juan Fernández”, explica Felipe, quien agrega:

“En la isla no tenemos nieve ni cumbres tan altas. En ese caso, quien actúa como reservorio del agua es el bosque. La biodiversidad en general requiere de tener distintos atributos, como la composición, la estructura y la función. La función es más que clara: tratar de retener el agua, mitigar el cambio climático, proveer de alimentación a los picaflores, entre otras. La composición y la estructura hablan de ese bosque, qué es lo que hay y cómo se estructura de manera horizontal y vertical. Cuando hay bosques de estructura más compleja, lo que hacen es retener el agua por más tiempo y entregarlo de manera más continua a la población, y de mejor calidad porque viene más filtrada. En cambio, cuando los procesos de degradación son mayores, se pierde esa estructura y composición y, por tanto, el agua golpea de manera más inmediata el suelo y escurre rápido (…). Entonces el bosque en sí actúa como una esponja que retiene el agua para tener a la población abastecida por un mayor tiempo”.

Isla de Robinson Crusoe. Créditos: Antar Machado.
Isla de Robinson Crusoe. Créditos: Antar Machado.

El sendero de este bosque es parte de los más de 50 km de rutas de trekking presentes en la isla, de diferentes dificultades, que se pueden realizar de manera autoguiada o guiada. Existen diferentes rutas disponibles, destacadas también en un recorrido patrimonial del Ministerio de Bienes Nacionales. Entre los guiados, por ejemplo, están: Punta de Isla (desde el aeródromo hasta el poblado), poblado a Puerto Francés y Puerto Inglés. Por otro, los autoguiados, comprenden el Sendero Plazoleta El Yunque, Sendero Centinela, Sendero Salsipuedes y el mirador de Selkirk.

Plazoleta El Yunque. Créditos: Verónica Droppelmann

Conociendo al náufrago que marcó la isla

La mañana fresca da la bienvenida al sendero mirador de Selkirk. La primera parte del recorrido, es una constante y verde subida en la que se puede evidenciar una de las principales amenazas para las especies locales: la presencia de especies exóticas invasoras, que han sido una amenaza silenciosa, pero agresiva: el maqui (Aristotelia chilensis), la murta (Ugni molinae) y la mora (Rubus ulmifolius). Las llamadas “3M” encontraron en la isla un lugar ideal para reproducirse, instalándose en las aperturas de un bosque prístino.

Mora, especie exótica invasora. Créditos: Verónica Droppelmann.

“Estas especies tienen una capacidad mayor de crecimiento porque han tenido procesos de evolución distintos, tampoco tienen competidores naturales, por tanto, es un hábitat donde pueden colonizar muy rápido, con un avance de 6 hectáreas al año. Eso afecta directamente a las 9 mil hectáreas y fracción que tenemos en el parque nacional”, explica Felipe Sáez, administrador del Parque Nacional Archipiélago Juan Fernández. A eso se suman otras especies exóticas invasoras, como los conejos europeos, la chaqueta amarilla y los coatíes. Frente a eso, se han desarrollado distintas estrategias, como reforestaciones y programas de restauración por parte de Conaf y otras instituciones.

Las 3M nos acompañan en el recorrido desde principio a fin, en una subida con el sol llegando y una luz que ilumina la panorámica, que cada vez se hace más clara, hacia la bahía de Cumberland y el poblado de San Juan Bautista. Después de cerca de una hora de subida, llegamos al famoso Mirador de Selkirk, donde con una roca y una placa se hace referencia al punto donde el famoso náufrago escocés se sentaba a observar y esperar un rescate. Al otro lado del mirador, atravesaríamos un bosque de grandes plantas, como las nalcas y sus imponentes rizomas o unos pocos ejemplares de las amenazadas Robinsonia.

Robinsonia. Créditos: Verónica Droppelmann.

El actor chileno Francisco Reyes es el primero en ir a la placa que da referencia a la importancia de este lugar. Es que no se puede visitar la isla sin conocer la marca de Alexander Selkirk. “Estamos exactamente en lo que podríamos llamar la silla de Selkirk, mirador de Selkirk, el lugar donde se ven los dos lados de la isla. Se supone que el marinero se sentaba aquí a ver si aparecía un barco por alguno de los horizontes. Esta placa la hicieron los oficiales del barco Topaz, en 1868, describiendo de dónde venía y cuándo fue abandonado. Los datos están bien, salvo un solo dato controversial que es la fecha de rescate, que dice 12 de febrero y en algunos libros sale el 2 de febrero de 1709. Pero por 10 días no nos vamos a complicar”, dice Francisco.

Monólogo Francisco Reyes. Créditos Antar Machado.

El actor conoce bien la historia de Alexander Selkirk. Hace dos días realizó un monólogo, personificando al náufrago, para contar su historia. Vestido de la capa azul de un antiguo pirata de Gran Bretaña y con pipa en mano, exhibió esta obra por segunda vez en el Festival del Mar que se llevó a cabo en la isla, acercando este relato a isleños e invitados. Francisco ha visitado la isla seis veces, habiendo desarrollado hace años atrás por primera vez este monólogo, siendo un gran conocedor de su historia.

Selkirk fue un marinero y pirata que llegó aquí con un grupo de corsarios -verdaderos piratas, pero contratados por la reina Ana de Inglaterra en 1704 -. Llegó en un barco que se llama el Cinque Ports, que estaba comandado por el capitán Thomas Stradling, que era bastante jodido; un chico 21 años cuando empezó esta expedición, llegó aquí de 22. Era jodido, inepto y Selkirk le tenía pésima. Cuando llegan aquí se enojan, Selkirk baja a tierra sin la autorización de él, él montó en cólera y le manda todas sus cosas y lo deja aquí. Uno de los temas en discusión era que el Cinque Ports, estaba siendo comido por gusanos, por un molusco que se pega a los barcos y se alimenta de la celulosa. Entonces el barco estaba en bastante malas condiciones. Ya habían discutido por el Cabo de Hornos, ya eso era peligroso en las condiciones del barco. Entonces llegan acá y Selkirk le embosca esa responsabilidad a Stradling y viene la discusión. Luego el barco se hunde cerca de 2 meses después. Es sorprendido por españoles en Callao, cerca de Lima. El barco no resiste cañonazo, se hunde y a Stradling se lo llevan preso”, explica.

Cueva de Selkirk. Créditos: Verónica Droppelmann
Cueva de Selkirk. Créditos: Verónica Droppelmann

Esto es parte de lo que comentó, un par de días antes, Marco Pérez González, isleño, en la llamada Cueva de Selkirk, en el Puerto del Inglés, lugar que recibe su nombre porque allí habría vivido en famoso náufrago escocés por cuatro años y medio. Posteriormente, su historia inspiraría la novela de Robinson Crusoe. Marco se vistió del personaje histórico para mostrar este lugar, que forma parte del patrimonio de la isla, para explicar su relación con el sentimiento de un habitante insular.

“En este lugar, contaré un relato acerca de Alejandro Selkirk, que estuvo cerca de 4 años y 4 meses en completa soledad, abandonado a su suerte, donde solamente tenía a su haber un hacha, un fusil, la biblia, aferrado a la suerte. Él pudo hacerle fuerte a los grandes vientos de este lugar y afortunadamente después de 4 años logran rescatarlo. Como isleño me siento muy agradecido de poder interpretar a este gran personaje, que inspira a muchos novelistas y gente que, de alguna manera, se sienten identificados: los isleños nos sentimos muy acorde al sentimiento que tenía este náufrago, por tanto, nosotros estamos muy gratos de dale realce a su historia y darle mucho amor y respeto”, explica Marco.

Francisco Reyes y Marco González. Créditos: Antar Machado
Francisco Reyes y Marco González. Créditos: Antar Machado

El patrimonio de la pesca de langosta

Teodoro Rivadeneira Recabarren prepara el fuego en una gran cacerola dentro del bote 58, Cumberland. Es pescador isleño desde los 12 años y mantiene la tradición de la pesquería de la langosta, que también es la principal fuente de ingresos para la economía local. Mientras instala su la cacerola donde cocinará un perol de langosta -algo así como una cazuela- su hija, Jaritza Rivadeneira, comenta sobre la importancia de su oficio, la pesquería de langosta, al ser, bajo sus palabras “el producto cultural más importante del pueblo fernandeciano”.

Teodoro Rivadeneira cocinando. Créditos: Antar Machado.

Hace más de 100 años los pescadores del archipiélago de Juan Fernández tomaron conciencia de que debían seguir una pesca sostenible. Fue la misma comunidad la que se autoimpuso medidas tempranas de manejo de langosta y pidió al Gobierno establecer los límites de extracción y veda para su producción. Entre esto: la temporada de pesca es solo entre septiembre y mayo para la recuperación de la especie; solo se permite el uso de trampa langostera; se pueden extraer solo si la medida no es menor a 11,5 cm de longitud de cefalotorax; y, de ninguna forma, se pueden extraer sacar del mar hembras con huevos. Un proyecto de trazabilidad generado en 2016 por National Geographic Pristine Seas sustenta el buen manejo.

Eso es lo mismo que explica don Teodoro, vestido con su traje de pesca, mientras extrae la trampa de madera de la bahía de Cumberland, parte de uno de los tres subsistemas presentes en el archipiélago: Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk y Desventuradas.

“El archipiélago de Juan Fernández es un laboratorio biológico sostenido gracias a la conservación, sobre todo del sistema pesquero, desde los habitantes históricos del archipiélago, o el pueblo fernandeciano, que le llamamos nosotros. Hay un valor en biodiversidad tanto terrestre como marina, gracias a una comunidad responsable que ha hecho uso responsable de los recursos marinos. Eso nos permite vivir de la pesca artesanal sustentable: nunca hemos capturado especies con redes, trabajamos con trampas de madera que se biodegradan en caso de corte. Eso es vivir en una isla del Pacífico”, explica Julio Chamorro Solís, presidente de la Organización Comunitaria Funcional (OCF) Mar de Juan Fernández.

Créditos: Antar Machado.

De esta forma, más allá de una actividad productiva, lo que muestra Teodoro es una representación de la cultura local, dentro de un clásico bote ballenero de madera de doble proa de Juan Fernández. Sin embargo, cuenta con una limitante. El bote en el que él está cocinando solo está autorizado para realizar pesca y no turismo cultural. Por lo tanto, no puede subir turistas a su bote para mostrar su oficio, sino que necesita estar acompañado de una embarcación que sí cuente con autorización para transporte de turistas. Es por eso que la comunidad apunta a un turismo en que sean los mismos pescadores, de forma independiente, los que puedan mostrar su patrimonio a través de un permiso especial que otorgue la Armada para realizar pesca patrimonial.

“Hoy en día el rubro del turismo se ha realzado demasiado en la pesca deportiva, creo que lo que nos falta es realzar nuestro turismo cultural. Hoy vivimos una experiencia de cuidado del patrimonio intangible de lo que un pescador realiza normalmente en sus faenas. Eso a mucha gente a nivel nacional e internacional, le gustaría valorar. Solicitamos al Estado de Chile que también se pueda dar esto permisos para que estas embarcaciones puedan realizar este tipo de turismo, sostenible, interno, que permita dar a conocer la incipiente cultura fernandeciana”, comenta Pablo Manríquez Angulo, alcalde de la comuna de Juan Fernández.  

Créditos: Antar Machado

El tema de los botes tradicionales ha sido otro foco dentro de la isla. La Fundación Islas de Nazca, bajo el liderazgo de Germán Recabarren, han trabajado durante años para que las embarcaciones de madera se pudieran registrar según su tipología, lo que profundizamos en esta nota. Por ejemplo, el bote ballenero de Juan Fernández. Germán afirma que se han logrado avances con la Armada, estando prontos a que botes tradiciones puedan incorporarse como tal al reglamento de inscripción. Sin embargo, todavía siguen en la lucha para que se declaren con bien cultural material y se puedan destinar al uso turístico. En ese contexto, Germán recibirá un Premio de Conservación de Monumentos Nacionales, del Consejo de Monumentos Nacionales, “por su trayectoria en la protección y conservación del patrimonio natural, subacuático y cultural del archipiélago de Juan Fernández”.

El mundo submarino de Juan Fernández

Bajo el agua se ve la sombra de un curioso lobo fino de Juan Fernández (Arctocephalus philippii) que pasa rápidamente frente a nuestros ojos. Entremedio, grandes cardúmenes de peces deslumbran con sus colores. Estamos equipados con pesos, snorkel, máscara y traje para ver qué hay bajo el muelle de la bahía de Cumberland. “Veamos, me contaron que hay un pulpo por aquí”, dice emocionada Paola San Martín, una de las apneistas participante de Pacífico Profundo, que ese día nos enseñaba técnicas de respiración para explorar unos metros bajo el mar con un solo respiro. Esa zona costera cercana al pueblo ya se sentía como un paraíso submarino.

Micael Hobon
Créditos: Micael Hobon

No era una sensación equivocada. Se estima más de un 90% de endemismo de especies marinas en el archipiélago de Juan Fernández y la presencia de 2,3 toneladas de peces por hectárea. Cualquiera que se dedique a alguna actividad relacionada con el mar de la zona explica que en este lugar hay más biomasa por hectárea en el mar que en cualquier otra parte de la Tierra. Y es la misma gente quien fomenta su conservación.

Si hablamos de áreas protegidas en el mar, en 2014 se creó el Área Marina Costera Protegida Juan Fernández y sus 5 Parques Marinos. En 2016, fue el turno del Parque Marino Nazca Desventuradas y en 2018 del Parque Marino Mar de Juan Fernández.

Ignacio Fuentes
Créditos: Ignacio Fuentes

“Hay 8 areas marinas protegidas. Para eso se creó una estructura de gobernanza donde la comunidad es participe, mayoritariamente, con un consejero más que en todas las organizaciones públicas. Es una gobernanza muy parecida a la que tienen Rapa Nui para sus areas marinas protegidas. Con estas comunidades, Chile logra proteger el 43% de su Zona Económica Exclusiva (ZEE). También, estas comunidades conocen la conexión biológica que existe en la isla a través de los cordones y montañas submarinas, por ello queremos ocupar el tratado de convención de los mares, para crear un gran área protegida desde Rapa Nui hasta Nazca-Desventuradas; la dorsal de Juan Fernández, la dorsal Desventuradas, y unir también la ZEE de Juan Fernández – Desventuradas. Eso es lo que estamos trabajando este año. Esperamos que en junio de 2025, en Niza, en la Conferencia de los Océanos, se logre este acuerdo”, explica Julio Chamorro, Julio Chamorro Solís, presidente OCF Mar de Juan Fernández.

Así como fomentan su protección a gran escala, también explican que es un lugar increíble para explorar bajo el mar, justamente por su biodiversidad y condiciones, como una visibilidad promedio de 20 metros y temperaturas entre los 18 y 23°C. Para ello, hay opciones de buceo scuba o con tanque de oxígeno; o en apnea y snorkeling. Existen más de 12 puntos de buceo en la isla, a los que se puede llegar gracias a los operadores turísticos locales. Los imperdibles son el Faro Salsipuedes, ruta las Anclas; y lobería Pangal, lobería Tres Puntas para snorkeling con lobos finos.

“Una de las cosas atractivas y que nosotros como Marenostrum Expediciones hemos potenciado tremendamente, es el buceo, el conocer las maravillas que hay viendo bajo el agua. Por eso hacemos bautizos y cursos de buceo. La idea es que la gente venga a conocer el lugar ya que es maravilloso”, comenta Germán Recabarren.  

Marenostrum Expediciones
Marenostrum Expediciones

Así, el lugar es un ecosistema de tierra y mar, que cautiva por una cultura arraigada en su patrimonio histórico y el cuidado de su entorno. Actualmente, es la misma población la que lucha para destacar estos factores y potenciar las visitas luego de las tragedias del tsunami en 2010 y el accidente aéreo en 2011.

Para quien quiera visitar, hay operadores turísticos locales y oficinas de Conaf para recibir información de las actividades que también incluyen cabalgatas, avistamiento de aves y surf. Según comentan, la mejor época es entre septiembre y mayo, debido a las condiciones climáticas del lugar. Como sea, hay que estar dispuestos a lo que la isla permita disfrutar cuando uno visite. Hay quienes dicen que el Archipiélago tiene algo que cautiva para querer volver, sin poder explicar ese encantamiento. Es algo que repite quienes han venido más de una vez: para entender ese enamoramiento, hay que pisar este territorio.

Eduardo Sorensen.
Créditos: Eduardo Sorensen.

*Agradecimientos a Tres Peces Valparaíso y la Fundación CocinAmar.

*En el sitio https://discoverjuanfernandez.com/ se puede encontrar información detallada de la isla.

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