El 17 de agosto de 2015, en medio del frío invierno de nuestra zona central, se cumplieron 181 años desde el paso del connotado naturalista inglés Charles Darwin por la cumbre del cerro La Campana. Aquí los dejo con algunas de las claves que hoy en día siguen cautivando tanto a visitantes nacionales como extranjeros a visitar esta excepcional área de la Cordillera de la Costa.

©Catalina Rioja
©Catalina Rioja

Caracterizado por su buen aire y microclima, ubicado al fondo del valle de Olmué en el sector de Granizo, el cerro La Campana es un ícono único en su especie, no sólo por la grandiosidad de su geografía rocosa y piramidal que sobresale y resalta entre quebradas y bosques llamando la atención entre sus vecinos, sino también por la historia humana del que ha sido testigo y su particular importancia ecológica. De hecho, hoy en día el Parque Nacional La Campana es parte de la Reserva Mundial de la Biósfera Peñuelas-La Campana, nombrada por la UNESCO en 1985 debido a su relevancia natural.

No por nada Charles Darwin quiso visitar su cumbre, llamándole la atención la inmensa biodiversidad presente en el lugar, cosa poco común a estas latitudes dónde el límite natural está más relacionado con paisajes desérticos que con los robles, canelos, peumos, maitenes, palmas chilenas, quillayes, boldos, coligües y todo tipo de formaciones vegetacionales propias tanto de estas latitudes como de zonas más australes del país. Son aproximadamente 320 especies inventariadas en el lugar, quizá el último pulmón verde al norte del país. Si quiere un indicio, saque de inmediato su billete de $5.000 y vea la postal del sector Ocoa del parque que sale en él.

Su cumbre es un espectacular mirador natural desde dónde hacia el oeste se pueden apreciar sin mayor esfuerzo la magnitud de los fértiles valles que bajan hacia el océano pacífico, alcanzándose a ver incluso el puerto de Valparaíso. La leyenda dice que proviene del mismísimo Pedro de Valdivia quien buscando un camino más directo al mar a la espera de los insumos necesarios para fundar la ciudad de Santiago, desde la cuesta La Dormida (“camino real” en ese entonces) se maravilló con la fertilidad de las planicies colmadas de Palmares que bajaban de sus laderas, llamándolo como el “valle al paraíso”. Al este, en un día despejado, es fácil distinguir los picos nevados de las más importantes montañas de los Andes Centrales entre los que destaca la cumbre del monte Aconcagua, la más alta de América con sus imponentes 6.962 metros sobre el nivel del mar.

Por su parte, el propio Darwin en su paso por el lugar el invierno de 1834, desde su cumbre anotó que “pasamos el día en la cima del monte, y nunca me ha parecido el tiempo más corto; Chile se extiende a nuestros pies como un panorama inmenso limitado por los Andes y el Océano Pacífico”.

Hacia la cumbre 

La excursión a la cumbre es apta para toda persona con un estado físico promedio que tenga ganas de conquistarla con algo de esfuerzo. Sin embargo, todo tipo de visitantes frecuentan los faldeos del cerro, que además de su cumbre ofrece frondosos y verdes bosques, vestigios arqueológicos de sus primeros visitantes, conductos y túneles testigos de la actividad minera pasada y del importante recurso mineral presente. Además zonas de camping y picnic ideales para pasar un fin de semana en la naturaleza.

Sendero hacia la cumbre. ©Google
Sendero hacia la cumbre. ©Google

La ruta para acceder a la cima es un itinerario de día completo que parte en la administración del Parque Nacional dónde se deben cancelar los $2.000 pesos de entrada para luego tomar el sendero “El Andinista”, camino con buena señalética para evitar perderse.

El sendero primero transcurre por una frondosa y sombría quebrada que da la sensación de estar caminando por latitudes más australes del país. Se debe seguir subiendo por ella un buen rato, hasta llegar a un camino vehicular desde dónde a la izquierda se puede apreciar la cumbre de piedra ahora mucho más cercana e imponente mientras que la vegetación comienza a perder altura y volumen paulatinamente.

En esta parte, el sendero se cruza con el camino en reiteradas ocasiones hasta llegar a un lugar de descanso conocido como el sector “la mina”. Acá se debe tomar el aire y descanso necesario para el último gran esfuerzo, remontar la pirámide de piedra sobre la que descansa la cumbre que premiará con fabulosas panorámicas a cada intrépido que se aventure a conquistarla.

En total llegar a la cumbre puede tomar entre 3 y 6 horas y se debe considerar al menos la mitad del tiempo de subida para la vuelta, por lo que hay que ser prudentes a la hora de regresar para no ser sorprendidos por la noche.

Darwin ya nos habló de sus panorámicas, 181 años después sólo queda animarse para verlo con sus propios ojos y entender de manera presencial la geografía de nuestro país y sus hitos más importantes.

Datos Útiles

-Llevar por lo menos 1,5 litros de agua. En el camino hay vertientes que desaparecen entrado el verano.

-Llevar comida suficiente para un día completo de esfuerzo físico.

-Abrigo suficiente para la cumbre y el atardecer. Ideal llevar cortavientos y linterna en caso de emergencia.

-El horario máximo para entrar al sendero El Andinista es a las 9:30 AM en invierno y 10:30 AM en verano.

Olmué tiene una variada oferta gastronómica y hotelera por lo que es perfecto para pasar el fin de semana completo (www.cabañask.cl).

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