Germán Vergara decidió emprender con 63 años en la región más pobre del país y una de las más contaminadas. ¿Son antecedentes positivos para lograr objetivos? Sin decirlo, y quizás sin pensarlo, está seguro que sí, porque por un lado sabe que más que un impedimento, la experiencia es su mejor herramienta, y por el otro, comprobó que la solución para combatir la contaminación, está justamente en los desechos.

Antes de tomar la decisión de emprender, Germán Vergara trabajaba con su mujer, Nidia Martínez, administrando un supermercado en Puerto Saavedra (La Araucanía), viendo día a día cómo kilos de desechos orgánicos iban a parar a la basura común, sin reciclar ni separar residuos. Una imagen que se repetía en su cabeza hasta quedarse instalada para siempre.

Un domingo del año 2015, un sobrino que venía desde Nueva Imperial, en Temuco, lo visitó, trayendo consigo un regalo que lo haría pensar. Eran lombrices californianas. Inmediatamente Germán las pensó para la pesca, una idea que no funcionaría, pero que al tiempo lo llevaría a desarrollar el emprendimiento que aquí se relata.

Con caña en mano y las lombrices, llegó a la playa completamente contaminada con deshechos del mar. Así, saltando cochayuyos y conchas de mariscos, llegó a la orilla, lanzó el hilo, esperó un rato y no obtuvo nada. La lombriz californiana era muy pequeña y no servía para pescar.

Al día siguiente, de vuelta en el trabajo, volvía a observar lo mismo: desechos orgánicos del supermercado perdiéndose en la basura. Veía el problema, pero no daba con la solución.

Esa tarde, al llegar a su casa volvió a ver las lombrices. Las miró y la curiosidad lo invadió. De inmediato se sentó frente al computador. ¿Para que servían? Para producir humus. ¿Qué es el humus? (tampoco sabía) Un fertilizante orgánico para huertos. ¿De qué se alimentan estas lombrices? De muchas cosas, entre ellas desechos orgánicos. ¡Eso!

Desde ese día Germán comenzaría a trabajar el humus de lombriz para cultivar frutas y verduras orgánicas. Sin embargo, sentía que aún tenía ideas pendientes. Notó que su producto también se trabajaba en otras partes y en grandes cantidades. Entonces volvió a la pregunta, ¿De qué se alimentan las lombrices?

Así, su memoria lo llevó a la playa contaminada con desechos del mar, entonces aparecieron más incógnitas. ¿Qué hacemos con las conchas de marisco de la playa? Las conchas de marisco tienen calcio. ¿Qué hacemos con el cochayuyo que hay en la playa? El cochayuyo trae yodo. ¿Qué pasa si traemos esos productos y se los incorporamos? Creamos un súper humus con calcio y yodo para los alimentos.

De esta forma, Germán partió con su emprendimiento innovador junto a Nidia, su mujer. Juntos lo nombraron Ecolafquén y crearon una máquina trituradora de residuos que comenzó a producir rápidamente hasta llegar a más de 10 mil kilos.

Fue en esa fase productiva que llegó Balloon Latam a trabajar en programas de emprendimiento e innovación en La Araucanía Costa. Con Balloon, Germán y Nidia ordenaron Ecolafquén y lo formalizaron como empresa. Luego lo certificaron en la Escuela de Agronomía de la Universidad de la Frontera.

Al cabo de su primer año productivo, pudo vender al por mayor, también en ferias y por pedido. Sin embargo, aún tendría problemas por resolver: el hábito de los habitantes de Puerto Saavedra.

Un nuevo reto

Hoy Germán enfrenta nuevos retos. Los grandes productores no han dejado de trabajar con fertilizantes artificiales y la venta de humus de lombriz con yodo y calcio no logra hacer frente a este problema. Lo peor, “es que todo el mundo está acostumbrado a usar los químicos en los terrenos donde se trabaja la agricultura. Y penetrar con el humus orgánico es muy difícil porque no está en el conocimiento de todas las personas”, dice.

¿Por qué es tan importante cambiar a lo orgánico?

Porque las personas acá se están enfermando. Tenemos que defender a nuestros nietos y bisnietos, que ellos son los que tienen que llevar una vida saludable mañana. ¿Por qué no nos atrevemos a quebrar el sistema si tenemos todo a nuestro alrededor? Busquemos la forma de llegar a lo natural de forma definitiva, porque no puede ser que mañana nuestros nietos estén igual de enfermos.

¿Quién más en Puerto Saavedra está trabajando en producción orgánica de vegetales?

Nadie. Soy el único que lo hace aquí. Este no es un pueblo amigable en ese sentido. Nos olvidamos de la tercera edad y los queremos sacar del escenario laboral, cuando ellos son los que más pueden aportar en cuanto a la experiencia. Ellos nos pueden enseñar a cultivar también, pero los estamos dejando fuera.

¿Qué crees que falta para lograr sensibilizar a las personas?

Educar a la gente y que se hable del tema. Que los medios digan y expliquen de qué se trata la fertilización orgánica de los cultivos. Cómo se hace y para qué sirve. Faltan espacios públicos como los medios para que podamos poner este tema sobre la mesa.

Este es uno…

Invito a las personas a que miremos la historia. No nos olvidemos de lo que nos puede aportar la experiencia. Ayudemos al planeta a que respire, porque mientras antes trabajemos en conjunto, mejor. La alimentación es fundamental para nuestro futuro y si queremos hacerlo de forma saludable tenemos que luchar. Sacrifiquémonos por un planeta mejor, sin químicos que nos enfermen. Es difícil, pero se puede.

A sus 63 años Germán Vergara ha comenzado una lucha noble, cuyo objetivo no es otro que darle una mejor calidad de vida a los habitantes de Puerto Saavedra, a través de una alimentación sana.

Actualmente recorre las playas de la ciudad, limpiándola de los desechos del mar, haciéndola más amigable y proveyéndose de cochayuyos y conchas de mariscos para alimentar a sus lombrices. Posiblemente hoy Germán esté solo junto a su familia en la misión de hacer valer los productos orgánicos, pero de algo que está completamente seguro, es que tiene la experiencia y los insumos para lograr ese cambio.

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