Como ciclista urbana desde hace más de 10 años, he visto la evolución que ha tenido Santiago, la ciudad donde vivo, en temas de ciclovías e incentivos al uso de la bicicleta como medio de transporte. Pero también he sido testigo de múltiples agresiones tanto de automovilistas como de peatones; el problema es que la bicicleta aún no tiene su lugar claro en la ciudad.

Se dice comúnmente que las bicicletas deben andar por las ciclovías  y, de no haber una, por la calle, hasta que al subirnos a la bicicleta nos damos cuenta que muchas veces ninguna de las dos es posible. No es posible andar contra el tránsito, y a veces la calle es demasiado peligrosa. Otras veces simplemente vas a un lugar determinado al otro lado de la calle, frente a una ciclovía, y ocupas la vereda algunos metros, para que alguien grite que la ciclovía va por el frente.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

He tenido la oportunidad de vivir un año en Ginebra, Suiza. Esta ciudad cuenta con un sistema compartido de vías, donde la bicicleta sí tiene un lugar determinado y es respetada a la par con el resto de los medios de transporte. Al principio no entendía bien cómo funcionaba el sistema, no había continuidad en las ciclovías, pero recurrentemente veía el símbolo pintado en el pavimento, semáforos y cruces de calles.  El principio es simple: convivencia entre todos los medios de transporte, y respeto por el espacio y la velocidad del otro.

Sin ser experta en el tema, simplemente como ciclista, les comparto mi experiencia.

Distintos tipos de ciclovías

Si bien la red de ciclovías es considerable, no todas son continuas, ni tienen la misma forma. Algunas son como “autopistas”, otras simplemente están delimitadas en el piso. A veces la bicicleta comparte espacio con el auto, aunque sólo esté indicado en los cruces, también con vías exclusivas de buses y taxis e incluso con el peatón, entendiendo siempre que ahí, la bicicleta es la invitada. Incluso la misma vía del tranvía es una ciclovía. En ginebra no es blanco o negro, el ciclista busca su lugar y todos debemos ser prudentes.

Logré identificar algunas tipologías, que variaban dependiendo del lugar:

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

1. Ciclovía levemente más alta que la calle y levemente más bajas que la vereda. Cada uno tiene su lugar claro, pero permite cierta flexibilidad al haber continuidad en el pavimento.

2. Ciclovía por la línea del tranvía, en este caso es la bicicleta que se adapta.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

3. Ciclovía en conjunto a la vía exclusiva de buses y taxis. Tienen menor concurrencia, lo que hace que disminuya la interacción de bicicletas con autos.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

4. Ciclovía trazada en la calle entre los autos, lo que permite llegar a un cruce y no tener que transformarse en peatón para poder cruzar. De las mejores adaptaciones que benefician a todos.

Elementos de distinción:

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

1. Cruces pintados rojos que indican el cruce de una calle con una ciclovía.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

2. Demarcaciones que permiten andar contra el tránsito en zonas de baja velocidad.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

3. Todas las tapas de sumideros tienen una forma que evita que se introduzca la rueda.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

4. Demarcaciones que alertan que ciertos cruces son en conjunto con el peatón.

©Magdalena Besomi
©Magdalena Besomi

5. Líneas de detención en semáforos adelantada de los autos para que las bicicletas partan primero.

Algunas intervenciones son más importantes que otras, pero concluyo que además de un cambio de actitud frente a la bicicleta como medio de transporte, es necesaria mayor información gráfica para educar sobre la convivencia de los espacios y así disminuir las apariciones desprevenidas.

Comenta esta nota

Comenta esta nota

Responder...