Territorios escolares: una oportunidad para crear ciudades resilientes y ciudadanos responsables frente a la crisis ambiental
Nuestra colaboradora Ángela Ibáñez, directora ejecutiva de la fundación Patio Vivo, nos comenta cómo un patio escolar bien planificado no solo ayuda a un mejor desarrollo de la infancia, sino que también pueden ayudar a la regeneración de la biodiversidad de la ciudad y ayudar a promover la educación ambiental.
“Si decidimos actuar juntos, no hay límites de lo que podemos alcanzar” (Greta Thunbererg).
Si tú no, ¿quién? Si no es ahora, ¿cuándo?
Cop26: ¡Actúa ahora!
(Frase tomada de un cartel en Marcha de la Cop26)
La crisis ambiental que estamos viviendo no nos da más tiempo. Debemos dar una respuesta efectiva al cambio climático y como adultos, darles el espacio a niños, niñas y jóvenes, para que puedan involucrarse con su palabra y acción. Sabemos que solo el 4% de los niños, niñas y adolescentes explora la naturaleza (Children & Nature Network, 2018). Sin embargo, el medio ambiente es la temática que más les interesa, de acuerdo a la encuesta «Formación Ciudadana Escolar: Una mirada a la dimensión medioambiental» del Centro de Políticas Comparadas de la Educación de la Universidad Diego Portales.
Desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP26), se levanta una voz global para unirnos a una acción integrada que nos permita hacer frente a la emergencia climática. ¿Cuál es el rol desde las escuelas? Por un lado, están las acciones educativas que pueden desarrollar los profesores, pero por otro lado hay una responsabilidad ineludible con el territorio escolar.
En Chile, los colegios de contexto urbano, utilizan grandes explanadas en el territorio y por lo general, el espacio se organiza entre las salas de clases y patios duros de cemento, con un gran sombreadero de metal. A veces encontramos algunos árboles.
Los patios de cemento o asfalto, suelen ser desiertos ecológicos estériles, lugares impermeabilizados por el concreto, donde la tierra está muerta y no crecen plantas ni es posible encontrar biodiversidad, como especies de pájaros o insectos. Son espacios calurosos donde algunos estudiantes juegan a la pelota, otros corren o caminan o se quedan en los escasos espacios de sombra conectados al celular.
¿Qué mensaje sobre el territorio estamos transmitiendo a los niños, niñas y adolescentes en las escuelas?, ¿Cómo los estamos involucrando en el cuidado de la Tierra?, ¿Qué idea de naturaleza se están formando?
Hoy hacemos un llamado a las comunidades educativas a transformar el territorio que habitan, a darle vida. Los invitamos a que levanten el cemento, planten árboles y arbustos, utilicen pavimentos que permitan drenar las aguas y mantener la humedad de la tierra, como el chip de madera, ladrillos o tierra. Los árboles filtran naturalmente el material particulado, absorben C02 y gases de efecto invernadero, y producen oxígeno, reducen la temperatura con su follaje y devuelven la humedad al aire. Así las escuelas regeneran la biodiversidad en la ciudad, dan lugar al desarrollo de ecosistemas diversos y sanos, para también reconectar a los niños, niñas y jóvenes con la naturaleza.
A medida que los niños y niñas puedan tener una experiencia cotidiana de la naturaleza, jugando más tiempo al aire libre irán tomando una mayor conciencia de esta. El juego en la naturaleza es el tipo de juego más básico e importante para el desarrollo sano de las personas, a través de este tipo de juegos exploran libremente su medio, aprenden a observar los ciclos naturales, encuentran especies vivas y muertas, desarrollan nociones de cuidado, y así, se van reconociendo como parte de la naturaleza.
Los jardines infantiles, escuelas y liceos tienen un enorme potencial para convertirse en un lugar donde aprender a cuidar el medioambiente desde la experiencia. Desde la Fundación Patio Vivo hemos visto cómo la educación crece en un terreno fértil, cuando los y las estudiantes descubren, conocen y aman la naturaleza, y de esta manera, se saben parte de ella y se involucran en su cuidado.
Es un círculo virtuoso, si los adultos transformamos el patio escolar en lugar lleno de vida, que expresa el cuidado de la escuela por su territorio, los estudiantes también estarán aprendiendo a cuidar de la Madre Tierra.
En París y Berlín ya han adoptado la transformación de los patios escolares en espacios públicos verdes como parte de una estrategia de resiliencia ante el cambio climático, para ir haciendo frente a los riesgos y desafíos del presente.
Sabemos que si cada escuela, o jardín infantil transforma su patio, comenzaremos a generar una red de patios y jardines vivos que se conformarán como un corredor ecológico para la biodiversidad en la ciudad. Transformemos los patios, para construir ciudades más resilientes frente a la crisis ambiental y donde la educación emerja de tierra fértil.