En los últimos años, el Servicio Nacional de Turismo (Sernatur) ha tomado una serie de medidas para fomentar el turismo en Chile. Tan solo en el año 2019 ingresaron aproximadamente 4.500.000 turistas extranjeros, para quienes la institución ha fomentado diferentes actividades que varían por cada región.

Para la región austral de Chile, uno de los atractivos turísticos potenciados por Sernatur, junto a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) y el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) es la pesca recreativa de truchas y salmones, a la cual han catalogado como una oportunidad para impulsar la economía del sur, en beneficio de las comunidades locales. Por ese motivo, han organizado eventos como el Primer Campeonato Mundial de Pesca con Mosca FIPS-Mouche, categoría Master en el 2014, que contó con la participación de pescadores de 11 países.

Trucha cafe en Río Bio-Bio ©Centro de Ecología Aplicada1
Trucha café en Río Bío-Bío ©Centro de Ecología Aplicada

Un poco de historia

La pesca con mosca consiste en capturar un pez con una caña y anzuelo, para luego liberarlo. Su inicio como deporte fue en Inglaterra, luego de la publicación del libro ‘Treatyse of Fysshynge wyth an Angle’ por Juliana Berners en 1496. Al pasar lo años, se hizo muy popular, y se estima que en 1653 su popularidad se expandió a lo largo de otros países del hemisferio norte.

Consecuentemente, se establecieron a los salmónidos como objeto de dicha pesca. Esto no es una sorpresa si consideramos que los salmones son nativos del océano Atlántico Norte y Pacífico Norte, encontrándose también con abundancia en ríos y lagos durante la primavera y verano.

En el caso de Chile, la práctica de pesca con mosca es bastante reciente. Tuvo sus inicios en el año 1903, cuando el gobierno de Chile promocionó un programa para introducir seis especies de salmónidos para fomentar la pesca deportiva.

De esa manera, llegaron 400.000 huevos desde Alemania de salmón Atlántico (Salmo salar), salmón coho o plateado (Oncorhynchus kisutch), salmón chinook o rey (Oncorhynchus tschawytscha), trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), trucha café (Salmo trutta) y trucha de arroyo (Salvelinus fontinalis). Estos huevos fueron cultivados y luego liberados como alevín entre el río Aconcagua (Región de Valparaíso) y el río Toltén (Región de la Araucanía).

Después de 100 años de su introducción, todas las especies se naturalizaron, pero algunas mejor que otras, por lo que hoy puedes encontrar trucha café y trucha arcoíris en todo el territorio chileno.

Trucha cafe en Río Bío-Bío ©Centro de Ecología Aplicada
Trucha cafe en Río Bío-Bío ©Centro de Ecología Aplicada

El daño ecológico de la pesca con mosca

Desde ese entonces, los efectos de estos salmones en las aguas chilenas han sido evidentes.

Primero hay que aclarar que todas las especies de salmónidos en Chile son consideradas especies invasoras por el Ministerio de Medio Ambiente, dado que corresponden a “una especie exótica, ya asilvestrada o naturalizada a un territorio, que expandió su área de distribución y su población, con lo cual amenaza e impacta negativamente los ecosistemas y hábitats donde se establece, y daña a las especies nativas que viven en ellos

Además, a nivel mundial, la trucha café y la trucha arcoíris han sido categorizadas dentro de las 100 peores especies exóticas del mundo, debido a su alta flexibilidad que le permite sobrevivir en diversos ecosistemas, así como al alto impacto negativo que producen sobre las especies nativas de un lugar. Ambas especies han destruido muchos ecosistemas en otros países.

Por ello preocupa la amenaza que enfrentan los ecosistemas de agua dulce del país, los cuales son muy frágiles, marcados por una historia evolutiva de millones de años que mezcla los efectos del desplazamiento de las grandes masas continentales (deriva continental), el levantamiento de la cordillera de los Andes y las últimas glaciaciones. En definitiva, condiciones únicas que no se repiten en ninguna otra parte del mundo.

Estos ecosistemas albergan a 46 especies nativas de peces de agua dulce, las cuales son todas de pequeño tamaño y con un alto grado de endemismo, es decir, muchas de ellas solo viven en nuestro país. Cada especie cumple un rol ecológico, siendo los peces de agua dulce los depredadores tope que se alimentan de organismos como insectos y caracoles, evitando que aumenten en número y manteniendo, de esa manera, un equilibrio de la cadena trófica.

Estomago de trucha con peces Orestias chungarensis en su interior©Invasal
Peces Orestias chungarensis en estomago de trucha ©Invasal

Sin embargo, la llegada de los salmónidos al hábitat de estos peces nativos ha provocado un impacto negativo. Para tener una idea, los salmones son peces carnívoros voraces que pueden desplazar fácilmente a otro peces más pequeños que ellos.

De esa forma, los salmones pueden:

El resultado neto de todos estos efectos es la disminución de la biodiversidad, provocando una destrucción de distintos ecosistemas y hábitats. Hay registros en Chile donde existe una clara disminución de la abundancia de especies nativas y un aumento de la cantidad de salmónidos, en ecosistemas naturales donde se debería observar el patrón inverso.

Consiguientemente, de las 46 especies nativas de peces de agua dulce, el 60% se encuentra categorizado bajo algún grado de amenaza y un 30% de ellos se encuentra en peligro serio de extinción.

En el peor de los casos, los ríos y lagos pueden llegar al colapso y perder toda su biodiversidad, convirtiéndose en verdaderos espejos de agua sin vida.

La pugna entre el turismo y la conservación

En el año 2019, la Gobernación Provincial de Parinacota organizó el primer campeonato de pesca de Altura. El objetivo fue ejercer un control sobre la agresiva trucha arcoíris que habita en el Lago Chungará y el río Lauca, ambos dentro del Parque Nacional Lauca.

Lago Chungará ©Franco Cruz
Lago Chungará ©Franco Cruz

El Parque Nacional Lauca es parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera, lo cual sugiere un grado de protección ambiental, aunque, antes de eso, en el años 1961 se registró la primera liberación de truchas provenientes de la piscicultura de Río Blanco del Aconcagua en el lago Chungará.

Durante años, no se observaron truchas en el lago, pero en 2008 la limnóloga Irma Vila detectó la primera población de truchas en el Lago Chungará. Hoy la población ha crecido y no solo está en aquel lugar, sino también en el río Lauca y alrededores.

Estos ecosistemas de agua dulce no se caracterizan por tener una alta biodiversidad. Entre los más abundantes se encuentran unos peces pequeños pertenecientes al género Orestias, los cuales han habitado esta región incluso desde antes del levantamiento de la cordillera de los Andes, en el Mioceno.

Durante este periodo, el nivel del mar era tan alto que entraba por Venezuela o Colombia hasta Centroamérica. Luego, con el levantamiento de los Andes y con la evaporación causada por vivir a más de 4.000 metros sobre el nivel mar, estos peces quedaron aislados, cada uno en su poza. Ese es el caso de Orestias chungarensis, que quedó aislada en el lago Chungará por lo que actualmente solo se puede encontrar allí, en un sitio extremadamente reducido.

Salmón ©Núcleo Milenio Invasal
Salmón ©Núcleo Milenio Invasal

Desde el 2008, se han ejecutado proyectos de investigación en torno a Orestias chungarensis. Uno de ellos es liderado por el Núcleo Milenio INVASAL, quienes monitorean las poblaciones de la trucha – que recordemos es exótica – y O. Chungarensis en el lago Chungará.

En 2019, revisando contenido estomacal de la trucha, los investigadores hallaron la primera evidencia de que las truchas consumían estos pequeños peces nativos.

Los efectos de la disminución de las Orestias y el aumento de truchas en el Lago Chungará no han sido evaluados, pero se puede esperar lo peor, considerando que el lago Chungará es una de las fuentes de agua dulce más grande del altiplano chileno, donde además habitan muchas aves que podrían estar alimentándose de las Orestias, como por ejemplo la gaviota andina y el pitotoy chico, le efecto podría afectar a más de una especie.

Pero este no es el único caso.

En los años 50 ingresaron trucha café y arcoíris en al Lago Titicaca, lugar donde habitan la mayor cantidad de especies de Orestias. En pocos años, la especie más grande y abundante del Lago Titicaca, Orestias cuvieri se extinguió, siendo el primer registro de extinción provocada por la trucha en el Altiplano.

Para evitar una nueva extinción, el Gobierno Regional de la zona ha incentivado la pesca deportiva en el norte con la finalidad de eliminar la trucha. Hasta el momento, la Gobernación Provincial de Parinacota solicitó pesca sin devolución de las truchas capturadas.

Sin embargo, esta medida puede ser un arma de doble filo.

Este atractivo turístico, sumado a los esfuerzos de los investigadores de INVASAL para eliminar la población de truchas en el lago Chungará, puede tener un efecto positivo y desplomar las poblaciones de trucha.

Muestreo en Chungará ©Invasal
Muestreo en Chungará ©Invasal

No obstante, la pesca con mosca sigue siendo considerada como un lucrativo atractivo turístico.

Tan solo con la venta de licencias en el año 2007, Sernapesca recaudó 112 millones de pesos chilenos (Servicio Nacional de Pesca, 2008). Para el futuro, informes internacionales proyectan que la popularidad de la pesca con mosca aumentará y se estima que solo el mercado de los rieles ocupados para la pesca en el 2019, recaudó 104 millones de dólares a nivel mundial, equivalente a 81.200 millones de pesos chilenos, o sea ¡mucha plata!

Para esto Sernapesca ha elaborado leyes en torno a la pesca recreativa de salmónidos. Por ejemplo, se establece una temporada que para los salmones se inicia en noviembre y termina en mayo. Por ley se pueden capturar salmónidos en todas las regiones de Chile, pero con una cuota fija de extracción, entre 2 a 3 ejemplares, y devolución del resto de las capturas. Además, Sernapesca ha creado leyes para proteger las poblaciones más frágiles de salmones, donde se exige una pesca con devolución obligatoria, estableciendo una veda durante otoño-invierno para no interrumpir su ciclo reproductivo. Pero en el caso de que una población de salmónidos este declinando rápidamente, se permite la liberación de más peces en esos cursos de agua, para no perder el atractivo turístico.

Con estos antecedentes, si las ganancias que deja el turismo de la pesca con mosca llegan a ser altas, no me cabe duda este ingreso para la economía de la Región de Arica y Parinacota, en vez de proteger a los ecosistemas altoandinos.

Por todo lo anterior, es necesario dar a conocer la grave amenaza que constituye la pesca con mosca para la biodiversidad de nuestro país, en especial ecosistemas tan frágiles como el altiplano. Siendo los más amenazados, los peces nativos y únicos de Chile que podrían desaparecer de los ecosistemas de agua dulce si continúan actividades como estas, basadas en depredadores exóticos como los salmones.

En este sentido, el rol de las autoridades, científicos e incluso de los turistas es fundamental, por lo que la invitación es a conocer, valorar y conservar la singular y frágil biodiversidad del altiplano, fomentando otro tipo de desarrollo turístico que, en vez de intensificar amenazas, aproveche y resguarde el increíble tesoro natural presente en el norte de Chile.

 

 

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