Desembocadura ©Alcira Soto
Desembocadura ©Alcira Soto

Al norte de la desembocadura del gran río Biobío, en la provincia de Concepción (Región del Biobío), se encuentra la Península de Hualpén, una unidad geográfica con realidades territoriales muy diversas. Con cerca de 2600 hectáreas, es una gran extensión donde conviven relictos de bosque nativo y plantaciones forestales, una rivera fluvial, humedales y lagunas, un accidentado borde costero con playas y acantilados, hitos históricos y sitios de valor arqueológico, una zona industrial consolidada, pueblos pesqueros y áreas urbanizadas en deficientes condiciones.

Este territorio se ubica en el área de transición entre el clima mediterráneo de la zona central y el clima templado-frío propio del sur, lo que explica la amplia diversidad de flora y fauna endémica del lugar. En 1976, la Península de Hualpén fue nombrada Santuario de la Naturaleza con el fin de proteger y conservar los diversos ecosistemas que lo componen y de los que dependen gran parte de la biodiversidad de la región. Desde ese entonces y hasta hoy, esta área destinada al resguardo del patrimonio natural, ha debido luchar contra una serie de efectos antrópicos que la han ido deteriorando. Uno de los más nocivos ha sido la contaminación por parte de industrias que han emitido grandes cantidades de gases y material particulado a la atmósfera, además de verter tóxicas sustancias químicas a las aguas. A esto, se suman vertederos clandestinos, residuos líquidos domiciliarios y de pozos sépticos eliminados sin ningún tratamiento, y la infiltración de agroquímicos provenientes de las zonas agrícolas.

Acantilados ©Alcira Soto
Acantilados ©Alcira Soto

Lamentablemente, aquí no terminan los motivos que hacen que la península se encuentre en una situación ecológicamente sensible y vulnerable. La falta de un plan de manejo y una normativa que logren llevar el término “Santuario de la Naturaleza” más allá de una denominación formal, genera una escasez de herramientas legales que lo protejan de la continua degradación. Un claro ejemplo de esta situación es la posible creación del Parque Eólico Altos de Hualpén en una zona conocida por ser ruta de una amplia diversidad de aves migratorias. Este proyecto, ya aprobado ambientalmente, contempla la instalación de diez aerogeneradores con aspas de 40 metros de largo. Por suerte, hasta hoy, está en discusión su construcción gracias a la negativa por parte de la población y de algunas autoridades. Este caso delata la necesidad de que temas como las restricciones de usos de suelos, la planificación de la urbanización y su densificación, la regularización de las plantaciones forestales y de las actividades industriales, y la ausencia de medidas de restauración y conservación ecológica, se aborden conjunta y coherentemente. Así, sería posible revertir el destino que ha tenido la Península de Hualpén para que su condición de Santuario de la Naturaleza se convierta en una realidad.

Humedal de Lenga e industrias ©Alcira Soto
Humedal de Lenga e industrias ©Alcira Soto

Los beneficios que el resguardo de este paisaje puede entregar a la población son numerosos. Además de los fragmentos de bosque nativo que resisten en el lugar -en una región donde la vegetación nativa ha sido reemplazada por monocultivos casi en su totalidad- y la hermosa costa pacífico que nos invita a sus playas y a sus miradores desde lo alto de los acantilados, se encuentran otros hitos geográficos que terminan de caracterizar a esta península.

Uno de ellos es el Humedal de Lenga que se enfrenta a la playa de la Bahía de San Vicente. Pese a su alta contaminación, sigue siendo el hábitat de una gran y variada avifauna. Actualmente, gran parte de las casas y negocios del pueblo de Lenga miran hacia la playa y el mar, y le dan la espalda a este enorme acuífero, utilizándolo como el patio trasero donde dejar la basura, los escombros y colgar la ropa. Revertir esta situación y hacer de este humedal un segundo frente de atracción al que cuidar y proteger, es una oportunidad muy conveniente para una población que se sustenta en gran parte en el turismo.

Humedal de Lenga y aves ©Alcira Soto
Humedal de Lenga y aves ©Alcira Soto

La desembocadura del río Biobío también marca un hito en el paisaje de la zona. Si bien se encuentra acechado por ciudades, enormes puentes e industrias, el entorno que acompaña este encuentro de agua dulce y salada no deja de acoger a un gran número de turistas que disfrutan de la extensa playa de 300 metros, a surfistas que aprovechan el fuerte oleaje del Pacífico, y a aficionados a la pesca de orilla durante todo el año.

En la Península de Hualpén no sólo coinciden una variedad de conflictos ambientales sino también de paisajes naturales y culturales que conforman una parte importante del patrimonio de la región. Aún quedan por nombrar muchos de sus lugares destacables, como el Parque Pedro del Río Zañartu y su asombroso pero descuidado museo, las variadas playas y su actividad pesquera, el Humedal Laguna Verde, propiedad de la Universidad de Concepción y destinado a la investigación científica, las pequeñas lagunas a la altura de los acantilados, o los vestigios de la Ballenera Macaya Hermanos en la Caleta Chome, que operó hasta 1986 y fue una de las más famosas del país. Detonar todo el potencial paisajístico, patrimonial, cultural y turístico de esta particular península es un desafío pendiente para que esta sumatoria de realidades hermanadas entre sí por el territorio cobre un sentido y sobreviva en el tiempo.

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