Parques Nacionales, mucho más que una estrategia de conservación
Más allá de su reconocida labor como protectores de la biodiversidad y su rol en la mitigación de los efectos del cambio climático, las áreas silvestres protegidas ofrecen un sinnúmero de beneficios para la sociedad. Aquí nuestro colaborador invitado de la semana, Juan Carlos Pacheco Aguirre, Director Ejecutivo de Fundación Áreas Protegidas de Chile, nos comparte una columna en la que nos invita a reflexionar sobre la gran oportunidad que estos espacios naturales significan para nuestro bienestar.
Los parques nacionales son mucho más que la protección de la diversidad biológica. En rigor, las áreas protegidas, las cuales pueden ser parques nacionales u otras categorías de manejo, proveen una serie de beneficios fundamentales para el bienestar de la sociedad. Por ejemplo, está la recreación a través del ecoturismo y el deporte; su uso para la educación al aire libre, las artes y protección del patrimonio cultural; e incluso el tratamiento de enfermedades a través de terapias de naturaleza como son los llamados baños de bosque; y por supuesto la mitigación de los efectos del cambio climático. Este amplio rango de posibles usos sociales de las áreas protegidas, sustentan el bienestar humano y son la base para el desarrollo sostenible.
Siguiendo desde la función social que cumplen estos espacios, existen diversos ejemplos a nivel mundial que reflejan el potente vínculo existente entre la sociedad y las áreas protegidas. Por ejemplo, Costa Rica y Colombia usan el ecoturismo como una estrategia de desarrollo ampliamente reconocido por sus propios habitantes. Por otro lado, Estados Unidos ha promovido a sus parques nacionales como la “mejor idea de América”, generando un sentido de pertenencia sumamente potente. Luego, Australia a través de la campaña “Parques Saludables, Gente Saludable”, ha posicionado a las áreas protegidas como una fuente de salud, que por lo demás, permite el ahorro de alrededor de $200 millones de dólares en gastos para tratamientos médicos en su población.
No obstante, en el caso de Chile, que cuenta con 105 Áreas Silvestres Protegidas del Estado administradas por la Corporación Nacional Forestal (CONAF), sumado a las más de 300 áreas bajo protección privada (Ministerio de Medio Ambiente y Así Conserva Chile, 2013), el vínculo entre las personas y las áreas protegidas aún es débil. Se carece de un sentido de pertenencia potente que reconozca el rol de estos espacios para la prosperidad de la sociedad chilena.
En este mismo sentido, aún no se visualiza ampliamente a las áreas protegidas como una estrategia de integración social. Poco se habla sobre la importancia de las áreas protegidas como promotores de salud, a pesar de estar presentes en todas las regiones del país.
Las áreas protegidas de Chile requieren de un reconocimiento social masivo. Se necesita promover la visita a las áreas protegidas como un hábito de salud y bienestar, como una tradición social, como un orgullo nacional.
Tenemos una enorme oportunidad de generar y fortalecer el vínculo entre las personas y las áreas protegidas. Una oportunidad para promover la vinculación de distintos actores del territorio. Una oportunidad de integración de distintos segmentos de la sociedad, desde niños hasta adultos mayores. Sin duda, una oportunidad para maximizar los beneficios que las áreas protegidas pueden proveer a la sociedad.
Celebrar a las áreas protegidas, es celebrar también a las y los guardaparques que las protegen. Es impulsar el sano orgullo de nuestra flora y fauna nativa. Las áreas protegidas deben y merecen ser uno de nuestros orgullos nacionales, el sello de un desarrollo ecoturístico responsable y uno de los pilares del desarrollo sostenible de Chile.