Era 1938 y el matrimonio suizo de Fréderic y Dorly Marmillod se subía en un barco en dirección a Sudamérica. De los Andes no sabían nada salvo el detalle que más les fascinaba: era un paraíso de montañas. Sin saberlo, un viaje de trabajo que los trajo a vivir a esta zona los transformaría, con el paso de los años, en los pioneros del andinismo en Chile y Latinoamérica, y a Dorly, en la llamada Reina de los Andes.

Junto a The North Face Chile, que apoya a deportistas en sus hazañas de montaña y ad portas de realizarse el Festival de Cine de Montaña en Chile (BANFF), te traemos esta historia, que es una inspiración para quienes se dedican a este deporte.

Fréderic Marmillod, de 28 años, era farmacéutico y la empresa suiza para la que trabajaba, Sandoz -hoy Norvantis-, le encargó venir a Latinoamérica para abrir oficinas comerciales. Esa fue la misión que lo trajo a Santiago. Su acompañante era su esposa Dorly Marmillod, quien en ese entonces tenía 23 años. Jamás habían pisado esta tierra, pero lo que sí sabían era que para ellos representaba un nuevo mundo y la oportunidad de desarrollar su pasión. Eso fue lo primero que hicieron.

Llegaron a Santiago por un camino alternativo al habitual de Mendoza. Desde Buenos Aires viajaron a Bariloche y cruzaron a Chile para ascender el volcán Tronador (3.450 msnm). Si bien no lo lograron esa vez por mal tiempo –lo hicieron en un segundo intento en 1955–, fue su primer paso para acercarse a las montañas de los Andes.

Amantes de la montaña

Cortesía de Marc Turrel
Cortesía de Marc Turrel © Familia Marmillod 

La historia de amor de Fréderic y Dorly empezó durante unas clases de baile en Suiza, ocho años antes. Se enamoraron y cambiaron su escenario. Fréderic era escalador en ese entonces y ya tenía desafíos con las montañas de los cantones suizos. Su pareja pronto se transformó en su compañera de aventuras. “Fue cuando conoció a Dorly que la llevó a la montaña y los dos formaron una pareja. Yo creo que fue por el tema que les gustaban los valores, la amistad y el sentido de soledad de la montaña”, explica a Ladera Sur Marc Turrel, fundador de la revista Andes Magazine, y escritor del libro Carnets des Andes, en el que relata la historia de esta pareja.

Cuatro años después de casarse llegaron a suelo chileno en septiembre de 1938 y empezaron a conquistar algunas cumbres en los Andes Centrales, como El Altar (5.222 msnm) y La Paloma (4.930 msnm). Para Fréderic el territorio de este país era “un verdadero paraíso para el alpinista reconvertido en andinista”, como escribiría en sus libros de viajes. Pronto su pasión por la montaña los llevaría a conseguir su primer gran logro.

A tres meses de su llegada, alcanzaron la cumbre del Nevado Juncal (5.925 msnm), algo que habían logrado unos pocos alpinistas extranjeros. Lo hicieron con cuerdas de cáñamo que se endurecían con el frío y con bototos con clavos. Dorly fue la primera mujer en conseguir la cima.

Cortesía de Marc Turrel
Cortesía de Marc Turrel © Familia Marmillod 

Pero había que seguir con los desafíos. Unos meses después, en abril de 1939 lograron ascender el Cerro Alto Los Leones (5.380 msnm). A diferencia de otras montañas, los andinistas en Chile consideraban imposible conquistar esta cumbre y varios intentos fallidos sólo contribuían a respaldar esa hipótesis. De todas maneras, los Marmillod lo intentaron. Se juntaron con el montañista Carlos Piderit y planificaron su ascensión para marzo por la pared suroeste. Sin embargo, el clima les trajo vientos feroces y bajas temperaturas que se mezclaron con caídas de rocas y una ausencia de víveres que sólo les permitieron llegar hasta 250 metros bajo la cumbre.

Pese a esto, no se dieron por vencidos. Al mes siguiente, los tres andinistas intentaron atacar la montaña por la pared noreste. De nuevo se encontraron con lo mismo. Viento, frío y caídas de rocas. Pero ahora pudieron leer mejor la montaña y lograron alcanzar la cima al cuarto día de travesía. “Tres noches a la intemperie, adheridos a la pared del macizo y suspendidos sobre el abismo, bajo un frío intensísimo, hablan elocuentemente de la calidad excepcional de los expedicionarios. Mueve en especial a admiración el temple de la señora Marmillod. Quien la conozca, quedará maravillado de que bajo su apariencia suave y gentil, delicadamente femenina, esconde tal capacidad de sufrimiento y tan formidable acopio de energía física, milagros de la mística alpina”, con estas palabras Piderit describiría en un artículo que ocuparía la portada de El Mercurio del 27 de abril, parte de su hazaña.

Fueron los primeros en conquistar su cima y Dorly nuevamente se coronó como la primera mujer en ascenderlo. Con esta ascensión se ganaron el respeto del mundo del andinismo y entraron al Club Andino. Tras su hazaña se realizaron otras 10 ascensiones por esta ruta y sólo 40 años después se intentó un nuevo camino por la cara oeste del Cerro Alto Los Leones.

“El Club Andino estaba muy feliz de tener a esta pareja de suizos, sobre todo cuando hicieron la cumbre del Alto Los Leones. Compartieron mucho con andinistas de acá. Fueron espíritu andino, dieron charlas, fueron festejados en Santiago y forjaron amistades con los socios del club”, explica Turrel.

Dorly, la Reina de los Andes

Cortesía de Marc Turrel
Cortesía de Marc Turrel © Familia Marmillod 

Dedicarse al alpinismo y ser mujer, en esta época, era algo icónico. Dorly entró al Club Andino de Chile en un año en el que en Suiza, su país natal, estaba prohibido. En la tierra de los Alpes recién se permitió el ingreso de mujeres a los clubes de montañismo en los años 80´, cuando Dorly ya había alcanzado grandes cumbres en Latinoamérica.

Los años siguientes, el matrimonio se trasladó a México, Colombia, Argentina, Venezuela y Perú. En cada uno de estos países siguieron escalando montañas importantes, y Dorly sumando primeras ascensiones femeninas. Fue en Venezuela donde ganó más fama, luego de llegar a las cumbres del Abanico (4.900 m) y el Pico Bolívar (4.979 m). En Colombia tampoco pasó desapercibida cuando alcanzó la cima de la montaña más alta en la Sierra Nevada de Santa Marta, que no había sido pisada por una mujer. Sin embargo, no fue una tarea que haya logrado sola. Siempre iba a la par con su marido. “Les costó mucho, allá no había nada, ni mapas. Ellos armaron un mapa y fueron con un andinista colombiano. Los tres fueron a subir esas montañas en condiciones extremas porque hicieron varias cumbres”, explica Turrel.

Cortesía de Marc Turrel
Cortesía de Marc Turrel © Familia Marmillod 

Gracias a este logro, Dorly se ganó la fama de la Reina de Los Andes como reconocimiento de los venezolanos por sus logros. Luego, la reina siguió con sus conquistas: junto a Fréderic exploraron las montañas en la Cordillera Blanca de Perú y lograron alcanzar la cumbre más alta de Sudamérica luego de varios intentos: el Aconcagua. De hecho, Dorly es considerada como la primera mujer en bajar viva de esta montaña. Pese a todos sus logros, tanto Turrel como Christiane Mercier, la hija menor de matrimonio, además de otros cercanos, aseguran que ambos mantenían un bajo perfil. “Como ella –Dorly– nunca lo mencionaba ni lo pensaba, nunca se habló de eso en casa y ninguno de nosotros se enteró”, comenta a Ladera Sur Mercier, quien asegura que se sorprendió bastante cuando Marc Turrel contactó a la familia para escribir un libro sobre sus padres. “No sospechaba el potencial de su historia personal versus la historia del andinismo. Ellos practicaban su pasión sin ninguna ostentación. Y por cierto una vez que leí el libro lamenté no haber profundizado el tema con ellos mientras se podía”.

Además de la montaña, en México, Colombia, Perú y Argentina al matrimonio los esperaban otras sorpresas. En cada uno de estos países, nacieron sus hijas. En Colombia contrataron a Elvira, quien los ayudó a cuidar a sus hijas mientras ellos salían a las montañas. Ella los siguió a todos los países a los que se trasladaban, incluso a Suiza. “Era parte de la familia, como la segunda mamá de los hijos. Hasta el día de hoy, sus hijos se ven con los de los Marmillod. Sin Elvira, nunca hubieran tenido la posibilidad de subir tantas montañas”, dice Turrel.

“Dorly decía: ‘primero está mi marido, segundo está la montaña y tercero están mis hijas’. Ella lo asumía, era parte de su estilo. En esa época las mujeres no tenían esa independencia que tienen hoy día, entonces ella es como un ícono del montañismo y del feminismo, aunque no era feminista”, explica Turrel.

Montañistas hasta la muerte

Cortesía de Marc Turrel
Cortesía de Marc Turrel © Familia Marmillod 

Sus aventuras en Latinoamérica terminaron cuando decidieron volver a Suiza el año 1959. Estaban próximos a su jubilación y retornaron a Féchy, cerca de Lausanne, pero no dejaron de lado sus actividades de montaña. Intentaron, por ejemplo, escalar en el Karakórum (8.611 msnm) en los Himalaya en 1977, aunque no lo pudieron lograr por mal tiempo y caminos intransitables. Además, ya estaban sintiendo las limitaciones de la edad.

“El mayor hito –en este continente– fue cuando fallecieron”, afirma Turrel. En 1978 emprendieron rumbo al Dent d’Herens (4.171 msnm), cerca de Cervino, en la frontera de Suiza con Italia. Lograron hacer la cumbre, pero al volver al glaciar se encontraron con vientos huracanados y -20°C de temperatura. El temporal fue sorpresivo y ellos no tenían la vestimenta adecuada. Con la neblina no encontraron un camino de vuelta, aunque improvisaron un refugio. Sin embargo, no lograron pasar la tormenta y fallecieron de hipotermia. “Los encontraron cuatro días después unidos, los dos abrazados, así que fue como el símbolo de su vida: unido al otro hasta el abismo”, cuenta Turrel. Él tenía 69 años y ella 65.

Así, esta pareja culminó sus cumbres, pero su montañismo se sigue recordando como audaz, innovador y moderno. Turrel explica que no llevaban guías y muchas veces preparaban ellos mismos sus ascensiones: “No tenían equipo como hoy en día, los equipos eran muy rudimentarios, no había mapas, y los que había no eran precisos. Entonces, era un montañismo temerario. Podían dejar su vida. Pasó en Perú, en Colombia, que no encontraban su ruta. Tenían que andar por las grietas y un ambiente hostil. Fréderic tenía un muy buen sentido de orientación, sentía la montaña”.

Este año se cumplen 40 años del fallecimiento de los Marmillod. Todos sus archivos, libretas de apuntes y fotografías, los guardan sus hijas para mantener su memoria. A ellos tuvo acceso Marc Turrel para escribir un libro sobre la historia de éste, el matrimonio pionero en el montañismo latinoamericano.

El Banff

A propósito de grandes historias de la vida en la montaña desde este 29 de noviembre al 2 de diciembre se celebrará una nueva versión del BANFF Santiago Mountain Film Festival en Casas Lo Matta, Vitacura. Serán jornadas dedicadas a las mejores películas de aventura, deporte y vida en la montaña con estrenos como Free Solo, la historia del primer ascenso en solitario al Capitán e invitados como la leyenda viva del montañismo, Conrad Anker. ¡No se lo pierdan!

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