Asoma un momento donde lo ilusorio se hace más débil y lo verdadero más fuerte. Aunque el proceso genera dudas e incertidumbres. Varias son las preguntas que surgen sobre lo que está sucediendo y dejándose ver. Una de las primeras que a mi me surge tiene que ver con la emergencia sanitaria: ¿Por qué la autoridad sanitaria no considera las evidencias y experiencias médicas que están teniendo éxito en pacientes con COVID-19? Hay información bastante seria en Internet y medios independientes sobre tratamientos alternativos que han alcanzado excelentes resultados en contrarrestar los efectos del virus en distintos países del mundo: no es un solo caso, sino cientos, tal vez miles, de casos tratados por médicos ad honorem en atenciones domiciliarias e intra hospitalarias. Si la autoridad sanitaria global (OMS) nos dice que al día de hoy no hay una cura para el COVID-19, resulta poco justificable que existiendo resultados exitosos con terapias que no son invasivas ni tienen efecto secundarios, no se promuevan, implementen o al menos se investiguen de “manera oficial”.

Ozonoterapia

Una de las terapias más concreta y sorprendente que he podido conocer, es la Ozonoterapia, a base de Ozono, considerada incluso por la OMS como el mejor desinfectante natural disponible al eliminar bacterias, virus y gérmenes: aunque lo dice solo como una recomendación doméstica para mantener la limpieza en el hogar. En simple, la ozonoterapia es un procedimiento no invasivo que favorece la desintoxicación al ser un potente elemento oxidante que destruye todo tipo de microorganismos. Las diversas organizaciones que agrupan a médicos que practican la ozonoterapia, vienen sosteniendo hace varias décadas los espectaculares resultados clínicos en sus pacientes, incluso muchos de ellos en casos extremos como el cáncer. Pero la oficialidad de la salud mundial no los reconoce ni considera. ¿Por qué no se les considera? La respuesta está en los mismos médicos, científicos y agrupaciones de salud que utilizan el ozono para tratar y mejorar a sus pacientes, quienes argumentan: “el ozono es una terapia casi natural, sin grandes costos, que puede resolver muchas de las enfermedades y dolencias que son tratadas con medicinas e intervenciones quirúrgicas, y que luego convierten a los pacientes en casos crónicos y dependientes de medicinas y hospitales, transformando la totalidad de este procedimiento en un negocio millonario para el sistema oficial de salud”. Las agrupaciones médicas que utilizan el ozono siguen golpeando las puertas de la oficialidad de la salud, aunque sin ningún resultado. Tan solo aquí en Chile, la Asociación de Ozonoterapia local le ha hecho llegar al subsecretario Zúñiga y a la subsecretaria Daza sus estudios y resultados positivos en pacientes con COVID-19. Pero al igual que en otras partes del mundo se debería, al parecer, a la barrera que estaría estableciendo la OMS, cerrando fila con el proceso de apoyar el desarrollo de una vacuna.

©Felipe Monsalve
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Guerra de intereses

¿Qué podría haber detrás de todo esto? En un primer hecho histórico, el cuestionado presidente Trump, en medio de la crisis sanitaria más feroz de los últimos cien años, informó que había suspendido el apoyo económico de 500 millones de dólares a la OMS por haber tenido un comportamiento errático en esta crisis sanitaria. El gobierno norteamericano sospecha de que la OMS está siendo influenciada por los intereses del gobierno chino (por haber ocultado información en relación al virus), Bill Gates y los grandes laboratorios (que ansiosamente están intentando producir una vacuna para suministrar a la humanidad). En un segundo hecho histórico, el mismo cuestionado presidente Trump, en medio de esta tensión mundial por encontrar la cura para el COVID-19, donde se ha instalado esto que solo una vacuna nos salvará (no dando cabida a ninguna otra alternativa como posible solución), llamó a la población a no seguir esperando por esta vacuna y probar con algunas de las terapias alternativas no invasivas como una cura posible al COVID-19 (esto es en lo concreto, más allá de la ridiculización y manipulación de sus palabras que han hecho los medios de comunicación oficiales). Evidentemente pareciera una “declaración de guerra” entre grupos de intereses que ha puesto en jaque la estrategia que la OMS, Bill Gates, Gobierno Chino, laboratorios y parte importante de los medios periodísticos del mundo. En los últimos días, varios diputados italianos, en sesiones oficiales del Congreso, han acusado a las autoridades y medios de comunicación de estar ocultando y manipulando “la verdad” para imponer una estrategia que la humanidad ya está alcanzando ver (y que propician el miedo colectivo), afirmando, además, que los muertos contabilizados por COVID-19 no corresponden en su totalidad al virus, sino a otras enfermedades y colapsos biológicos.

©Felipe Monsalve
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¿Qué rol jugaría Bill Gates? El que Gates haya estado pregonando por cinco años que el mundo viviría una gran pandemia viral, podría ser tomado como un hecho de canalización y premonición extraordinaria, o también ser visto como una acción altamente sospechosa de prevaricación y corrupción. Porque durante muchos años él y su fundación han venido destinando miles de millones de dólares para financiar laboratorios y vacunas bajo sus propios intereses y propiedad científica. De tal manera que podría existir una cierta incompatibilidad o conflicto de interés: con una mano pregona la enfermedad y con la otra vende su medicina. Pero también Gates viene siendo acusado por distintas organizaciones médicas y humanitarias de haber participado en la muerte de miles de niños y jóvenes africanos como consecuencia de experimentos científicos y procesos vacunatorios de prueba. Y no son pocas las entrevistas don Gates señala que el planeta está sobrepoblado y se necesita reducir drásticamente la cantidad de habitantes.

©Felipe Monsalve
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Rehenes económicos y sanitarios

¿Y dónde quedamos todos nosotros? Como nunca antes podría estar quedando claro que los habitantes del planeta estamos siendo rehenes sanitarios por la disputa del poder político y económico mundial, evidenciando una locura sin precedente. Cada vez más son los médicos y las agrupaciones científicas que están llamando a oponerse con rudeza a las vacunas argumentando ser, básicamente, un procedimiento invasivo y perjudicial para la salud humana. Ni hablar de las vacunas de última generación, las que están siendo impulsada por los laboratorios más grandes del mundo y financiadas por multimillonarios como Bill Gates. Es más, si extremamos aún más los argumentos disponibles, no son pocos los científicos que están manifestando que habría una directa relación entre estas nuevas vacunas y la tecnología 5G para poder enfermar y/o controlar masivamente a la población (eso estará por verse).

¿En qué locura se está convirtiendo todo esto? Está bien, entiendo que hay una lucha de poderes por la hegemonía del poder global, pero entre medio estamos los humanos, nuestra biología, nuestra autonomía sanitaria, nuestro derecho a sanar-nos. Una vez que hemos sido contaminados, ¿nos quieren negar nuestro derecho a la salud? (no me refiero a un respirador mecánico o a una vacuna). Sospecho que se nos está invisibilizando como especie, ya no solo por condición social o económica, sino por ser simplemente un humano que no pudiera o no debiera vivir. Creo que estamos naturalizando procedimientos extremadamente graves y deshumanizados.

©Felipe Monsalve
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Más allá de todo esto, prefiero quedarme con dos reflexiones esenciales. La naturaleza nos vuelve a amar y abrazar; nos vuelve a hablar para señalarnos que la respuesta al desequilibrio podría estar en su propia naturaleza y en nuestro propio organismo y biología en contacto con una partícula que es más pura que el propio oxígeno: ozono. Y la segunda es en relación a los efectos que tiene la resonancia a nivel mitocondrial; o cómo el amor puede cambiar la resonancia celular. No es nuevo, está aceptado en la medicina e ingeniería cuántica, y también por la sabiduría de miles de años, como la del pueblo de los Escenios. La resonancia que provoca un mismo pensamiento en amor y no en dualidad (no ponerse en contra, sino a favor de la integración), puede generar una frecuencia vibracional tan grande y poderosa que no importará qué o quien esté implementando algún plan poco luminoso, porque nuestros deseos de acción e intensión beneficiosa para todos los seres sintientes podrán prevalecer. No nos dejemos permear por estos conflictos de intereses, ni que resuenen en nuestras células. Pero tampoco podemos seguir desconociendo lo que está dispuesto para nuestra sanación; hagámosnos responsables de nuestra vibración, actos y preferencias: toda acción genera efecto.

*El contenido de esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la postura de Ladera Sur.

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