La increíble historia de las golondrinas de mar fueguinas que se reproducen en la cordillera de la zona central de Chile
La golondrina de mar de Wilson (Oceanites oceanicus) es una pequeña ave marina que habita la zona de alta mar frente a las costas de todo Chile. Siendo una de las aves marinas más abudantes del planeta, se conoce su reproducción en islas del Cabo de Hornos y el continente antártico, sin embargo, hace pocos años se llegó a la conclusión de que esta especie, más específicamente la subespecie Oceanites oceanicus chilensis, también conocida como la golondrina de mar fueguina, también se reproduce en sectores de la cordillera de Los Andes en Chile central. A día de hoy no se sabe con certeza en qué lugar de la cordillera anida esta especie, pero mediante diversos métodos de estudio y campañas de ciencia ciudadana, los investigadores están cada vez más cerca de encontrar estos lugares, y así aportar con vitales datos para la protección de las zonas de nidificación de esta especie.
La Golondrina de mar de Wilson es la especie más cosmopolita del orden de las aves Procellariiformes, encontrándose en todos los océanos del mundo, desde la costa de la Antártida hasta el océano Atlántico, estando ausente solo en el norte del océano Pacífico. En la actualidad, se reconocen tres subespecies: Oceanites oceanicus oceanicus, que se reproduce en las islas subantárticas de todo el océano Antártico; Oceanites oceanicus exasperatus, que se reproduce en el continente antártico; y Oceanites oceanicus chilensis, también conocida como la golondrina de mar fueguina, cuya reproducción solo se ha confirmado en el Cabo de Hornos, en el extremo sur de Chile.
Sobre esta última existe un aspecto particularmente intrigante, relacionado a su nidificación.
Se trata de la aparición de ejemplares caídos en la cordillera de Chile central, algunos a más de 130 km de la costa y por sobre los 3.000 metros de altura, lo que antes era atribuido a fuertes vientos que provenían desde el océano y arrastraban a algunos ejemplares. Sin embargo, a través de diferentes recolecciones de datos, los investigadores han concluido que existen colonias de reproducción en zonas cordilleranas entre las regiones de Coquimbo y del Maule.
Esto quiere decir que ejemplares de esta especie, que se alimenta exclusivamente en el mar, volarían todos los días a la alta cordillera para reproducirse y alimentar a sus polluelos, para luego volver al mar. El desplazamiento a las colonias de reproducción sería durante noche, siguiendo probablemente las cuencas de los ríos principales que se adentran en la zona cordillerana, como el río Maipo, Aconcagua, Choapa o Cachapoal, en torno a los cuales se encuentra el mayor número de registros de ejemplares caídos.
Primeras pistas
Las primeras noticias sobre golondrinas de mar encontradas en el interior de Chile central las dio el ornitólogo Rafael Barros V, quien entre 1917 y 1928 estuvo a cargo de la administración de la Piscicultura de Río Blanco, en la cordillera de la provincia de Los Andes. Rafael Barros señaló que entre los meses de marzo y abril en diferentes ocasiones pudo observar golondrinas de mar desorientadas, siendo la mayoría juveniles. Él atribuyó estos encuentros a fuertes temporales de viento producidos en la costa, que arrastraban a algunas golondrinas hacia el interior.
Después de varios registros de golondrinas caídas entre 1917 y 2015, la mayoría identificados como miembros de la subespecie Oceanites oceanicus chilensis y atribuidos a frentes de mal tiempo que arrastraban ejemplares desde el mar a la cordillera, la noche del jueves 8 y madrugada del viernes 9 de diciembre de 2016, una lluvia primaveral cayó en el norte y centro del país, acompañada de fuertes vientos y nevazones en la cordillera. El martes siguiente, el Zoológico Nacional de Santiago envió un correo electrónico a miembros de la Red de Observadores de Aves y Vida Silvestre de Chile (ROC), quienes estaban investigando la misteriosa aparición de estas aves marinas en la cordillera. En él, daban aviso de que habían recibido un ejemplar en mal estado, encontrado el viernes 9 en Saladillo (Río Blanco), en el mismo sector donde Rafael Barros había reportado golondrinas de mar hace casi 100 años.
Cuando los investigadores de la ROC visitaron el Zoológico Nacional se llevaron una gran sorpresa. El ejemplar, que era una hembra adulta de Oceanites oceanicus chilensis, había puesto un huevo. Fue entonces cuando surgió la pregunta: ¿Qué hacía una hembra reproductora en diciembre en Saladillo, a 1600 metros de altura y a más de 110 km de la costa? Las colonias de nidificación más cercanas conocidas para esta subespecie estaban a más de 2500 km, en las islas del archipiélago del Cabo de Hornos.
Técnicas de monitoreo
Con el objetivo de encontrar estas nuevas colonias reproductivas, la ROC inició en 2017 el proyecto de ciencia ciudadana «Se Busca: Golondrinas de mar en la cordillera central», donde, a través de afiches, invitaban a la gente a notificar a la ROC si encontraban ejemplares caídos. En su primera temporada (noviembre 2017 a abril 2018), el proyecto recolectó información de 24 ejemplares encontrados entre el río Elqui (Región de Coquimbo) y el río Ñuble (Región de Ñuble). Para la tercera temporada, el proyecto había recopilado información de 60 nuevos registros.
Otro método utilizado para monitorear los movimientos reproductivos de las golondrinas de mar fueguina es el «moon watching». La práctica consiste en observar durante la noche, con binoculares o telescopio, la luna llena entre los meses de noviembre y mayo, cuando las golondrinas realizan sus rutas reproductivas. En esta actividad, los observadores captan las siluetas de las pequeñas golondrinas frente al brillo de la luna. Estas se pueden identificar por su pequeño tamaño y su vuelo continuo y en línea recta, diferente al de otras aves nocturnas o al de los murciélagos. La ROC invita a subir este tipo de registros a la plataforma de ciencia ciudadana eBird, adjuntando un comentario con la hora y dirección a la que se dirigía la golondrina.
Estos ejercicios de moon watching podrían dar pistas de movimientos de ejemplares desde sus sitios de reproducción al océano o viceversa. «Gracias a esta técnica hemos descubierto que las golondrinas de mar pasan sobre la ciudad de Santiago, lo que es una verdadera locaura«, afirma Rodrigo Barros, presidente de la ROC e investigador de la golondrina de mar fueguina. Por otro lado, se han utilizado «redes de niebla» para estudiar a las golondrinas. «Hemos logrado capturar ejemplares en los cajones cordilleranos, lo que nos ha permitido confirmar rutas de paso, indicios de reproducción, toma de muestras y de medidas. Lo anterior también nos permitirá en un futuro equipar a ejemplares con tecnología que nos permita encontrar sus colonias de reproducción», cuenta Barros.
Siguientes pasos de la investigación
Barros afirma que «en este momento el principal objetivo es encontrar las colonias de reproducción de la golondrina de mar fueguina en la cordillera de Chile central. Necesitamos encontrar estas colonias para poder protegerlas. Llevamos varios años de búsqueda y pensamos que poco a poco nos hemos ido acercando a este objetivo».
¿Pero, dónde buscar? La institución sugiere buscar entre los meses de noviembre y mayo, en los cajones de los ríos Choapa, Aconcagua, Maipo, Cachapoal y sus afluentes, donde se encuentra un gran número de reportes. En particular en sectores con acantilados pedregosos o acarreos de roca. En noviembre y enero, es esperable que los adultos emitan llamados de noche en sus colonias de reproducción, por lo que se debe estar pendiente en estas fechas a cualquier vocalización desconocida en los sectores cordilleranos.
Concentraciones de golondrinas de mar al final del día acercándose a la costa (observables con la última luz del atardecer) cerca de desembocaduras de ríos también podrían señalar posibles sitios de entrada hacia sus colonias de reproducción en tierras interiores. Por otro lado, se debe poner mucha atención a los días siguientes a frentes de mal tiempo como viento, lluvia o neblina, entre los meses de noviembre y mayo, ya que es cuando más ejemplares caídos han sido reportados.
De encontrarse un ejemplar, éste debe ser guardado en una caja de cartón con pequeñas perforaciones y llevado lo más pronto posible a las oficinas del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG). También puede ser llevado al Zoológico Nacional o al Buin Zoo. Además, se recomienda dejar constancia de los encuentros en la plataforma eBird, con el fin de seguir recopilando información sobre esta desconocida especie.