Casi 30 años fotografiando el patrimonio natural y cultural de nuestro territorio no han sido en vano. Guy Wenborne heredó de su abuelo el gusto por la exploración y la aventura, sentimiento que mantiene hasta hoy y que se refleja fielmente en su increíble trabajo de fotografías aéreas.

Cuesta encontrarlo quieto. Siempre esta en algún lugar recóndito, mostrándonos un punto de vista único desde el aire, donde desaparece la escala humana para dar paso a la geografía en una dimensión inmensa e inusual. Una de sus últimas travesías fotográficas fue ir las Islas Falkland/Malvinas, invitación realizada a través de Ladera Sur por el gobierno de este recóndito lugar. Conversamos con Guy sobre el viaje, sus impresiones sobre este desconocido rincón y su opinión sobre la fotografía chilena actual.

Falkland ©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

Antes de esta invitación, ¿habías pensado en visitar las Islas Falkland?

Nunca me había imaginado ir a la isla, no estaba dentro de mis planes, era de esos destinos que sólo estaban como un sueño. Son lugares  que me encantan por su condición geográfica, clima y cultura.

¿Qué fue lo que más te sorprendió?

La sociedad que ellos han creado. Cómo un lugar tan remoto, lejano y aislado puede administrar tremendamente bien sus recursos económicos y ser infinitamente ricos como estado. Eso me da esperanza de que pueda ser replicado en otras partes, porque tiene que ver con las personas, de cómo administran un recurso. Los falklanders viven de vender licencias de pesca industrial, pero de una forma muy sustentable y controlada.

Tienen un territorio, un dominio de océano del cual venden licencias para grandes pesqueras y lo administran de una forma muy rigurosa porque saben que esa es la esencia de su riqueza. De hecho, es un estado que no le debe un peso a nadie en el mundo, y no recibe ni un peso del gobierno británico. Son independientes y cuando hablan de our country, se refieren a las islas, no a Inglaterra. A pesar de ser tremendamente independientes, igual han decidido ser territorio británico. La única presencia inglesa concreta es un enclave militar permanente de 1.500 efectivos.

©Guy Wenborne
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Pocos habitantes y muchos millones. En términos sencillos, así se podría resumir la realidad socioeconómica de las Falklands. De hecho, se encuentran dentro de los 10 estados con ingreso Per Cápita más altos del mundo. El principal motor de la economía pasó a ser la pesca, a través del otorgamiento las licencias a barcos que operen en una zona económica de 320 kilómetros. El turismo también se ha convertido en una fuente de ingresos importante ya que, en las mejores temporadas, los poco más de 3.000 habitantes de las islas recibieron a 69.000 turistas.

¿A qué crees que se debe la prosperidad económica? ¿Es algo cultural, el ser insular, la descendencia británica?

Todo eso. Con la forma de hacer británica, son capaces de ponerse de acuerdo en un bien común y respetar ese camino. Son gente que ha sufrido la guerra y esas sociedades son tremendamente solidarias y capaces de ponerse de acuerdo en un trabajo en común para un futuro comunitario. Ellos tuvieron una guerra, existiendo un antes y un después del 82′. Nadie había escuchado de este lugar antes del conflicto y, si bien fue terrible, les produjo un cambio drástico en la sociedad. Hubo un desarrollo sostenido y diseñado, ubicándolos por primera vez en el mapa.

©Guy Wenborne
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¿De qué manera se ve el legado británico en la isla?

Hay una tremenda consciencia de que ellos son del commonwealth británico. Esto se ve por ejemplo, en todas las banderas británicas y calcomanías pegadas en el pueblo.

Usan la libra esterlina británica y también la libra Falkland, solo útil en las islas. Lo otro también es que manejan por la izquierda y la cantidad de 4×4 Landrovers que hay.  Es interesante porque ellos han construido una identidad “flaklander” o “kelper” como se le dice coloquialmente a la gente de la isla, pero saben que provienen de una cultura y una forma de hacer británica.

Wenborne ha basado su trabajo fotográfico en retratar Chile desde el aire. En este viaje se autodesafió y decidió enfocar su fotografía desde otra perspectiva: la cultura, las personas y la identidad de las islas. Faceta en la que asegura, se sintió muy cómodo. Ellos tienen muy buena voluntad y son muy cálidos, pero a la vez muy regludos y poco dados a la improvisación. Pude compartir con bastantes chilenos que viven allá, hace 15, 20, 30 años. De hecho, el 10% de la población es chilena», asegura el fotógrafo. «Las Falkland son una tierra de muchas oportunidades. Si trabajas puedes ganar mucha plata. Conocimos a gente de la temporada que trabajaba en restoranes y nos contaban que ganaban seis veces lo que podían ganar acá en Chile. Fue interesante ver a tantos compatriotas tan integrados y establecidos en esa sociedad”.

Chilenaos en las Islas Falkland ©Guy Wenborne
Chilenaos en las Islas Falkland ©Guy Wenborne

Eso suena como el paraíso, no debe ser fácil para un chileno llegar y quedarse…

Suena bonito pero todo proyecto en un lugar remoto, aislado y pequeño tiene sus problemas. Nos reunimos con autoridades que nos invitaron a almorzar, y ellos mismos nos comentaban que era un lugar muy chico donde el diario vivir se puede volver tedioso. Todo se sabe y hay mucho copuchenteo.

©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

En regulación migratoria supongo que no son tan abiertos…

Ellos son muy regludos y tienes que postular, lo que me parece muy bien. Hay visa de turista y de trabajo. Y sí, son súper ordenados y les resulta bien de esa manera. La casa es chica y hay que mantenerla ordenadita.

Si pudieras definir la atmósfera de la isla, qué es lo primero que se te viene a la mente, ojalá, en una palabra.

Es como estar en la parte norte de la isla de Tierra del Fuego o en Escocia. La geografía tiene mucho de Escocia y su gente. La verdad es que podría ser una suerte de antípoda. Creo que hay tres palabras que la definen: isleño, identidad y commonwelth (bien común). Creo que son atingentes a lo que ellos han armado. También agregaría remotos.

Islas Falkland ©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

Hoy prácticamente no hay relación con Argentina. Hay un bloqueo económico. ¿Es esto un tema?

Es un tema súper vigente para ellos. De hecho, en algunas casas se ven letreros anti argentinos. En todo caso sentí que está toda la voluntad, por lo menos de los británicos, de tender puentes. Actualmente Argentina sólo admite un vuelo a la semana que cruza territorio de espacio argentino, que es el vuelo que hace LAN todos los sábados. Los isleños quisieran tener dos o tres vuelos a la semana, pero eso no es factible porque Argentina sólo autoriza un vuelo. Están viendo si pueden establecer un vuelo desde Uruguay o Brasil para tener mayor regularidad. Imagínate que hay gente que viene a hacer negocios en un día y deben quedarse la semana entera. No estaría mal generar nuevas rutas que le hagan competencia a LAN y bajen las tarifas, que vale mil trecientos dólares desde Santiago. Las verdad es que con Argentina no es fácil la cosa. Ambos dos tienen temas pendientes no superados.

¿Cómo se abastecen?, porque no reciben nada de Argentina que es el país más cercano…

De Uruguay, de Chile y otros países. Por ejemplo, todo el vino que hay allá es chileno. Verduras ellos tienen, todas las casas tienen invernadero; chico, grande o industrial, pero tienen. Reciben un montón de comida envasada desde Gran Bretaña a través de un puente aéreo mensual. Si bien están aislados, ese aislamiento ha potenciado el consumo y producción local. Lo que no hay, y que me sorprendió mucho, es la inexistencia de la pesca artesanal, solo hay pesca industrial de mero y calamar.

©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

Se trata de una sociedad bastante especial. No hay desigualdad, todo se desarrolla bajo cierto concepto de estabilidad económica. ¿Cómo funciona eso?

Sí, la gente tiene estabilidad. Hay personas ricas pero no tienen donde gastarse la plata. No se ve alarde ni odiosidad en esa riqueza. El estado es muy rico, siendo capaz de subvencionar por completo la educación local y la educación universitaria en Inglaterra. El 86% de los jóvenes que sale a estudiar afuera vuelven, porque tienen oportunidad y preferencia de trabajo, sumado a una calidad de vida de primer nivel.

¿Qué hace la gente allá, después de la pega por ejemplo?

Vive no más, vive. Muchos de ellos tienen dos o tres pegas. Ponte tú el que nos sacó a pasear el primer día, era oficialmente el encargado de los generadores de electricidad de Stanley. Aparte hacia tours en Landrover a distintos lugares de la isla y otra cosa más que no me acuerdo. Tener una pega oficial y pololitos es bien común. Hay tiempo para hacerlo, de lo contrario se aburrirían yo creo.

Fotógrafo por naturaleza

©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

Guy es autodidacta. Desde pequeño comenzó a acercarse al mundo de las cámaras a través de viajes con su abuelo paterno, un verdadero explorador. “El era un hombre rústico y muy aventurero. Le gustaba cazar, pescar, cabalgar. Era piloto privado y también tenía un bote. Para mí acompañarlo era lo máximo que me podía pasar”, recuerda.

Asegura que los estudios nunca fueron lo de él, y siempre valoró la libertad que genera el contacto profundo con la naturaleza. Hoy vive de su pasión y explica que ha sabido adaptarse a los ritmos de la fotografía actual.

Tongariki ©Guy Wenborne
Tongariki ©Guy Wenborne

Algunos hablan de la muerte de la fotografía con la digitalización, que se está perdiendo la esencia de este arte. A ti, ¿te hace sentido esa aseveración?

Sí, absolutamente. El gran Sebastiao Salgado dijo que murió la fotografía y lo que hoy hay son solo imágenes. Yo hace un año no participaba en ninguna red social. Me metí en Instagram hace un poquito más de un año y fue una sorpresa. Y fue sorpresa en el sentido de ver la cantidad de buenas imágenes que se estaban haciendo. Al principio quedé un poco deprimido, dije: “pucha, ya se me va a acabar la pega. Todos están haciendo buenas fotos, ¿dónde estaba yo que no vi todo esto?”.

De a poco fui entendiendo el abuso de la manipulación de la fotografía. Incluso vi gente que decía frases como que para una buena foto necesitas un 50% del click y 50% de Photoshop. Para mí una buena foto es 95% de buen click (el instante fotográfico) y de ahí un par de ajustes. La juventud de ahora o los creadores de imágenes dependen mucho de la manipulación y yo no soy de esa escuela. Muchos de los amigos fotógrafos que estamos en Ladera Sur venimos de una época análoga donde todo te lo jugabas en el instante, entonces había un oficio mucho más comprometido con lo que estabas haciendo.

Actualmente veo que hay una cierta irresponsabilidad o poco respeto al click y todo lo hacen después en la pantalla. Quizás es una evolución de la forma de hacer la fotografía, pero a mí me choca, porque vengo de esta otra cultura donde la fotografía era la verdad, a lo que tú hacías click era irrefutable, lo que estaba en la foto. No mentía, era realidad. Actualmente todo puede ser.

¿Qué opinas de las escuelas de fotografía actuales?

Me costaría emitir un juicio de qué es lo que se está impartiendo, porque no las conozco.

©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

¿Facebook e Instagram te parecen buenas herramientas de difusión?

Absolutamente, por más que defienda la fotografía como arte purista no me puedo quedar atrás profesionalmente en las herramientas de difusión. Todo lo que yo difundo son fotos sacadas directamente de la cámara, casi ninguna tiene ese 50% de manipulación de la que hablan algunos fotógrafos actuales. Casi me caí de espalda cuando leí esa frase.

Yo estoy fascinado con Instagram, lo encuentro lo más entretenido que hay. Me he vuelto un vicioso, me retan en la casa, pero me encanta. Me levanto y acuesto con Instagram. Me calza perfecto a la forma como me quiero comunicar. A través de Instagram me han llegado trabajos, entrevistas y tengo un feedback directo del público. Ahora, la aplicación tiene un estilo de foto súper definido y ya he entendido lo que funciona y lo que no. Es una forma, un canal para dar a conocer una cierta parte de tu trabajo. He tratado de hacer un perfil entretenido para el espectador y a veces mostrar lo que hay detrás de cámara, cómo lo hago, con quién estoy. A mí personalmente siempre me interesa saber las historias detrás y trato de compartir eso.

¿Crees que ahora la fotografía se basa mucho en los tecnicismos, pero es carente de discurso o contenido?

Sí, la fotografía digital ha expandido los límites de lo que se podía fotografiar. Por ejemplo, ahora se puede fotografiar de noche, un montón de límites que antes técnicamente no se permitían. La manipulación de la imagen es mucho más trascendente ahora, lo que genera fotos mucho más acrobáticas, más escandalosas o exageradas. Como se abusa de la postproducción, se genera luces y cosas ficticias, pero atractivas.  Si son reflejo de la realidad o no ya no importa, y ahí es donde se cae el discurso.

Ahora, esos son solo algunos. Hay muchos que aún muestran un trabajo serio, consecuente y maravilloso. Te das cuenta que pueden estar retocados, pero el valor está en el click, no en la postproducción.  Creo que este es un mundo donde todos cabemos, los que hacemos fotografía clásica y los que hacen acrobacias con el Photoshop.

©Guy Wenborne
©Guy Wenborne

¿A quiénes admiras ahora de la nueva camada de fotógrafos de naturaleza y paisaje?

Hay una chica chilena, que he visto su trabajo y me parece extraordinario. Se llama Tamara Merino y me encanta lo que hace. Así también mi amigo Max Donoso que tiene un compromiso con el arte y oficio fotográfico como muy pocos en Chile, su dedicación y amor a los temas que retrata son increíbles.

A eso me refiero cuando hay gente con un discurso súper claro, que sabe para dónde va y su foto está en el momento exacto. También, tremendamente distinto a lo que hago yo, me encanta lo jugado que ha sido Pablo Valenzuela con su fotografía, el giro que le dio en un estilo súper concreto, artístico en blanco y negro. Gente del extranjero me gustan hartos. Me encanta lo que hacen Franz Lanting , Art Wolfe  y Chris Burkhard, que ha llegado con nuevas energías y ha incorporado mucho al ser humano al paisaje. Siempre está mezclando deportes y paisaje lo que me parece súper interesante.

Finalmente, ¿la fotografía evoluciona o involuciona?

Evoluciona. Te guste o no lo que está pasando, hay espacio para todo. No es lo que era antes, pero “involucionar” lo puede decir gente tremendamente purista. Hay que entender que el mundo avanza. No queda más que adaptarte o quedarte en tu nicho y defenderte en lo que puedas. Yo lo encuentro entretenido, hay que aprovechar, vivir la vida, tratar de surfearla como uno pueda y sacar lo mejor que tú puedas dentro lo que te gusta.

Me resistí a lo digital un tiempo hasta que fue inevitable y ahora lo amo. Me encanta la forma del poder fotografiar en ese formato, porque si bien muchos sostienen que los costos bajaron, yo creo que no. Hay que estar renovando cámara más seguido que antes, estar comprando computadores más grandes, un disco duro con más capacidad. Lo interesante es el flujo creativo que tú obtienes. La explosión creativa de tu trabajo es tremendamente fructífera en lo digital porque vas probando y obteniendo resultados al tiro.

Con esa inmediatez, ¿puede que se haya perdido la esencia del oficio?

Creo que no. Sigues haciendo fotografía, pero tienes una capacidad exploratoria más alta, lo que te permite ir más profundo a veces, explorar más técnica, mas ángulos jugados. Antes estaba el oficio del click, tomabas una semana de foto y no veías ninguna. Esto era la consecuencia de la técnica de una época, y ahí estaba el tremendo oficio de que, sin mirar la pantalla, resolvías lo que había. Pero cada época con sus técnicas. Yo lo entiendo bien así y no me hace problema lo de antes y lo de ahora. La clave está en adaptarse y en entender que habitamos una fracción de tiempo de un proceso continuo. No sé si es mejor o peor, es distinto.

©Guy Wenborne
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