El pequeño y desconocido mundo de los musgos, plantas que habitan hace 450 millones de años la Tierra
Están por todas partes y podemos encontrarlos en todos los ambientes terrestres, desde bosques hasta desiertos e incluso, en la Antártica. Son ancestros, probablemente, de todas las plantas terrestres que conocemos en la actualidad, y uno de los organismos más numerosos, resilientes y diversos del planeta. Sin embargo, muchas veces llegan a ser imperceptibles para nuestros ojos. Hablamos de los musgos, pequeñas plantas terrestres no vasculares que coexisten desde hace millones de años en la naturaleza y que son fundamentales para el sustento de la Tierra. A continuación, te contamos todo acerca de estos increíbles organismos.
Cuando nos adentramos en las profundidades de los ecosistemas, se revelan pequeños mundos que se despliegan sobre los troncos de los árboles, en la cobertura del suelo o entre medio de las piedras. Allí, coexistiendo con una gran diversidad de seres vivos, podemos encontrar a los musgos, pequeñas plantas no vasculares que aparecieron en nuestro planeta hace más de 450 millones de años y que son fundamentales para los ecosistemas.
A pesar de su pequeño tamaño, estos organismos son uno de los más numerosos, resilientes y diversos del planeta. Su existencia se traduce en importantes funciones ecológicas, desde el papel que cumplen como colonizadores de suelos desnudos, pasando por su contribución en el ciclo hidrológico -ya que absorben parte de la lluvia y la liberan lentamente durante los periodos de escasez- y porque proveen de hábitat y alimento para un sinfín de seres vivos. Cada función vital, entrelazada con la otra, permite la continuidad de la vida en el planeta.
Vale decir que los musgos son el representante más conocido de las briófitas, que es el nombre informal que se le entrega al grupo de los musgos, hepáticas y antocerotes. Son plantas no-vasculares, lo que significa que no tienen raíces ni tejido vascular, sino que absorben agua y nutrientes del ambiente a través de toda su superficie.
Gracias a su simpleza, estos organismos son capaces de ocupar nichos que otras plantas difícilmente podrían ocupar. La mayoría solo alcanza unos centímetros de altura, y como no necesitan raíces, pueden crecer en practicamente todos los ambientes.
Ya que no son plantas de flores, las briófitas se reproducen por esporas en lugar de semillas. Sin embargo, también se propagan vegetativamente, es decir, se reproducen a partir de un tejido, lo que da origen a otras plantas de iguales características: un clon, sin diversidad genética.
Globalmente hay alrededor de 11.000 especies de musgos, 7.000 de hepáticas y 220 de antocerotes. En Chile podemos encontrar cerca de 1.440 especies de briófitas, las cuales representan casi un 20% del total de especies de plantas que crecen en el país y un 8% de las especies de briófitas que existen en el mundo. Respecto a los musgos, en Chile existen cerca de 900 especies, pertenecientes a unos 220 géneros y a unas 65 familias botánicas.
Las primeras plantas terrestres
Los musgos tienen una historia evolutiva que se remonta a cientos de millones de años atrás. Aparecieron en el mundo hace más de 450 millones de años, en un periodo denominado como Ordovícico, donde el planeta estaba casi completamente cubierto de agua, dejando solo unos pequeños espacios de tierra firme donde era posible que surgiera la vida en los ambientes terrestres.
En ese periodo, las plantas comenzaron a colonizar tierra firme, dejando atrás las aguas en las que se habían protegido hasta entonces. Esto representó un cambio enorme para la vida en nuestro planeta, ya que las plantas emitieron grandes cantidades de oxígeno en la atmósfera y transformaron completamente los ambientes terrestres, lo que facilitó el desarrollo de la vida como la conocemos hoy.
Se ha considerado por mucho tiempo que las briófitas son las primeras plantas que colonizaron el ambiente terrestre, ya que su composición química las sitúa como un puente evolutivo entre las algas verdes y las plantas terrestres, lo que ayuda a entender la conquista de tierra firme por parte del mundo vegetal.
“En sentido muy coloquial, yo digo que son los primeros anfibios vegetales que existen en el mundo porque básicamente son plantas de transición entre el agua y la tierra. Por eso generalmente son plantas que viven en lugares húmedos, porque no pueden regular el recurso hídrico. No tienen floema ni xilema, no tienen tejidos conductores”, explica Felipe Osorio, biólogo experto en briofitas y estudiante de Doctorado en Ecosistemas Forestales y Recursos Naturales de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Austral de Chile.
Estas plantas colonizaron la Tierra mucho antes de que aparecieran las plantas con flores. Su resistencia y adaptabilidad las convirtieron en las precursoras de la vida vegetal terrestre, colonizando todos los ecosistemas terrestres y desarrollando numerosas adaptaciones específicas. Por ejemplo, los musgos tienen una enorme capacidad para resistir la desecación, de modo que están adaptados para sobrevivir sin problemas largos periodos de sequía.
Como indica Víctor Ardiles Huerta, biólogo y curador de criptogamia del área botánica del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN): “Se han adaptado a condiciones donde están rebosantes de humedad, pero también a ambientes donde hay muy poca humedad y para eso entran en un estado de diapausa. Les llaman plantas de resurrección, porque tienen una increíble capacidad de recuperarse de un evento de desecación. Son capaces de perder el 99% de su agua, se pliega y reducen su volumen corporal, y se quedan ahí, esperando a que haya un poquito de agua que caiga sobre él para volver a hidratarse, como Bob Esponja”.
Cabe destacar que, si bien, la tolerancia a la desecación es muy común entre las briófitas, no es un carácter absoluto y constante, variando notablemente entre las especies. Por ejemplo, especies que habitan bosques húmedos-sombríos son muy sensibles a desecarse, mientras otras que habitan zonas áridas y desérticas, sobreviven efectivamente a los periodos de desecación.
Si bien podemos encontrar musgos en todos los ecosistemas, la mayoría se encuentran restringidos a zonas húmedas y sombrías o a lugares donde la humedad se produce ocasionalmente. “Están en todos los ecosistemas, pero de preferencia en aquellos con más humedad porque estos organismos provienen de ambientes muchos más húmedos, ahí comienza su aventura. Por lo tanto, en los bosques tropicales, bosques templados y turberas es donde mayor presencia de especies y mayor abundancia hay”, agrega el biólogo del MNHN.
Vale decir que todas las especies existentes de briófitas han evolucionado durante millones de años, dando como resultado la gran diversidad que tenemos ahora. En ese sentido, las especies tienen una diversidad genética inmensa y un gran potencial evolutivo que aún es desconocido.
La bondad de los musgos en la naturaleza
Aunque a menudo pasan inadvertidos, principalmente debido a su pequeño tamaño, los musgos son verdaderos gigantes en el reino vegetal. Su estructura, adaptaciones y contribuciones ecológicas los convierten en componentes esenciales para el establecimiento, desarrollo y sustentabilidad de la vida.
Una de sus funciones más destacadas es que actúan como reguladores de la humedad en el suelo. Los musgos tienen la capacidad de absorber y retener agua, ayudando a prevenir la erosión del suelo y proporcionando un ambiente más húmedo y propicio para otras plantas y microorganismos.
Asimismo, se ha visto que, en bosques lluviosos, actúan como grandes esponjas que regulan el cauce de los ríos, protegiendo el suelo de inundaciones violentas y proporcionando una reserva de agua constante para el bosque y aguas subterráneas. “Como no tienen tejidos conductores, son unas verdaderas esponjas de agua y tienen la capacidad de absorber varias veces su peso seco en agua. Por ejemplo, el musgo de las turberas o Esfagno, del Sphagnum, es capaz de almacenar hasta 13 veces su peso seco en agua, eso es muchísimo”, agrega Osorio.
Las briófitas también juegan un papel importante al colonizar suelos estériles: absorben nutrientes y agua y los sueltan poco a poco de vuelta al ecosistema, contribuyendo a la formación de los suelos para que nuevas plantas crezcan. De hecho, una investigación mundial publicada en 2023 en la revista cientifica Nature Geoscience, reveló que los musgos del suelo desempeñan un papel fundamental en la capacidad de la Tierra para producir suelos sanos, proporcionar hábitat a los microbios y luchar contra los patógenos.
Adicionalmente, las briófitas ayudan a adecuar los suelos para que crezcan nuevas plantas durante las primeras etapas de sucesión ecológica, cuando un ecosistema atraviesa una perturbación y comienza a regenerarse -como luego de una erupción volcánica, un incendio forestal o un periodo de desglaciación- las briófitas se dispersan rápidamente gracias a sus esporas, y estabilizan la superficie del suelo.
Como señala Ardiles: “Los musgos son las primeras especies en llegar junto a los líquenes y a las bacterias de suelo, entonces son formadoras del suelo y también fijan en nutrientes para que estén disponibles para las siguientes sucesiones ecológicas. Además, son muy importantes para la regeneración de los bosques Nothofagus en Tierra del Fuego, nos hemos dado cuenta que en los bosques de costa y montaña, sobre todo en Ushuaia, algunas especies de musgos favorecen el crecimiento o el reclutamiento de nuevas plántulas, que crecen entre medio de los musgos, por la humedad y los nutrientes que dan. Entonces son importantes para la regeneración de los bosques”.
Asimismo, los musgos desempeñan un papel clave en el ciclo del carbono. A medida que crecen, capturan dióxido de carbono atmosférico y lo convierten en biomasa, ayudando a mitigar el cambio climático. En ese sentido, su capacidad para almacenar carbono es especialmente significativa considerando su tamaño diminuto en comparación con árboles y otras plantas más grandes.
Aparte de estas importantísimas funciones ecológicas, algunos musgos tienen importancia económica directa para el ser humano como el musgo Sphagnum, que es procesado y convertido en pañales, toallas higiénicas y material de empaque, y también es utilizado como sustrato (turba) y como suplemento para la tierra en plantaciones forestales y jardinería.
Por otra parte, los briófitos, especialmente los epífitos, como señala Osorio, “son sensibles a la contaminación del aire y a los cambios en las condiciones ambientales, por lo que son utilizados como bioindicadores de la calidad del aire y del impacto del cambio climático”.
Además, los musgos tienen diversas aplicaciones en medicina, principalmente como antibióticos y como sustancias anti-tumorales. En Chile no se conoce casi nada de las propiedades medicinales de las especies de musgos que viven en el país. Sin embargo, entre las especies que son utilizadas en el medio rural, destaca la “hierba de la hora” (Funaria hygrometrica) que, según se cuenta, tiene la propiedad de aliviar dolores musculares y de los huesos.
Como mencionamos anteriormente, los musgos son uno de los grupos más diversos del mundo y habitan todos los ecosistemas terrestres, por lo que podemos encontrar una gran variedad de especies, que muchas veces, tienen adaptaciones evolutivas completamente diferentes. Por ello, si queremos hablar de las amenazas que afectan a los musgos, debemos considerar que existe todo un espectro de especies muy diferentes entre sí que no podemos medir bajo los mismos parámetros.
“Las amenazas a los briófitos están principalmente relacionadas con la destrucción de sus hábitats. En el sur de nuestro país la recién promulgada ley de extracción de Sphagnum (pompón) en las turberas, abre una arista para la degradación de estos frágiles pero importantes ecosistemas. La destrucción de los bosques nativos por parte de las grandes empresas forestales en la suplantación de bosque por plantaciones exóticas y el uso cada vez más indiscriminado de leña por parte de las comunidades y en el norte de Chile la silenciosa destrucción de los bofedales de altura por parte de las mineras en la extracción de agua para su consumo y procesos industriales que secan y destruyen estos desconocidos ecosistemas que son hábitat de una diversidad muy particular de briófitas, así como también la contaminación, el cambio climático y las actividades humanas que modifican los ecosistemas donde prosperan las diversas especies de briófitas”, puntualiza Osorio.
Un mundo en miniatura lleno de interacciones
Se les llama interacciones crípticas a aquellas que pasan inadvertidas a simple vista, pero que tienen un rol muy importante para mantener la biodiversidad de los ecosistemas. El mundo de los musgos está lleno de ellas: desde simples interacciones como el consumo de un organismo por parte del otro hasta interacciones más complejas que, en algunos casos, pueden involucrar a varios actores.
Un ejemplo de ello sucede en el bosque templado del sur, en el que los picaflores chicos (Sephanoides sephanoides) tienen una preferencia por una escasa especie de musgo de propiedades antimicrobianas y antipatogénicas para la construcción de sus nidos, lo que también produce que la potencial polinización de los árboles dependa de este musgo. Así quedó demostrado en un estudio realizado en 2020 y publicado en la revista Functional Ecology, que analizó la importante interacción entre colibríes, musgos y árboles nativos del sur, e identificó un vinculo clave entre estos tres actores.
Por otra parte, los musgos brindan hogar y protección a un sinnúmero de pequeños animales, especialmente invertebrados como insectos, arácnidos, rotíferos, nemátodos, moluscos y anélidos, por ello, se les conoce como verdaderos bosques en miniatura. “Los musgos pertenecen a linajes muy antiguos, por lo tanto, han tenido una relación histórica con linajes de animales también muy ancestrales, como los invertebrados”, agrega el investigador del MNHN.
Un ejemplo de ello son los coleópteros. Un estudio preliminar publicado en la Revista Chilena de Entomología en 2023 pudo identificar al menos 126 especies de coleópteros, representantes de 29 familias, que viven asociados a distintas comunidades de musgos en Chile Central.
Conocer para conservar
A pesar de las funciones ecológicas esenciales que cumplen estos pequeños organismos, éstos aún son desconocidos y muy poco estudiados, lo que se traduce en problemáticas primordiales para su conservación.
Víctor Ardiles explica que en Chile existe un escaso número de especialistas de briófitas y la inversión que se hace en estudios de estas especies es, por otra parte, poca. Felipe Osorio, a su vez, señala que, “en Chile existe cada vez menos presupuesto, por parte del Estado, a la investigación en ciencias básicas como la sistemática y taxonomía. Conocer la diversidad de organismos presentes en nuestro país es un insumo básico para la toma de decisiones a nivel nacional. Cada año, y muchas veces por esfuerzo propio de los investigadores, se descubren nuevas especies, en este caso particular de briófitas, demostrando que la potencial diversidad de estas pequeñas plantas es enorme”.
Existen, entonces, dos formas de invisibilización de las briófitas en Chile: por una parte, no existe un número suficiente de investigadores ni recursos para estudiar este tipo de biodiversidad en el país, y, por la otra, debido a su pequeño tamaño, es difícil sensibilizar a la comunidad y crear vínculos entre estos mundos microscópicos y las personas. Es aquí donde la educación y divulgación científica se vuelve un eje central en la conservación de estos microorganismos.
“Hay ecosistemas que todavía no conocemos, los que más se conocen son los musgos de los bosques templados, así que hay que trabajar más en el mediterráneo, en el altiplano, conocer otros ecosistemas”, finaliza Ardiles.